Música clásica desde 1929

Editorial

Tiempos de música en casa
Abril 2020 - Núm. 939

Tiempos de música en casa

Quién nos iba a decir hace unas semanas, en las que los proyectos musicales nacionales e internacionales brillaban por su número y calidad, que estaríamos ahora recluidos en nuestras casas y con todos los proyectos suspendidos, retrasados o cancelados. Una suspensión completa de lo cotidiano, motivada por un virus, el COVID-19, que tiene a los pies de los caballos a la humanidad.

Tras la Segunda Guerra Mundial, el conjunto de la comunidad internacional se ha encaminado hacia la globalización, casi absoluta en la actualidad. Un camino de décadas, no exento de amenazas también globales, como el temor muy real durante años a una posible guerra nuclear. Esta amenaza hizo que los países industrializados desarrollaran nuevas tecnologías, servicios de información, armas y ejércitos de respuesta inmediata y demás fuerzas de choque que impidiesen la activación del potencial “descalabro nuclear”. Pero confiados en este control de los peligros nucleares y sin demasiados miedos a posibles pandemias epidemiológicas, el pasado mes de diciembre surgió la noticia de la aparición de un nuevo virus, bautizado como COVID-19, en China, que en apenas un mes se extendió por toda Asia. Un virus de no gran letalidad, pero con una capacidad de expansión enorme, de tal forma que en menos de cuatro meses ha invadido todo el mundo y ha cambiado, quizá para siempre, las normas del juego internacional y los usos y costumbres de los ciudadanos.

¡Qué error táctico de las grandes potencias! Ya habíamos tenido serios avisos a lo largo del pasado siglo y del presente del gran potencial destructor de estos nuevos virus, pero no se le dio mayor importancia, la justa para algunos. Quizá, si hace unas décadas las potencias del primer mundo hubiesen dedicado su capacidad económica e intelectual a crear un ejército internacional específico para la lucha contra la amenaza mundial de los virus, con su personal científico, cuerpo médico de acción rápida, presupuestos suficientes, sistemas logísticos y de transporte, el coronavirus actual lo hubiese tenido mucho más difícil para desarrollarse como lo ha hecho.

Dicho lo anterior y metidos ya en la lucha paciente de los ciudadanos contra el COVID-19, en nuestro entorno más cercano, con medidas como la reclusión forzosa de las personas en sus casas para evitar el contagio, con los amantes a la música clásica de todo el mundo con el miedo en el cuerpo por el riesgo de esta epidemia, hemos de buscar salidas intelectuales, culturales, sociales y económicas que nos ayuden a paliar el encierro forzoso, la inactividad musical en el exterior y a meditar sobre las cosas que nuestra sociedad ha hecho mal, seguro que muchas, y cómo deberíamos enfocar nuestra vida si salimos de esta situación con bien.

La música, la lectura, la soledad nos ayuda a reflexionar pausadamente y con claridad sobre la vida y sobre nosotros mismos. Ahora parece que el tiempo lo tenemos de sobra, y los aficionados a la cultura seguro que disponemos en casa de muchos discos para escuchar, libros para leer y cine para ver. Curioso y digno de otro editorial es la manera en que se ha consumido el material cultural, dando prioridad al ofrecido virtualmente que al disponible en casa, por la evidente necesidad del músico de crear música en vivo y el oyente de recibirla; en definitiva, por la necesidad innata del ser humano de socializar, manteniendo el contacto con sus semejantes.

Además, dado que estamos en el siglo XXI, disponemos de una amplia oferta cultural online. Las empresas de venta por correo nos pueden acercar cualquier CD, DVD o libro en 24 horas a casa y sin riesgo de contagios. Las plataformas internacionales audiovisuales en streaming ofrecen, a precios muy razonables o en tarifas planas, toda la música imaginable en miles de óperas y conciertos. Una gran mayoría de los grandes teatros y orquestas están en estos difíciles momentos regalando sus servicios de streaming o los ofrecen a precios muy reducidos.

El cálculo de daños ya producidos a la industria musical en su conjunto está siendo muy abultado. Las principales ferias musicales, habituales de la primavera, han sido suspendidas y aparcadas hasta el próximo año. Gran número de cursos y concursos también se han cancelado. Los teatros de ópera y salas de concierto han cerrado sus temporadas anticipadamente. Los músicos y todos los que intervienen en una producción artística, han visto canceladas todas sus actuaciones durante, al menos, el próximo mes. Estamos pendientes qué pasara con los famosos festivales de verano. Los alumnos de los conservatorios, en el mejor de los casos, reciben clases online… Una situación nunca antes imaginable.

Esperemos que esta pesadilla termine lo antes posible, recuperemos nuestra vida normal y estemos más preparados en el futuro para este tipo de agresiones víricas. Mientras tanto, querido lector, intentaremos seguir aportando valores culturales desde esta revista y sus medios digitales para estos nuevos tiempos de #quedateencasa: RITMO regala su número de abril en PDF, como ya hizo con el de marzo, para hacer más llevadera la cuarentena de los ciudadanos.

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