La vida musical española en 2017 no ha estado nada mal, pues parece ser que hemos entrado con firmeza en la senda de los números positivos, y que nuestros artistas mantienen su presencia y permanencia en un mercado activo que, pese a los vaivenes de la economía y de la política, sigue su desarrollo sostenido en todo el país. Un desarrollo que, como aspecto negativo, tiende a consolidar los bajos precios en los que se mueven sus cachés, lo que está permitiendo a las entidades públicas y privadas, organizadoras de dicha vida musical, crear gran número de conciertos con exiguos presupuestos. Esta situación hace que las desventuras de los mileuristas españoles estén siendo vividas con toda su crudeza por la mayoría de nuestros jóvenes músicos.
Es necesario que se aumenten los cachés de los músicos en España pues, aunque en los pasados años de crisis haya primado el reparto del trabajo sobre los salarios, en el momento actual en que el consumo de música en vivo está en aumento y el crecimiento económico se consolida, hay que hacer el esfuerzo de mejorar sus condiciones laborales. Evidentemente, la respuesta de los promotores de conciertos no debería ser la de reducir el número de eventos, aumentando su precio y sus remuneraciones. Hablamos de mantener el crecimiento y expansión de todos ellos pero con una retribución más acorde a los tiempos. Una retribución que permitiría unos mínimos niveles de calidad en los desplazamientos, alojamientos, ensayos y emolumentos de los artistas. Quizá para ello habría que subir el precio de las entradas, en el caso de los promotores independientes, o aumentar las partidas presupuestarias en los institucionales.
El desarrollo de la enseñanza musical en España ha permitido unos niveles profesionales nunca imaginables en el pasado. Disponemos por toda la geografía nacional de auditorios, agrupaciones y orquestas estables, festivales, ciclos…, casi todo ello surgido de la mano de instituciones oficiales. Las empresas privadas están también desarrollando en paralelo una actividad frenética, nunca antes vista en la organización de conciertos; vivimos un gran momento de oferta musical en todo el país. El inicio de la crisis económica en 2008 no permitió aplicar en su momento los beneficios conseguidos a las condiciones laborales de los músicos. En este nuevo ciclo positivo no debería suceder algo parecido.
Hemos de felicitarnos por el trabajo bien realizado a lo largo de las últimas décadas, un trabajo que ha permitido crear la actual gran oferta musical de calidad que ahora disfrutamos. Por otro lado, de cara el año que comienza, y con el fin de buscar la estabilidad del sistema, convendría volver la mirada hacia el amante de la música, el consumidor, hacia la demanda musical. ¿Cuántos de nuestros jóvenes se acercan a los conciertos que abundan por todo el país? ¿Cuál es el perfil social y cultural de su público? ¿Cuál es su edad media? ¿Qué motiva a salir de casa para ir al concierto? ¿Cuánto pesan las relaciones sociales en la actividad musical? Estas preguntas, entre otras, necesitarían serias respuestas, que nos permitiesen identificar con detalle la demanda real del mercado de la música clásica en España.
El futuro de la interpretación y creación musical española depende de un consumo sostenido y sostenible del mercado, un consumo cuyas motivaciones sean reales y no fruto de una moda, de un momento, de una ilusión política o social. También somos conscientes que partimos de un problema de difícil solución, como es el de la terrible falta de educación musical en las escuelas, situación que afecta directamente al futuro de nuestro mercado y de la cultura en general.
Anotando todo lo anterior, y a la espera de una mejora en los salarios de nuestros músicos, de un análisis en profundidad de la demanda real de la música clásica en el país y de un cambio radical en los planes educativos para la música en las escuelas, quizás se podría ir trabajando más a fondo, a lo largo de este nuevo año que comienza, en la creación de estructuras coordinadas a nivel nacional para la promoción, difusión e información de la música clásica en la sociedad española. Posiblemente en esta tarea, los medios de comunicación tengamos mucho que aportar. En todo caso, y con estos buenos propósitos para el año que comienza, aprovechamos para desear a la gran familia de la música un muy feliz y musical 2018.