Música clásica desde 1929

Yago Mahúgo
Enero 2019 - Núm. 925

Yago Mahúgo

Las últimas palabras de Yago

El clavecinista y fortepianista Yago Mahúgo aparece radiante y cargado de energía. Está entusiasmado. En un breve plazo de tiempo edita dos importantes grabaciones de las que se siente muy satisfecho: Las siete últimas palabras de Cristo en la Cruz de Haydn, en versión para fortepiano, y una selección de sus piezas favoritas de François Couperin, ambos discos con el sello Cantus, sirviendo este último de prólogo al registro de la obra completa del francés. Se entiende perfectamente la emoción que le embarga. Es como un padre que acaba de tener dos preciosos retoños, y bien distintos, podríamos decir que una preciosa niña rubia (Couperin) y un precioso niño moreno (Haydn). Cuando ya ha podido explicarme el mes que ha pasado encerrado en los estudios de grabación, con calma, hablamos de música, de Haydn y de Couperin, y del barroco francés, “Couperin es un constante descubrimiento para los músicos actuales porque es un autor que te obliga a dar lo máximo de tu sensibilidad; tenemos que escucharlo e interpretarlo desde una mirada mucho más interior, mucho más frágil”. Estas sabias palabras surgen de quien lleva muchos años estudiando esta música, en silencio, casi se imagina uno que a la luz de unas velas barrocas, en semipenumbra, pero Yago ha iluminado este repertorio con sus excelentes discos, y ahora ha llegado con un sensacional Haydn, que representa las últimas palabras de un intérprete que no deja de sorprendernos.

Esto de “las últimas palabras de Yago” no es que usted se vaya a retirar del mundo, como se titula un Lied de Mahler…

No, todo lo contrario, últimamente tengo una actividad incesante entre conciertos y grabaciones. Después de acabar dos grabaciones en un mes, lo próximo es un recital en el Palau de la Música de Valencia (este 17 de enero), que organiza la Fundación Più Mosso. Con mi grupo Ímpetus también tendremos concierto en el Monasterio de El Paular el 3 de marzo y en el Festival Internacional de Arte Sacro de Madrid, el 6 de abril.

Porque hay que aclarar que lo de “las últimas palabras de Yago” no es su testamento discográfico…

En absoluto, estas Siete últimas palabras son la materialización discográfica de una obra que llevo estudiando, asimilando y tocando en vivo durante varios años, grabación que creo modestamente llega en el momento justo de mi trayectoria como músico. De hecho, inmediatamente después de este, saldrá otro disco dedicado a Couperin, del que hablaremos más adelante, recuérdemelo por favor…

Ya lo tenía como asunto a tratar…, pero sigamos con Haydn, ya que puede ser que Las 7 últimas palabras sea la obra con más posibilidades interpretativas: Oratorio, orquestal, cuarteto de cuerda, fortepiano…

¡Y hay hasta una versión de quinteto con flauta recién redescubierta! Es una obra que merecía ser versionada para que llegara cuanto más lejos mejor. De Viena a Cádiz, nada menos, que como sabrá fue la ciudad que encargó al maestro esta obra, en concreto vía del padre Santa María, del Oratorio de la Santa Cueva gaditano. La buena música siempre se versiona porque todo el mundo la quiere tocar. Un ejemplo que siempre pongo son las versiones para tuba de las Suites para violonchelo de Bach.

¿Qué cambia del original de Las 7 últimas palabras en la versión para teclado? ¿Hablo bien cuando utilizo teclado o debería decir fortepiano?

Fortepiano creo que sería más correcto. No es una obra ni para clave ni para clavicordio ni para órgano. La versión de Artaria, el editor de Haydn, tiene algunas diferencias con la orquestal, como no podía ser de otro modo. Pequeñas, por supuesto. Pero esto me lleva a comentar que la versión que yo he usado es la de un copista anónimo de un manuscrito que está en la Catedral de Salamanca. Fue un encargo del Centro Nacional de Difusión Musical el que me facilitó la edición de la partitura que había realizado el profesor García-Bernalt, de la Universidad de Salamanca. Hay que agradecerle especialmente lo bien hecha que está. Viendo la escritura, esta copia, sacada probablemente de la versión de cuarteto, casi no tiene indicaciones dinámicas o de articulación. Es una partitura muy limpia. Así que he preferido no comparar versiones para la grabación y dejarme la libertad de elegir cómo tocar ciertos pasajes. En algunos casos, muy contados, eso sí, ya he escuchado que hago todo lo contrario de lo que indica Artaria en su edición. He respetado las notas musicales del manuscrito, salvo que fuese un error muy flagrante, por eso alguna vez pueden chocar ciertas armonías y diferencias con la versión que se toca habitualmente.

¿Cómo se lleva eso de interpretar lentos tras lentos, tal como ideó Haydn la sucesión de movimientos en esta obra colosal?

Pues en general depende de muchos factores, externos a la obra, como la acústica de la sala o la predisposición del público a escucharlo. En este caso fue fantástico grabar en la Parroquia de Soto del Real, que tiene una acústica muy cálida y transparente, y cuya nave principal es del siglo XV y fue reformada durante el siglo XVIII. Hicimos el concierto, base de nuestra grabación, ya de noche, con la luz mínima para ver el teclado y con una pequeña escenografía que facilitó mucho la integración del público en el recogimiento y el significado que tiene la obra. Si además añadimos que el público ya era en su mayor parte muy melómano, puesto que esta iglesia es la sede del Festival Internacional de Música Antigua de Soto del Real, que desde hace diez años se celebra allí y que tuve el placer de abrir en su última edición, vemos que es por tanto un público entendido, que sabía lo que iba a escuchar; resumiendo: se creó el contexto perfecto. Quedó un concierto muy redondo. Me alegré mucho de grabarlo y de poder publicar el CD. Llevaba acariciando la idea de grabar la obra en esta versión de Salamanca desde que empecé a estudiarla y al final, como antes le comentaba, se ha materializado.

¿Pasamos de Couperin a Haydn o de Haydn a Couperin? Lo indico por eso del recién pasado aniversario Couperin en 2018…, del que ahora viene otro proyecto discográfico también ya materializado…

Efectivamente, no quería dejar pasar el año Couperin sin sacar mi propia selección de piezas favoritas. Es un disco muy especial, con el que me identifico mucho. Siempre he destacado como intérprete de música francesa porque es realmente un repertorio que me encanta, y hacer mi particular tributo a Couperin era algo ineludible. Además, sirve de preludio a lo que va a venir: la grabación integral de la obra de François Couperin.

Los Couperin son como los Bach de Francia, por eso de la saga… ¿Cómo se lleva con ellos? Con los Couperin digo… ¿Con quién se lleva mejor?

¡Jajaja…!. Con Louis, el tío de François, no me llevaba muy bien al principio, cuando empezaba mis estudios clavecinísticos. La explicación es sencilla: no lo entendía. Fue un shock encontrarme con sus preludios non mesurée (¿qué eran esas notas que eran solo notas redondas, sin valor rítmico?) y unas danzas de las que casi no había oído hablar (¿Canario? ¿Pero eso no era un pájaro?). El desconocimiento era casi absoluto. 23 años más tarde, ya me puedo hasta plantear hacer una grabación de su obra.

¿Quién es el Johann Sebastian de los Couperin?

François… ¿qué decir? El Grande. Curiosamente, aunque era música algo más próxima, tampoco llegaba a comprenderlo. Ahora estoy totalmente enamorado de su obra. Este es uno de los motivos del disco que sale en breve (el entrevistador aclara que a la hora que el lector lea esta entrevista, el disco Couperin estará ya disponible). De Armand-Louis, sobrino de François, pues aprovecho para anunciar la grabación integral en Brilliant Classics para dentro de unos meses. Una música de finales del siglo XVIII, maravillosa, que queda eclipsada por la de su tío. Le ocurre un poco como a C.P.E. Bach con su padre, Johann Sebastian. Fueron tan grandes, que unos compositores muy buenos, que en cualquier otro contexto hubieran destacado, quedan en segundo plano eclipsados por la figura referencial de la familia.

Ha grabado usted los dos discos en apenas dos meses de tiempo, ¿cómo se lleva mentalmente compaginar dos estilos tan distintos? Imagino que no debe ser fácil…

Y con instrumentos diferentes. Al final todo ha sido cuestión de estudio personal, tanto delante del instrumento como fuera de él, y de un trabajo mental: hay que situarse siempre en el contexto de la obra (la religiosidad y sufrimiento en el caso de Haydn) o del autor (Couperin y la grandeza y elegancia de la música francesa de esa época). Pero me siento muy cómodo con los dos instrumentos.

Ya que hablamos de instrumentos, Monsieur Mahúgo... ¿Ha aumentado la familia?

Últimamente no, y no ha sido por falta de ganas... Nunca está un músico 100% satisfecho con sus “niños”. Con los 5 instrumentos (2 claves y 3 fortepianos, uno de ellos original), abarco cualquier música para teclado, si exceptuamos el órgano, desde el siglo XVII hasta mediados del XIX. Creo que la calidad de los instrumentos se escucha perfectamente en estos dos últimos discos. Keith Hill (el fortepiano de la grabación de Haydn y el clave de la de Couperin son de él) es, para mí, sin duda, el mejor constructor que existe. Me suelen preguntar si no hay otros. ¡Por supuesto que sí! Y excelentes. Pero esto es como los coches superdeportivos: yo soy de Ferrari, pero otro puede preferir un McLaren y nunca nos pondríamos de acuerdo.

Nuestros lectores ya le conocen bien, pues su nombre se asocia a la música barroca con mucha fuerza, de hecho Yago y Mahúgo son ya “palabras clave”... Ahora ha grabado en fortepiano y Haydn, ¿quiere decir eso que va a ampliar su rango de repertorio o esto ha sido una incursión aislada?

No olvidemos que ya grabé un disco de C.P.E. Bach con el fortepiano. Es un instrumento que me atrae muchísimo también. En general, toda la música del siglo XVIII, especialmente. Y eso implica usar dos instrumentos diferentes: el clave y el fortepiano. Llevo 20 años estudiándolos a diario, así que no creo que se pueda considerar una incursión aislada. Todo lo contrario.

Es decir, que el día que está con uno no le hace mucho caso al otro…

Más o menos. La técnica de cada uno de los instrumentos difiere, como por ejemplo el tipo de ataque del dedo. No es imposible, pero sí más complicado llevar a la vez programas en los dos instrumentos al máximo nivel. Exige niveles de concentración más altos. Es difícil, pero se consigue. Es como los idiomas, cuando uno está de congresos, puede estar hablando en alemán y en inglés con diferentes personas en la misma sala. El acto de comunicar es el mismo, y el hecho artístico también, aunque el instrumento sea distinto.

Su último disco de Armand Louis Couperin recibió excelentes críticas tanto nacionales como internacionales. ¿No le da un poco de vértigo saber que tiene que seguir en esa dinámica, con una aceptación muy positiva?

Bueno, realmente es algo que me atrae, es un reto. Hasta ahora todos los discos que he sacado como solista han sido seleccionados como disco del mes, o disco del año… tengo 5 de 5. Espero que de aquí a unos meses sean 7 de 7.[1]

Y hablemos de Cantus, sello con el que ha comenzado a grabar. ¿Qué le aporta este sello discográfico?

Trabajar con José Carlos Cabello me aporta mucha tranquilidad. Sé que estamos de acuerdo prácticamente en todo, tenemos visiones muy parecidas de las obras y siempre hay un trato fluido y cordial con él, lo que tratándose de un trabajo hecho con tanta exigencia y a la vez tanta calidad, es una garantía de éxito. Cantus cuida la edición hasta el mínimo detalle. El lanzamiento de este disco de mis piezas favoritas de Couperin nos sirve para anunciar la integral de este compositor (¡10 discos!) que espero grabar en los próximos años. Va a ser un trabajo largo, pero emocionante. Por comparar, son más discos que grabar las 32 Sonatas de Beethoven…

No hablemos de Beethoven que ya ha pasado de Couperin a Haydn y quien sabe… Pero hablemos más de Couperin, quién y cómo es en el siglo XXI, porque su música está repleta de hallazgos e inventivas, como muestra en este precioso disco que, permítame decirle, es excepcional, su clave suena como nunca había sonado antes…

Es la segunda vez que uso este clave de Hill para una grabación, la primera fue el año pasado con el disco de Armand-Louis y que ya recibió vuestro premio en la parte técnica de “sonido extraordinario”. Algo tendrá que ver el instrumento, digo yo… La otra parte importante es la toma de sonido. La he trabajado mucho. Tengo grandes maestros en la parte técnica: Attila Virányi, Iker Olabe, Jesús Trujillo, que me han enseñado mucho y ayudado a la hora de elegir cómo grabar y qué microfonía usar. Les estoy muy agradecido. Y por lo que me dice, parece que no lo he hecho mal. Por otra parte, Couperin es un constante descubrimiento para los músicos actuales porque es un autor que te obliga a dar lo máximo de tu sensibilidad. Su complejidad no es solo técnica, sino de comprensión de su lenguaje refinado y extremadamente poético. Pero probablemente ahora cada vez entendemos mejor su música, su mundo delicado y único, que lleva casi 300 años esperando a que lo comprendamos. Tenemos que escucharlo e interpretarlo desde una mirada mucho más interior, mucho más frágil. Su música para el hombre del siglo XXI sigue siendo como las sombras errantes que él homenajea en una de sus obras más perfectas y a la vez más evanescentes y que está dentro del disco.

¿Puede contarnos algo sobre sus próximas grabaciones? ¿Qué más le apetece grabar? Porque cuando uno toma carrerilla…

No será por falta de literatura… Me falta casi todo. Las próximas grabaciones para los siguientes años, excluyendo las de François Couperin con Cantus, van a ser las obras completas de Armand Louis Couperin, como le comentaba antes, Fiocco y Balbastre para cumplir el contrato que tengo con mi otra casa discográfica, Brilliant Classics. Pero en algún momento haré algo de Bach y Mozart.

Sabía que tendría que llegar a Bach, salir de Francia es necesario, Monsieur Mahúgo…

Sin duda, Bach es mi asignatura pendiente, discográficamente hablando. Pero quiero darle una idea más moderna a ese disco que espero hacer dentro de poco. No creo que grabe las Variaciones Goldberg o las Partitas. Al menos con el formato que uno podría esperar.

Cambiando de registro. Háblenos de su parte docente, en el Conservatorio. Ya ha sido catedrático de piano en Asturias, instrumento al que claramente no se dedica ya. Ahora, según parece, le van a hacer catedrático en Madrid, esta vez como pianista repertorista, si no me equivoco. Mientras tanto, este verano le declararon “no apto” en Madrid para impartir clases de clave, pero a su vez le reclaman desde Andalucía y Galicia como clavecinista a ocupar sendas cátedras. ¿No le parece un galimatías?

El sistema es lo que es. Para la administración yo soy profesor de piano por la oposición que aprobé en 2002. El cambio a la especialidad de clave, a pesar de mis muchos méritos y de todo lo que estoy investigando y aportando al mundo clavecinístico, no se me acaba de reconocer. Por mucho que he intentado poder impartir clave, presentándome a los exámenes correspondientes, los tribunales madrileños que me han evaluado, algunos de ellos compañeros, no me han considerado apto para hacerlo. Sin irnos más lejos, el último, este mismo verano. Contradicciones de la vida, o como dirían los castizos, en todas partes cuecen habas… Como suele decirse también, nadie es profeta en su tierra.

Háblenos de sus próximos proyectos…

En este 2019 que acaba de comenzar, tengo previsto publicar al menos dos CD más; por supuesto también estarán las giras de promoción del disco Haydn y del disco Couperin. Precisamente, lo más ilusionante de sacar un disco es poder compartirlo luego con el público que se acerca a los conciertos. Afortunadamente, la música antigua está en un momento excepcional en cuanto a intérpretes y en cuanto a seguimiento por parte del público.

¿La música antigua es un valor al alza, entonces?

Afortunadamente, cada vez hay más gente entusiasta con nuestros conciertos, incluso más que con otras músicas. Eso nos anima como colectivo a querer mostrar aún con más ahínco lo maravillosa que resulta la música interpretada con los instrumentos originales y según las convenciones de la época: dar una visión más ceñida de lo que realmente sonaba en su momento, mostrar las obras sin esa pátina que da el tiempo y que puede llegar a desvirtuar el original. Es un auténtico placer para nosotros como intérpretes ver la expectación del público y la, casi diríamos devoción por este tipo de música. La gente se anima a saludarte al final, incluso a comprarte un CD inmersos en una especie de éxtasis místico que es sencillamente halagador.

¿Me firmará uno cuando lo reciba…? Ha sido un placer, gracias por su tiempo y feliz año 2019.

www.yagomahugo.com

por Gonzalo Pérez Chamorro


[1] Lo que Yago no sabía es que con Haydn, en RITMO iba a hacer un 6 de 6, entre los discos Recomendados de este mes de enero, vean la lista de los 10 Recomendados y la crítica del disco haciendo "clic" en, ACCEDER.

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