Como el pan recién salido del horno, acaba de presentarse la nueva temporada del Teatro Real, la cuarta de Gerard Mortier, que la ha moldeado de forma exquisita e inteligente, muy al estilo de las anteriores, pero con una particularidad, porque la confianza que han depositado en él, especialmente el nuevo director general, Ignacio García-Belenguer, ha dado como fruto una temporada tierna y crujiente, principalmente sabrosa, muy apta, parece que por fin, para todos los sectores de público de la música madrileña y española.
Con un recorte presupuestario importante, Mortier ha recogido todas las miguitas posibles y no ha desperdiciado ni una. Optimizar los recursos de tal modo, como ha hecho, es la solución frente a la reducción presupuestaria, que es en esencia lo que Mortier mejor ha sabido hacer en la planificación de la temporada 2013-2014.
El inconveniente de presentar ahora la próxima temporada es que aún se está inmerso en otra, en la presente, que sí ha despertado más dudas por parte de un sector del público conservador, todo hay que decirlo, que no paladea con igual placer las obras y producciones más innovadoras como las más clásicas y, por tanto, con más posibilidades de escuchar en cualquier lugar del mundo, llámese España, o en cualquier momento, de ahí su adjetivo: clásicas que, el diccionario, entre otras acepciones, define como “obra que se considera digna de imitación en cualquier arte”.
Este año, como bien dijo el propio Mortier, se esperaba que la crítica le iba a venir por parte de The Perfect American, que trataba a un Walt Disney menos Disney y más humano y controvertido. Nada de eso, ha sido un éxito rotundo. En cambio, lo que parecía que iba a ser un éxito, al menos contentaba a esa parte de público que “solo” quiere escuchar “Verdis” y grandezas como esta, el Macbeth, fue el que levantó verdaderas polémicas.
Por tanto, queda claro que si se programan títulos más conservadores, se puede estar expuesto a la misma crítica o, a una crítica más feroz, que si se programan títulos más especializados. Así ha sido demostrado esta temporada, que aún no ha concluido.
Entre las novedades que ofrece el Teatro Real, está la friolera de seis nuevas producciones de doce totales. Un logro desde el punto de vista económico, que con menos presupuesto, ha dado una mayor rentabilidad cultural.
Desde RITMO apostamos por temporadas como la próxima del Real, que nos ofrecerá desde el gusto más exquisito y refinado hasta el más tradicional y conservador. Veamos: hay títulos como Il barbiere di Siviglia, L’elisir d’amore, Tristan und Isolde, Lohengrin o Les contes d’Hoffmann, que son auténticos clásicos. Por otra parte, encontramos rarezas tan apetecibles como Die Eroberung von Mexico, de Rihm, o Brokeback Mountain, de Wuorinen, que cumplen con su función innovadora y regeneradora de público.
Puede ser que Verdi, homenajeado en 2013 al igual que Wagner, esté menos presente en la temporada 2013-14, pero sí lo está en la actual, que abarca una parte del año de los aniversarios. En todo caso, creemos que Verdi, como Wagner, no necesitan de tartas de cumpleaños para estar en los teatros.
Cuando hablamos de una temporada inteligente, hablamos de que las óperas, entre sí, tienen temáticas comunes, como puede verse con facilidad entre L’elisir d’amore, Tristan y Brokeback Mountain, que además desvela la pasión que siente su programador por los amores “imposibles”.
Concluyendo, temporada importante, muy bien planificada, de estrenos y aciertos en el repertorio, que, principalmente, ha hecho del Teatro Real el ejemplo a seguir con la muy buena administración de los recursos económicos que, como todo el mundo sabe, son en todos los casos, cuando hablamos de cultura, menores que antes.