Mouvement es el nuevo disco de la pianista y compositora María Parra. Pero Mouvement es acción, música viva y, ante todo, “es un canto a la vida, pacífico pero sin concesiones, con todas sus connotaciones”. En pleno proceso del disco con el sello Orpheus, Alfonso Parra, reconocido pintor y padre de María, dejó este mundo. “En plena edición, en medio del dolor, este disco encontró su sentido, aun más si cabe”. “La vida es movimiento, requiere de todas nuestras energías para encararla con valentía, resolviendo sus entresijos, superando nuestros miedos. Es evolución, superación. Al igual que los compositores españoles como Granados o Falla que, para sobrevivir, tuvieron que marchar a París”. París, ciudad decisiva en la formación de la pianista, “La Ciudad de la Luz los acogió con inmejorables anfitriones como Debussy, para dar rienda suelta a sus talentos, igual que yo en su día marché allí para abrir un nuevo camino”. Esta influencia francesa no solo se trasluce en los títulos de sus discos (el anterior, Rêverie, ya era una excelente carta de presentación), el repertorio de María Parra se sustenta, en uno de sus pilares, en la música francesa.
“Mouvement es también naturaleza, esa que silenciosamente nos acompaña sin pedirnos nada a cambio, que nos nutre desde la tierra, nos agita con sus vientos, nos empapa con sus aguas y nos calienta con sus fuegos”. A modo de música, los elementos están presentes en Mouvement, descubriendo un nexo entre ellos, el piano de María Parra.
Tras Rêverie, ha pasado de estar musicalmente en un “ensueño” a estar en “movimiento”…
Estos dos discos los concibo realmente como un díptico, son como un pensamiento global autobiográfico. Tanto que, por circunstancias vitales, me encuentro soñando o repensando hace unos pocos años lo que yo había siempre querido que fuera mi vida, estando, en un momento dado, un poco mermada para poder pasar a la acción. El momento exacto en el que ya paso a la acción coincide, precisamente, con Mouvement; la acción es un torrente de acontecimientos que me empujan, por ejemplo, a cambiarme de ciudad, pero también a conocer la desgracia de la muerte de un ser querido. La muerte y sus paralelismos a un miedo, a una parálisis o a una frustración, todo lo que no es movimiento. Como la vida sigue, Mouvement ha tomado más sentido que en cualquier otro momento. Editando el disco, recibo la terrible noticia de la muerte de mi padre. Félix Ardanaz, responsable del sello Orpheus, me habla de detenerlo todo y tomarme el tiempo necesario para reponerme. Al día siguiente de volver de enterrar a mi padre estaba editando el disco, si cabe, con mucha más fuerza. Ese era pues mi homenaje a la persona que me inculcó, desde mi más tierna infancia, el amor por el Arte en general y la Música en particular y a él está dedicado el disco.
A qué edad recuerda que estudiando música ésta iba a ser imprescindible en su vida…
Pues a los 10 años. En una clase de piano mi profesor, que se quedaba dormido y ajustaba un despertador para cumplir los 20 minutos reglamentarios de cada clase, me veía totalmente entregada y entusiasmada, aunque él no ponía nada de su parte. Como le hacía gracia mi pasión, me preguntó, “¿y tú qué quieres ser de mayor?”. Le contesté que quería ser pianista y tocar en grandes escenarios, así de rotunda fue mi respuesta… El hombre se rió de mí… Aquello no lo tomé muy bien, ¿qué sentido tenía que me enseñara piano si se reía de mis ilusiones? Esa actitud me sirvió de revulsivo…
¿Aquella pequeña María soñaba con ser la María de hoy? ¿Es hoy en la que soñaba convertirse?
Voy siendo lo que espero sobre la marcha, haciendo camino al andar. Hay algo que suelo repetir, que la vida es un camino de largo recorrido y que acaba justamente cuando toca irnos. En ningún momento debes decir “ya he llegado”, porque es cuando no habría motivación alguna para seguir. Si se pierde la ilusión es como clamar a la muerte, a la física o espiritual…
Proviene de una familia donde el arte es un elemento muy vivo y activo, ¿qué valor le da a la música, arte o entretenimiento?
Para mí la música es lo que me une a la vida, es decir, si me quitan eso, y lo he comprobado, me voy extinguiendo. Es como el oxígeno, al menos en mi caso, por como percibo la existencia, si no fuera por la música y por el amor que profeso por lo míos, yo no estaría viva. Y hablo viva físicamente! Creo haber contestado a su pregunta…
Porque el contacto con su instrumento, además, es diario…
En mi caso tiene que haber un contacto diario físico con la música, donde haya un desgaste de energía. Es como un sacerdocio pero al mismo tiempo una lucha contra los elementos, ponerte retos y superarlos… Es esto lo que me hace sentirme viva. El instrumento es una medida conmigo misma en el que no me puedo engañar. Ahí está el reto. Del mismo modo que como pianista que toca para un auditorio, mi deber es despertar una fibra sensible en el público, una emoción, si no es así, hay algo que no funciona. Si no hay una entrega, un darlo todo por hacer feliz al otro, sin esperar nada a cambio, ni la música ni el amor tienen sentido.
Qué diferencias hay entre la María Parra de Rêverie y la María Parra de Mouvement…
Aquella María Parra se sorprendió mucho del eco y la buena acogida que tuvo el disco Rêverie. En Mouvement se materializa con “movimiento”, con energía y dota de sentido al trabajo que hago. Aquella María daba pasos para llegar a la actual María…
¿Hablamos de música?
Oui, allons-y!!...
En Mouvement fusiona Debussy con la música española de Granados y Falla… Como en Rêverie, que también se entremezclaban, con el añadido de Schumann…
Debussy siempre ha sido uno de los compositores con los que me he sentido identificada, así como con Schumann. De pequeña tuve la suerte de poder escuchar mucha música y fantaseaba con lo que oía. Con Debussy se proyectaban imágenes en mi mente y su música era el guión perfecto para crear mis propias historias. No era de las que veían colores, pero sí veía historias. De hecho, Debussy siempre me ha provocado placer escucharlo por su visualidad y su plasticidad. La pintura de mi padre también influyó en estas asociaciones y mi pasión por la pintura impresionista también debe influir… En cada estancia en París debo hacer mi visita obligada al Musée d’Orsay, y mis pasos, sin que los guíe, me llevan siempre a las salas del Impresionismo.
En España la ven como una pianista española de influencia francesa, pero en Francia creen todo lo contrario, que es una pianista francesa con influencia española…
Quizá sea ambas cosas… Mi formación musical es española y francesa, tuve especializaciones durante tres años con los prestigiosos profesores del Conservatorio Superior de Música de París, Jacques Rouvier y Prisca Benoit. Es curioso, la última vez que estuve en París, hace muy poco, hablando con la gente en francés, me preguntaban de que parte de Francia era… Los que me conocen saben que soy española, pero algunos aquí me llaman “la chica parisina…”.
Si entonces Debussy son imágenes, nada casual ha sido grabar el primer libro de las Images…
El primer libro de las Images es un ciclo que tenía recientemente trabajado. El concepto “mouvement” se identifica plenamente con este ciclo, ya que la última pieza del mismo se titula Mouvement. Si en Rêverie el disco tomaba su título de una de las piezas de las Escenas de niños de Schumann, quizá la más conocida, Ensueño, este segundo disco, que forma díptico con Rêverie, debía tomar su título también de una de las piezas del contenido. También se imponía un sentimiento franco-español, tanto en el repertorio como en ese estrecho vínculo de los compositores españoles que tuvieron que desplazarse a París ante el bloqueo que sintieron en España, sin poder evolucionar como querían como músicos, encontrándose en París con el verdadero movimiento que necesitaban encontrar. Otra vez la palabra movimiento…
Hommage à Rameau es una interpretación muy personal…
Cuando estudio este Debussy, y cuando estudio en general, suelo atender y fijarme mucho en las “tripas”, en la armonía, en el entramado de la propia música. Es como encontrar las conexiones internas que no se aprecian a simple vista. Siempre he pensado y creo también haberlo expresado públicamente, que el intérprete debe tener respeto absoluto por lo que ha escrito el compositor, pero tampoco hay una sola manera de interpretarlo. Y dentro de la recreación, que sería la interpretación, (el paso siguiente que hay para darle vida a la música), sí que podemos y debemos aportar algo nuestro, que es lo que nos da un sello de identidad a cada intérprete. En mi caso, al apasionarme el Impresionismo, trato de buscar las conexiones, la “pincelada” que considero que es la idónea para esta música. En Hommage à Rameau, al ser un tempo lento, me he recreado más, mi caballete y mi pincel han tenido más tiempo para desarrollar una idea…
Si ahora mismo tuviera que elegir un programa para ofrecer un recital in extremis, ¿cuál sería…?
Dependería de algunas cosas, pero rondaría las obras que afronto en este disco, en Mouvement. Probablemente sería un programa franco-español, incorporando alguna Goyesca de Granados, aunque no esté en el disco… Seguramente sería El Amor y la muerte…
Antes del Granados que sí está en el disco, el viento toma protagonismo con tres Preludios de Debussy…
Son tres formas diferentes de movimiento aéreo… Por una parte Voiles (Velas ondeando al viento), para pasar a Le vent dans la plaine (Viento que corre sobre la llanura) y culminar con la energía que se despliega en Ce qu’a vu le vent d’ouest (Lo que ha visto el viento del Oeste). Es una progresión ascendente del aire, de su implicación sobre las cosas y su consecuencia. Hay en este grupo de Préludes un elemento presocrático vital, el aire, mientras que en Debussy estaría el agua y en el Falla del que ahora hablaremos estaría el fuego…
Nos faltaría la tierra, quizá Granados y sus preciosas Danzas españolas que usted trabajó con Alicia de Larrocha, de quien obtuvo el Máster de Música Española en la Academia Marshall.
Al diseñar el contenido del disco, quería tener en cuenta a Granados, pensé, quizás, en alguna de las Goyescas, pero son piezas que, aunque se toquen independientemente unas de otras, yo las veo como un ciclo unitario, aunque le haya citado El Amor y la muerte, sin duda mi favorita, o Quejas o la Maja y el Ruiseñor, que ya figura en Rêverie. Por otra parte, las Danzas Españolas sí son músicas con una independencia unas de otras, que sin dejar de ser un Granados grande, tienen una naturaleza más humilde que las Goyescas y provocan una melancolía especial con su delicada belleza, tanto la Oriental como la Andaluza, las dos que elegí grabar como intermezzo antes de Falla y tras Debussy.
¿Su experiencia con Alicia de Larrocha era como estar en el país de las maravillas…?
Alicia era en sí una maravilla, una fuerza de la naturaleza. Recuerdo que, contestando a su pregunta en relación a mi experiencia con ella, hacía mucho hincapié en diferentes aspectos a la hora de abordar el estudio. Recuerdo particularmente su explicación sumamente original de cómo organizar el rubato. Para que este fuera natural y que yo lo entendiera, en la primera página de los Requiebros me pintó el marco de un cuadro, donde dibujó curvas, que servían para organizar el rubato, ya que del marco no podía salirse uno, que sería como los compases involucrados en él dentro de la partitura. El rubato en la música española es un asunto delicado… Después daba importancia a que hubiera una arquitectura coherente de principio a fin, con una construcción tanto en vertical, con sus armonías y bajos (muy importantes por ejemplo en Iberia), como en la línea melódica en horizontal. El ritmo era de una pulcritud exquisita, bien organizado en sus jerarquías de tiempos o partes de tiempo fuertes con relación a los débiles. Pero destacaría el hermoso sonido que era capaz de sacar del piano. Y en general decir que era rigor, honestidad, entrega y una incansable trabajadora del instrumento.
Más música española, Falla… Me ha sorprendido su visión tan pura, tan limpia y clara de la Fantasía Bética…
Como le dije, de niña escuché mucha música. Especialmente una dejó una profunda huella, que fue el Concierto para clave de Falla, en el que lógicamente no hay pedal en el solista… Como también lo hizo el Retablo de Maese Pedro. Son Fallas que van a la esencia, al hueso y supongo que inconscientemente me habrán influenciado…
Tengo entendido que la heredera de Falla, Isabel García de Paredes, que es la sobrina-nieta del compositor, está encantada con su versión de Falla, tanto del Sombrero de tres picos como de la Fantasía… Sí, parece ser que le ha encantado… Hablando con ella recientemente, me dijo que Don Manuel, como lo llama ella, era un hombre que aparentaba frialdad, comedimiento y serenidad, pero Isabel afirma que era un hombre muy apasionado. Las apariencias frías de muchas personas son como una capa de protección, que en Falla sin duda servía para tal. Falla encontró en su música el canal de expresión de su propio fuego, el elemento esencial que combina con el agua y el aire. Falla es como un volcán, puede estar apagado aparentemente, pero explota tarde o temprano.
¿Cómo ha evolucionado su Fantasía Bética?
Principalmente mi evolución con la Fantasía ha sido en las partes rítmicas, que creo haber perfeccionado. Es un ritmo “sin concesiones”. La Bética fue la última obra que toqué en clase con Alicia, cuando ya nos citaba uno a uno, en 2004. Tocar este titán ante Alicia me imponía un gran respeto; yo tocaba lo que entendía que era “mi” Fantasía Bética. Recuerdo que le gustó mi concepción estética de la obra, tan racial, ahora más perfeccionada para Mouvement; Alicia insistía en que, ante todo, no había que hacer concesiones con el ritmo en determinados pasajes…
En RITMO tenemos pasión por las respuestas con ritmo, prosiga…
Claro… Si ve mi partitura, mis indicaciones escritas están muy claras: ritmo, ritmo y ritmo. Sin embargo en el Intermezzo entrevemos la influencia impresionista con absolutamente otro carácter, otro color, nada brusco, para retornar, a continuación, a la explosión rítmica del principio… Esta música me ha acompañado mucho durante mi vida, me atrevería a decir que es una prolongación de mi personalidad, en la que hay ritmo y energía, honestidad y sensibilidad.
¿Quiénes podrían ser sus padres artísticos?
Martha Argerich y Nelson Freire, sin duda. Podría decirle muchos motivos por los que los admiro desde niña, por fortuna también me unen más cosas.
Hablaba de honestidad y sensibilidad, cualidades también para un compositor, del que este disco vuelve a tener una petite muestra suya con María Martha Tango…
Sí, es un tango dedicado precisamente a Martha Argerich. Le cuento la historia… Tras un concierto en París en la sala Pleyel de Argerich, en enero de 2012, en el que yo estaba en primera fila, al terminar fui corriendo a los camerinos sin saber muy bien que hacía. Corría tan ágil como me dejaban los tacones, había un trecho muy grande para quien no acortaba por el escenario y subía por las escaleras. Cuando llegué Martha estaba sola, fumándose un cigarrillo y comiendo un plátano, una y extraña, pero típica, combinación en una persona como ella. Al verme jadeando, me preguntó que quién era yo, y le contesté que me llamaba María, María Parra para más señas, y que era pianista española. Ella me dijo que también se llamaba María, María Martha para más señas, y que era pianista argentina… De hecho, los que la conocen bien, saben que su nombre completo es María Martha. Un año después, en Barcelona, le escuché tocar como bis, con Gidon Kremer, un tango de Piazzolla. Tenía tal swing jazzístico que me motivó a componerle un tango. Le dije que me había encantado y que pensaba componerle uno. “¿Vos componés?”, me dijo… En ese instante me di cuenta de la temeridad que había cometido y, al día siguiente, me encerré en mi casa a componer y debo reconocer que me salió de un tirón… Fue una experiencia intensa y feliz. En dos días ya lo tenía hasta escrito. Lo que me quedaba era entregárselo, cosa que hice al año siguiente. La situación es esta, las casualidades surgen y sus consecuencias son, en este caso, haber compuesto un tango. Mi intención no fue ser oportunista, simplemente lo compuse de corazón, en base a la espontaneidad del momento, simpatía y complicidad. No espero nada más.
Viene de ofrecer un recital en París basado casi por completo en el repertorio de Mouvement…
Fue con motivo del 30 aniversario de una empresa francesa muy importante, que pretende desarrollar sus actividades financieras con mayor presencia en España. Mi francofonía fue un elemento decisivo para protagonizar el recital y unir así a los dos países, el programa además era puramente franco-español. Al ser un concierto ante un público que se encasillaba en el mundo empresarial, al principio tenía ciertos prejuicios con ellos y que su atención decayera durante el concierto, pero allí mi sorpresa. No solo no tenían los tics habituales del mundo empresarial, sino que además sabían perfectamente qué música estaban escuchando. Cuando luego hablé con algunos de ellos al término del recital, conocían perfectamente el mundo musical y artístico del Impresionismo, pero no solo conocían los compositores franceses, sino también los españoles. Además sabían de los intérpretes que motivaron las obras, como Viñes, o de los artistas coetáneos en otras ramas, como pintura o literatura. Me sentí totalmente sorprendida y satisfecha de que mi esfuerzo llegara a un público que supiera reconocerlo. Tuve la suerte, por qué no decirlo, de que me quitaran los discos de las manos, no me quedó ningún ejemplar de Mouvement…
Madrid ya conoce su arte porque ha ofrecido recitales en el Festival “Clásicos en verano” de la Comunidad de Madrid o en la Fundación Olivar de Castillejo… Y tengo entendido que dirige un Festival en Tarragona…
Y con otro en ciernes, esta vez en Reus, que Vermuts Miró está apoyando de manera muy sólida. Mis festivales se basan en la conjunción veraniega de música, con músicos no muy conocidos pero de enorme calidad y degustaciones en entornos de patrimonio histórico singulares. En este país, en líneas generales, los gestores musicales eligen lo más actual, lo que está más de moda. Hay músicos que necesitan apoyo que deben recibir de los gestores culturales. Esa es mi labor en mis festivales, programar músicos muy buenos aunque no jueguen en la liga de la primera división. En base a cuatro años de trabajo en el Bouquet Festival de Tarragona, Vermuts Miró ha depositado en mí su confianza para desarrollar un nuevo festival en Reus junto al patrimonio modernista de esa ciudad, que volverá a tener en cuenta las degustaciones, los entornos históricos y la apuesta por buenos músicos, preferentemente de esa zona, entre los que me encuentro.
Entre esos músicos de la zona está la Orquestra Camera Musicae, que dirige Tomàs Grau y que ha cumplido su décimo aniversario, con los que interpretó un Concierto para piano de Mozart, el n. 13…
El 13 es un número con el que me siento muy cómoda… Nací un martes y trece, si pone un trece en mi vida me voy disparada hacia él… (risas). Decidí el n. 13 por su belleza pero también por este motivo, no se sorprenda… Tomàs Grau está haciendo una labor importantísima con esta orquesta y cuenta ya con intervenciones de grandes nombres solistas internacionales. Fue una colaboración estupenda de la que aprendí muchísimo y que me procuró grandes satisfacciones. Lo interpretamos por diversos lugares de Cataluña.
Trece enhorabuenas entonces, ha sido un verdadero placer.
¡¡Gracias!! Y por cierto, en Mouvement, sin pretenderlo, salen finalmente 13 tracks. Casualidad… (amplia sonrisa).
https://mariaparrapianist.com/
por Gonzalo Pérez Chamorro
Fotografías de © Michal Novak