El milagro sinfónico se ha producido en Alicante, donde un auditorio, ADDA (Auditorio de la Diputación de Alicante), acoge a la ADDA·Simfònica, una orquesta de luz, “luz para crear en la tierra de la luz”, como indica su director titular Josep Vicent, que nos habla de este proyecto: “nunca en mi vida había sentido tanto deseo de construir profesionalmente como en esta etapa frente a ADDA·Simfònica”. La orquesta, que diseña una programación estelar en cada temporada, está amparada por una administración como la Diputación de Alicante, y desarrolla su programación en el ADDA, “el ADDA es nuestra casa, una casa excepcional de acústica única que creó el fantástico arquitecto García Solera con un techo flotante que juega con la presión del sonido como un gran instrumento de cuerda; algunos abonados lo llaman ‘el Stradivarius’”. Y hablando de las principales características de esta orquesta, que también mantiene una intensa actividad de grabaciones discográficas (recientemente el álbum “Book of Great Ballets” dedicado a Stravinsky y el inminente RITMO “The Chick Corea Symphony Tribute”), Josep Vicent nos habla de “la flexibilidad y la empatía, la que nos permite tocar juntos de verdad, en el sentido más amplio. También la energía que le da al sonido una dirección y proyección esenciales. La energía es, en mi opinión, la diferencia entre la vida o la muerte de la música”. Pues energía y luz, dos grandes sensaciones vitales que dan sentido a ADDA·Simfònica, que en junio además prepara una Bohème de Puccini con escena de Emilio Sagi. Pasen y vean.
Comencemos hablando de la formación orquestal ADDA·Simfònica, de la que usted es su director musical, una orquesta que tiene la misma luz que desprende el mediterráneo alicantino…
ADDA·Simfònica es realmente un proyecto muy especial que se encuentra, sin duda, en un momento de inspiración, de luz, como usted dice. Un grupo de músicos único, le hablo por mi experiencia, con quienes vivo en un tándem creativo emocionante, con gran personalidad sonora y capacidad técnica. Esto nos permite afrontar repertorios y proyectos de enorme diversidad estética y con muchas garantías. Todo un lujo. Nunca en mi vida había sentido tanto deseo de construir profesionalmente como en esta etapa frente a ADDA·Simfònica. Siento que los conciertos, junto a ellos, son auténticas aventuras y ciertamente es un proyecto al que auguro un enorme y bello futuro. Por otra parte, estamos haciendo discos que nos enorgullecen en colaboración con Warner Classics, como la integral Saint-Saëns o el álbum en LP/CD RITMO “The Chick Corea Symphony Tribute” y, también con Aria Classics, el disco-libro con los tres grandes ballets de Stravinsky (el lector puede leer la crítica en el número de abril de RITMO y en la web ritmo.es, pestaña “discos / discos recomendados” -nota del editor-). De hecho, nos esperan más ambiciosos proyectos discográficos futuros, y ya iniciamos las grabaciones con Josu de Solaun para la integral de los Conciertos de piano de Bartók. En los últimos meses hemos actuado en salas y festivales españoles como el Palau de les Arts o en el Auditorio Nacional de Música, así como también fuera de nuestras fronteras, con el doble concierto en Berlín. Miro con ilusión hacia los conciertos con la Novena Sinfonía de Beethoven de gira en España con el Orfeón Donostiarra como “partner” creativo, o la gira en Japón durante la próxima temporada. Me gusta que hable usted de la idea de la luz… Luz para crear en la tierra de la luz…
Es una orquesta que se ha hecho a la acústica del ADDA (Auditorio de la Diputación de Alicante), pero, ¿qué supone dirigirla en otros escenarios, como los que ha citado? ¿Es como para un tenista pasar de la hierba a la tierra?
El ADDA es nuestra casa, una casa excepcional de acústica única que creó el fantástico arquitecto García Solera con un techo flotante que juega con la presión del sonido como un gran instrumento de cuerda. Algunos abonados lo llaman “el Stradivarius”. Nuestra orquesta pertenece a la Fundación de la Comunitat Valenciana, ADDA, que financia la Diputación de Alicante. Creo que el momento del concierto, de cada concierto, es un momento de reajuste, de poner en marcha todos los mecanismos conscientes y subconscientes como músicos para eficazmente hacer un proceso de adaptación, aceptando la influencia del espacio y del momento único que se produce. Eso pasa igual en un escenario propio “conocido” que en gira en otros auditorios, porque son muchos los factores que influyen en la física del sonido (no solo la acústica). Por supuesto que con ADDA·Simfònica, formada por solistas de auténtica entrega apasionada, este proceso de adaptación es un placer que nos acaba llevando a nuevos territorios inexplorados. Cada interpretación de una obra es, ha de ser, un hecho creativo único, intransferible, sea en casa o fuera. Si no es así, no se puede llamar música en su sentido esencial profundo.
Uno de los grandes avances de este proyecto es el propio ADDA, que produce con una iluminación especial y proyecciones sensaciones más allá del sonido…
Primero la música, pero siempre he creído en las posibilidades de la interacción de disciplinas artísticas en general. La convivencia de la escena y la música, la luz o el cine en los escenarios, en diferentes medidas y/o recursos para optimizar el hecho del concierto con sensibilidad y amor. Es una auténtica maravilla, bajo mi punto de vista, el acento emotivo que se le puede aportar a la música, sin invadir su esencia. Eso intento cada vez. Llevo haciendo esto toda la vida y es ahora cuando parece que poco a poco se consolida la fuerza de esta manera de entender el uso de los recursos escénicos como parte de un todo. Las nuevas generaciones de públicos están mucho más acostumbradas. Pero, atención, entre la belleza y la horterada hay una línea muy fina… y en el fondo, no hay que olvidar que la esencia de la música, el sonido, con los ojos cerrados, escapándonos de la realidad, es el punto de partida y la expresión de su máxima pureza.
En breve, en junio, hacen nada menos que una Bohème de Puccini con escena de Emilio Sagi… Hay que tener mucha “gelida manina” para afrontar este reto…
Sí, una “gelida manina” en otro sentido, claro… Espero que nuestra Bohème esté repleta de vida… ¡Trabajar con el maestro Emilio Sagi es una garantía indiscutible! Su nivel de conocimiento del libreto es tal, que sientes estar como en una “master class” continua… Y eso que he trabajado y compartido, de un modo u otro, mucho con él. Desde la primera vez en el Teatro Real, donde me invitó a trabajar como asistente del maestro Alberto Zedda en aquella mítica producción rossiniana de Il Viaggio a Reims, en la que acabé dirigiendo varias funciones con un cast joven español que fue premonitorio, prueba de que el maestro Sagi es un visionario. El año pasado creamos juntos una nueva producción de Carmen inolvidable, y ésta Bohème nace con unos mimbres y un cast que incluye a Ramón Vargas, Beatriz Díaz, David Menéndez, etc., es decir, será increíble.
Si hay convivencia y entendimiento, ¿es todo posible con ADDA·Simfònica?
¡Lo que seguro es posible es no dejar de soñar! No parar de construir… Esa es nuestra obligación y lo que da sentido a esta profesión de músico.
No podemos dejar de hablar de algo espectacular como el proyecto sinfónico de la música de Chick Corea…
Si, en efecto. Se lo nombraba anteriormente y sabía que me lo iba a preguntar…, porque es realmente un milagro cómo se ha puesto en pie esta producción que se ha convertido en un proyecto discográfico maravilloso de la mano de Warner Classics y con el apoyo y la complicidad del equipo de Chick Corea. ¡Imagine juntos en un escenario a nuestra ADDA·Simfònica, con una capacidad de ritmar única, y una combinación de solistas que hace confluir estilos con una naturalidad apabullante! Gente del jazz, del flamenco, del tango, de la clásica, todos de la mano imbuidos en los temazos ya históricos de Chick Corea por primera vez en este formato… Junto a nosotros en este viaje: Paquito d’Rivera, Emilio Solla, David Pastor, Antonio Lizana… ¿Todo un lujo no? Es nuestro segundo disco con Warner tras el álbum integral con la música de Saint-Saëns y estamos muy emocionados con el proyecto. Seleccionamos los temas con mucho cariño y cuidado para formar un puzle lo más redondo posible. Es curioso, ya que cuando yo era un niño soñaba con un Armando’s Rumba sinfónico… y ya es una realidad.
Con ARIA classics publicaron hace muy poco y elogiado en RITMO “Ritual Dances”, un álbum con los ballets de Stravinsky grabados en directo, sin trampa ni cartón, sin aditivos…
Me encanta reflejar en un disco la fuerza del directo. Esto sólo es posible si la orquesta es capaz de ofrecer un nivel de calidad muy alto en cada uno de los conciertos; éste es el caso de ADDA·Simfònica. Las grabaciones en directo se sientan vivas, frescas, sin complejos. Estoy realmente muy orgulloso de un trabajo discográfico que he podido hacer de la mano de un productor maravilloso, y también músico, que es Fernando Arias. El álbum “Book of Great Ballets”, que recoge los tres grandes ballets de Stravinsky en una integral, es además un objeto bello en sí mismo y que apetece tener entre las manos. Le doy muchísimo valor a esto en la época en la que vivimos, donde cada vez más el disco físico pierde la batalla contra la agilidad y la rapidez de Internet, sus plataformas y las redes sociales. “Book of Great Ballets” es un disco libro repleto de textos, fotografías y una textura que, como le digo, apetece tocar con las manos. Todo esto completa la experiencia de escuchar en directo esos magníficos ballets. La música de Stravinsky ha sido una columna vertebral, una referencia y un espejo de aprendizaje durante toda mi vida; por ello, sinceramente, todo mi agradecimiento y conexión con este álbum.
¿Cuáles son las principales cualidades de ADDA·Simfònica?
La flexibilidad y la empatía, que nos permiten tocar juntos de verdad, en el sentido más amplio. También la energía que le da al sonido una dirección y proyección esenciales. La energía es, en mi opinión, la diferencia entre la vida o la muerte de la música.
¿El respaldo de una administración es esencial para mantener un proyecto de tanta envergadura como este?
Por supuesto. Sí. La relación con la administración ha de ser equilibrada en el sentido que la administración mantiene/soporta el proyecto desde el punto de vista financiero (por supuesto en colaboración con los aportes de público y sponsors) y la institución cultural, ADDA·Simfònica en este caso, se responsabiliza de multiplicar el efecto social, promocional, pedagógico y cultural, incluso lúdico diría, de la aportación recibida. Así lo veo yo y así es la relación que mantiene ADDA·Simfònica con la fundación a la que pertenece y la entidad pública que la mantiene. Por otro lado, nuestra orquesta se ha convertido en imagen y proyecto de exportación del territorio en el que vive más allá de sus límites. Nuestros conciertos se enmarcan no sólo en el terreno de la exigencia de calidad y la inspiración de abonados y públicos, sino también en el entorno de compromiso social en hospitales y residencias, así como en actividades pedagógicas y familiares.
Desde 2015, que comenzó su andadura con ADDA·Simfònica, ¿cómo ha crecido la orquesta?
Aparte del crecimiento de plantilla, es ya una formación con una personalidad muy desarrollada, sonido y estética propia. Nos hemos convertido en un equipo.
¿Y nos puede avanzar algo de la próxima temporada con ADDA·Simfònica?
No debería aún… no me tiente… En pocos días se conocerá la nueva programación, pero le puedo compartir que va a ser la temporada de las grandes pasiones. Empezando por la enorme pasión de toda la gente del ADDA y ADDA·Simfònica, que hacen un trabajo descomunal para poner en pie una temporada que va a ser muy potente.
¿Cómo se siente Josep Vicent cuando dirige a otras formaciones sinfónicas?
Siempre me han gustado los retos, las proposiciones de proyectos que te hacen crecer, porque tienes la obligación de aprender nuevos repertorios o maneras de funcionar de otras orquestas sinfónicas, descubrir nuevos territorios sonoros y sus países, así que a priori me siento un privilegiado. Pero también he de decirle que soy un músico que disfruta de un modo muy especial el trabajo en profundidad y a largo plazo. Por eso prefiero las colaboraciones con orquestas a las que ya conozco o con las que me une una relación especial. Nada iguala a la intimidad que tengo ahora mismo con ADDA·Simfònica. Y eso se refleja en el resultado. Intento, en todo caso, que las nuevas influencias sirvan para enriquecer el futuro.
¿Cómo nace una idea, un proyecto? ¿Se medita, se reflexiona o la simple intuición y el instante lo materializan?
Permítame utilizar este “haiku” de Pablo Picasso que nos va como anillo al dedo: “La inspiración existe, pero ha de encontrarte trabajando…”. ¡Pues eso! Le confieso que paso muchas horas en el proceso de construir ideas.
¿Hay misterios en la orquesta sin resolver?
¡Sin duda! Jajaja... Cada día más.
Y no puedo evitar preguntar a un amante de la navegación si ADDA·Simfònica y ADDA Alicante van viento en popa a toda vela…
Hemos aprendido a “ponernos a la capa” si es necesario, “correr la mar” o “capear temporales” para seguir aprendiendo y crecer. En ese sentido sí, a toda vela, venga el viento de donde venga. Nuestra estrategia es el amor por la música y la entrega sincera. ¡Ah! Y trabajo, trabajo, trabajo… Como en la mar.
Le deseamos la mejor navegación al frente de esta nave como es ADDA·Simfònica, gracias por su tiempo.
por Gonzalo Pérez Chamorro
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