Con el retraso habitual por la complejidad parlamentaria que sufrimos, finalmente se acaban de aprobar los Presupuestos Generales del Estado para 2018, unas cuentas con marcado carácter electoral y muy dirigidas, por ello, a sectores de alto nivel de respuesta en votos como son los jubilados y los funcionarios. A nivel general, estos presupuestos recuperan los niveles de ingresos de 2009, con un incremento del 3% respecto al año anterior, mientras que la partida consolidada de gastos estima un aumento del 1,5% (sin tener en cuenta las operaciones de carácter financiero, el gasto aumenta en un 3%). Conviene anotar que el pago de pensiones se lleva más de 40 euros de cada 100, las Comunidades Autónomas y ayuntamientos suponen un 14% y el pago de los intereses de la deuda pública 9 de cada 100 euros. Un presupuesto realizado en un entorno de coste del petróleo sin excesivas subidas, situación que no está tan clara en estos momentos.
La Cultura no ha salido mal parada en el reparto presupuestario, pues ha tenido un incremento respecto al pasado año del 4,92%, no tanto para la música, con un volumen total de 569,15 millones, siendo la cuarta partida con mayores aumentos porcentuales, por detrás de Defensa, que es la que más sube, Seguridad Ciudadana e Industria y Energía.
La Secretaría del Estado de Cultura se apunta un aumento del 5% en el presupuesto del programa PLATEA, con el que se facilita la programación de los espacios escénicos en todas las Comunidades Autónomas. De esta manera, se destinarán 5,25 millones al programa, por lo que está previsto que este año se programen 876 funciones, de las cuales 563 serán de teatro, 198 de danza, 95 de circo y 20 de lírica. Se potenciará también la difusión nacional e internacional a través de giras, coproducciones y proyectos pedagógicos de los centros de creación artística del Instituto Nacional de las Artes Escénicas (INAEM), destinando una partida para ello de 31,46 millones de euros.
La música y la danza reciben 100,74 millones, suben solamente un 1,1%. El Teatro Real 9,39 millones de euros, llevando ya 10 años con la misma cifra. La fundación del coliseo madrileño recibe también 500.000 euros más, destinados a la programación de su 200 aniversario. El Gran Teatre del Liceu 7,11 millones, desde 2013 la aportación se mantiene igual. La fundación del Liceu recibe también 1,2 millones más para sus necesidades de tesorería. El Teatro de la Maestranza 1.67 millones, llevando tres años de idéntico importe, tras dos subidas consecutivas. El Palau de les Arts de Valencia 600.000 euros. El incremento general para la música y la danza ha sido muy pequeño, si lo comparamos con el 4,92% de la Secretaría de Cultura, manteniéndose congeladas las aportaciones a los principales coliseos musicales.
Para las revistas culturales, la Secretaría de Estado de Cultura, a través de su Dirección General de Política e Industrias Culturales y del Libro, en el Servicio de Promoción del Libro, mantienen las subvenciones de ayuda a la edición, en los mismos términos que los últimos años, con un incremento del 20%, pero que al ser la cuantía total muy pequeña (el pasado año 503.821,03 euros) y repartirse entre gran número de publicaciones culturales (57 revistas en 2017) el incremento económico unitario resulta muy escaso. Estas ayudas sustituyeron en el año 2012 a las subvenciones de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas, que tenían una contraprestación de suscripciones por los importes subvencionados, a favor de las Bibliotecas Públicas del Estado, Comunidades Autónomas y Ayuntamientos; esto suponía acercar las revistas culturales a más de 700 puntos de lectura, repartidos por toda España, contando para ello con un presupuesto muy superior al actual. Desde 2012, las nuevas subvenciones no contemplan contrapartida en suscripciones, y reducen los importes que reciben las revistas a la séptima parte de las cantidades que ingresaban las editoriales antes del 2012 por este concepto.
Desde entonces, los sucesivos presupuestos no han vuelto a recuperar dicha partida de suscripciones, creándose por ello un vacío de la información cultural impresa en las bibliotecas españolas y, para las editoriales, una importante merma de ingresos y difusión, que ha afectando gravemente a la economía de todas ellas. La Dirección General de Política e Industrias Culturales y del Libro debería volver a considerar la recuperación de ese importante servicio cultural, de tanta utilidad para los lectores que visitan las bibliotecas públicas y de inestimable ayuda para la mayor difusión de las revistas culturales de nuestro país.