No Pedro, compañero de batallas durante tantos años, no te equivocas cuando en tu artículo, titulado 900, de la página siguiente (página 6 de la revista 900), nos animas a sobrevivir ante el reto de navegar sobre las aguas turbulentas que provocan las actuales (y provocarán sucesivas) crisis económicas, políticas, culturales y de los medios de comunicación en general. En RITMO vamos a intentar mantener un rumbo firme, a pesar de este terrible viento de proa que soportamos desde hace años. Esperemos que el temporal no haga zozobrar nuestras ilusiones y proyectos. Como bien dices en tu artículo sobre la historia de RITMO, la revista siempre se ha sabido adaptar a las circunstancias de cada momento, manteniendo el espíritu de su fundador bajo el control de los sucesivos directores. En 87 años (un mes para cumplir 88) gran número de avatares han afectado a la supervivencia de la publicación; pero la perseverancia, el sacrificio de sus gentes y esa visión de futuro, que siempre nos ha permitido adelantarnos a los problemas y situaciones adversas o cambiantes, han permitido que la publicación llegue a su número 900 y con la ilusión de seguir en el mercado.
Quedaron atrás los años en los que los distintos Gobiernos apoyaban a los editores culturales sin titubeos, con publicidades institucionales, suscripciones colectivas a bibliotecas públicas y subvenciones a proyectos concertados, por no entrar en las escasas y sectarias ayudas de la iniciativa privada. También dejamos atrás los tiempos gloriosos de la industria del disco y de sus equipos de reproducción sonora, que aportaban fuertes ingresos de publicidad. La consolidación de los distintos teatros, auditorios y orquestas, instalados durante la transición democrática del país, que en su día ofrecían gran número de anuncios, con el fin de darse a conocer y fijar sus señas de identidad, ha reducido estos a mínimos testimoniales, muchas veces justificado por sus propios problemas económicos. Por otro lado, las revistas culturales han tenido muy poca presencia en las campañas publicitarias de las grandes agencias para sus productos estrella, ni siquiera los de lujo, salvo algunas excepciones. En las cuentas de una publicación, los ingresos por publicidad deben suponer más del 50%. Cuando la publicidad casi desaparece y la que se mantiene es a unos precios bajos nunca antes vistos, la viabilidad de las publicaciones queda seriamente comprometida.
Si la crisis publicitaria ha sido un duro golpe para las revistas musicales, no lo ha sido menos la influencia de Internet y de las redes sociales. Desde esta misma página editorial ya hemos comentado el efecto disuasorio del “todo gratis” de la red para los compradores de revistas y de música. Críticos consolidados opinan desde sus blogs personales con actualizaciones casi diarias. Estructuras unipersonales publican buenos portales y páginas web con ingente información, sin una dedicación profesional. Facebook aporta un aluvión de datos, comentarios y material gráfico, que nos desborda por su volumen. Twitter remite cada día, cada hora, cientos de noticias musicales resumidas. YouTube ofrece en vídeo y audio entrevistas, conciertos, óperas... Y esta pequeña revolución del todo gratis no ha hecho más que empezar, pues nos dejamos en el tintero otros muchos servicios online, sin compromiso de pago, que Internet ofrece, siendo RITMO también, a día de hoy, un elemento muy activo y al alza en la red.
También habría que analizar qué es lo que el consumidor de música clásica demanda en estos nuevos tiempos, tanto a nivel de información como de consumo propiamente musical. Existen ya varias generaciones de aficionados (digamos que entre los 15 y 55 años) que viven a diario en las nuevas tecnologías. Para ellos el centro de información y consumo es su teléfono móvil (Smartphone). Su teléfono les hace llegar todo el flujo informativo gratuito de la red, permitiéndoles también escuchar música a la carta o en streaming, la mayoría de las veces sin coste, con una muy aceptable calidad. ¿Estos aficionados en la actualidad tienen realmente la necesidad de gastar dinero en música grabada, de comprar una revista de música clásica o de ir a los conciertos?
Todo lo anterior nos abre gran número de incógnitas de cara al futuro cuando estamos sentados ya en nuestro numero 900. Creemos que, en todo caso, un vez más, RITMO se ha vuelto a adaptar a este nuevo escenario. Mantenemos con tenacidad nuestra revista en su edición en papel y digital, con cien páginas cada mes y alto nivel informativo y crítico. Tenemos consolidada nuestra plataforma online www.forumclasico.es, tres muros en Facebook y dos Twitter. Todo ello nos está permitiendo acercarnos a los nuevos consumidores, pero manteniendo viva nuestra revista, que es la base y soporte de todo el proyecto editorial.
Queridos lectores, nos felicitamos por haber llegado al número 900 y os prometemos nuestra más que demostrada perseverancia en la tarea de seguir en vuestra compañía en el futuro, promesa que esperamos poder cumplir gracias a ese espíritu de supervivencia que siempre nos ha caracterizado.