Cuando en el pasado mes de marzo nos confinaron en nuestras casas, el mundo profesional y el de los amantes de la música se enmudeció, entrando en una especie de letargo temporal que duró poco, muy poco. Los profesionales aplicaron sus mejores dotes imaginativas para conseguir una comunicación con su público de manera directa, vía las redes virtuales de internet, participando el público masivamente en su audiencia. Además, las distintas plataformas comerciales de distribución audiovisual crecieron exponencialmente, consiguiéndose con todo ello el nacimiento y consolidación de una nueva era para la difusión musical.
Los grandes maestros de la interpretación, la composición y de la industria musical llevaban anunciando desde hace años el traslado de la audiencia hacia los soportes virtuales, pero la irrupción de la pandemia, provocada por el Covid-19, provocó su implantación exprés por la gran necesidad de música que tenía la población, tanto a nivel de creación como de consumo.
Los teatros, auditorios y festivales musicales han ido recuperando su actividad, pues la música en vivo no se podía parar, lógicamente guardando todas las medidas de seguridad precisas, para evitar al máximo los posibles contagios. Y a así, poco a poco, hasta hoy, se ha conseguido una cierta “normalidad” que ha permitido mantener la temporada 20/21, con altibajos puntuales en función del nivel de la pandemia, pero la actividad musical en vivo podemos afirmar que se está recuperando satisfactoriamente.
Un sector que llevaba varios años en franca caída, para algunos en “caída libre”, es el de las grabaciones en CD y DVD, llegando a finales de 2019 a cifras muy preocupantes por sus bajas ventas y rentabilidad. Dichas ventas se habían refugiado, en todos los países, en contadas tiendas especializadas y principalmente en servicios de venta por correo. Al iniciarse la pandemia todos apostaban a que esto sería “la puntilla” para el disco físico. Pues no ha sido así, ya que las ventas se han mantenido, incluso incrementando en los servicios de venta por correo y, en las pocas tiendas de discos que quedan abiertas, no se ha producido una sustancial rebaja de la cifra de negocio (hablamos siempre de música clásica).
Para las empresas discográficas, las opiniones son muy dispares. Por un lado las grandes multinacionales se han refugiado en sus cuarteles de invierno, apostando por lanzamientos de artistas top o producciones crossover, buscando casi siempre la mayor audiencia, la más popular y numerosa, para la música clásica. Con ello van capeando el temporal de las ventas físicas, mientras crecen y crecen en sus servicios de streaming por internet, apostando en un próximo futuro por el traslado de toda su audiencia a dichas plataformas virtuales. La pandemia creemos ha clarificado y acelerado el proceso para las multinacionales, ya que sus lanzamientos de discos físicos estaban muy relacionados con las giras de conciertos y el Covid-19 ha trastocado todos esos planes.
Si nos fijamos en el otro gran grupo de empresas discográficas, el de las llamadas compañías independientes, la situación es muy distinta, pues durante la pandemia siguen editando sin descanso su enorme número de novedades mensuales, cubriendo más y más repertorio alternativo y con numerosas primeras grabaciones mundiales. Se dirigen a un público más especializado que busca nuevas obras para su fonoteca. Un público que no va tanto detrás de nombre del intérprete sino de la obra de tal o cual autor. Estas compañías independientes pueden permitírselo gracias a que sus cuentas de resultados no van de cara a un grupo inversor o de múltiples accionistas, sino a propietarios únicos que tienen en su empresa su razón de ser, de vivir, además de su profundo amor por la música. Este tipo de producto sigue teniendo una clientela que busca el soporte físico (CD-DVD-BR) y, tanto en la pandemia como cuando esta termine, seguirán comprándolos, mayoritariamente en venta por correo y, el que tenga la suerte de disponer de una de las escasas tiendas de discos con vida cerca de su casa, pues allí, a pie de calle.
Debemos felicitarnos por la conservación de la importante capacidad de producción de nuevas grabaciones musicales por parte de la industria discográfica, sobre todo en este periodo de pandemia. También nos felicitamos por la permanencia de la venta de discos físicos en estos tiempos tan difíciles, sin renunciar a las bondades que suponen las plataformas de distribución digital de música por streaming que, evidentemente, serán el futuro para el gran mercado de consumidores de música grabada.