Como venimos comentando en anteriores páginas editoriales, ya se puede afirmar con pocas dudas que los aficionados a la clásica han dictado sentencia: el consumo de música clásica grabada se decanta mayoritariamente hacia los canales digitales en Internet, las plataformas de TV de pago y las nuevas ofertas de las emisoras de radio especializadas, sin contar el pozo sin fondo de la piratería. El soporte físico, el disco CD, así como el DVD y el Bluray están en franca decadencia, tras su glorioso pasado.
Lo que es del todo lógico, pues actualmente el consumidor de música no precisa comprar y almacenar las grabaciones audiovisuales, ya que dispone de la mayor fonoteca nunca antes vista (imposible de imaginar hace tan solo unos años), que se ofrece de manera fácil, económica y en la mejor calidad, para ser disfrutada sin compromisos en cualquier lugar y tantas veces como se desee.
En este nuevo escenario comercial el aficionado a la música clásica puede escoger entre dos vías concretas para el consumo de sus grabaciones preferidas: las radios y televisiones especializadas (con sus canales temáticos) y las distintas plataformas de Internet, tanto de descarga de discos CD y DVD (Download) como de audición en línea (Streaming).
Sin embargo, la gran revolución audiovisual de verdad ha sido Internet (segunda de las mencionadas vías), pues el uso de la red permite un consumo a la carta por el que el aficionado puede elegir y seleccionar sin limitaciones en un catálogo donde está toda (prácticamente toda) la música que ha sido grabada, para disfrutarla en todo tipo de soportes digitales. Como es sabido, Internet ofrece principalmente dos sistemas de audición: la descarga de música y vídeo en nuestros soportes para su posterior reproducción (denominada Download) y la audición en línea (instantánea) o Streaming. Ambos sistemas están compitiendo en el mercado internacional desde hace años.
Las descargas Download entran quizá más en consonancia con el disco tradicional, pues permiten la posesión, el archivo en casa, la tradicional sensación de tener el disco en tu fonoteca privada, que además conllevan el material gráfico y de textos del mismo disco físico. La audición en línea (Streaming), en cambio, es más novedosa; el consumidor puede crear su propia fonoteca en “la nube”, y hacer sus selecciones de preferidos o de novedades, pero sin perder la sensación de total propiedad, aun sin tener el fichero musical almacenado en su casa.
En Download se paga por cada disco o track que se descarga. Es más barato que un disco físico, pero hay que pagar por cada una de las descargas. El comprador se queda con la propiedad del disco bajado de Internet, como si comprase un CD, pero con los correspondientes problemas de almacenaje, archivo y posible pérdida.
En Streaming es distinto. Se paga por suscripciones mensuales o anual (en algunos casos ni siquiera hay que pagar cuota, ya que en los programas se incluye publicidad comercial) y se tiene acceso a todo el fondo disponible sin limitaciones, así como a todas las novedades mensuales. Las plataformas de Streaming se encargan del archivo y mantenimiento del catálogo completo, con lo que el aficionado no tiene necesidad de gastar tiempo, energías y tecnología para ello.
En cuanto al detalle de precios, la descarga o Download de un CD cuesta bastante menos que el CD físico (entre un 30 y un 50% menos). La audición en línea o Streaming funciona con una cuota mensual, que oscila entre los 5 y los 15 €, dependiendo de las distintas plataformas. Evidentemente, el Streaming es mucho más barato; no tiene competencia.
El pasado año, por primera vez desde que se ofrecen los servicios de música por Internet, el volumen de descargas Download ha caído un 2%. En cambio, las suscripciones a servicios de Streaming crecieron un 51%. Está claro que el Streaming está ganando la partida.
En un reciente informe de la IFPI (Asociación Internacional de Empresas Discográficas), se confirma que “el Streaming es un factor de recuperación para la industria musical, después de una década aciaga”. Las multinacionales del disco están tomando importantes posiciones accionariales en las empresas más destacadas de servicios de Streaming, y las grandes compañías de teléfono e Internet establecen actualmente acuerdos de distribución de servicios de Streaming para sus clientes; lo mismo sucede entre los medios de comunicación y sus lectores. Las suscripciones a servicios de música en Streaming, en fin, son fácilmente “empaquetables” en campañas de incentivos de ventas para el consumidor final, lo que desde luego va a permitir incrementar enormemente su mercado en los próximos años.
La conclusión parece evidente (aunque no hay más ciego que el que el que no quiere ver): el Streaming está ganando la partida comercial; las descargas o Download están perdiendo posiciones y los discos se están muriendo inexorablemente. ¿Podrán nuestros queridos CDs y DVDs mantener un mercado futuro, aunque sea residual, como elementos personales de promoción de los artistas, para la venta en sus conciertos, solo para aficionados muy concretos y en ofertas directas o en tiendas muy concretas? El tiempo lo dirá, parece que la tremenda caída de ventas ha tocado fondo, que las escasas tiendas que permanecen en el mercado quieren aguantar, que los servicios de venta por correo abren alguna esperanza, pero la realidad está marcando tenazmente un único camino hacia el mundo digital en Internet.