Estamos inmersos en una sociedad en la que la austeridad económica está siendo prioritaria, tanto en la vida privada como en la profesional. Se busca constantemente sistemas y procesos que aquilaten costes, ajusten presupuestos y, en definitiva, consigan que todo pueda salir más barato, dentro de los niveles de calidad que el mercado demanda. Vemos cada día cómo un destacado profesional de la medicina realiza el montaje de su fantástico armario de IKEA (planos y debates técnicos incluidos); cómo un grifo roto es sustituido, con más tiempo que maña, por la madre de familia; cómo, con la ayuda del vecino, somos capaces de repintar el salón de casa. Y es que al apretarnos el cinturón nos convertimos en personas multifuncionales que practicamos distintos oficios, ajenos por completo a nuestra actividad habitual, que nos ayudan a mantener la casa al día dentro de nuestras posibilidades.
En la vida profesional muchas pequeñas y medianas empresas también están viviendo esta no pequeña revolución de la multitarea “intramuros”. Se prescinde de la, nunca bien ponderada, ayuda de la tradicional secretaria y se la sustituye por la agenda en el IPAD. Lo que antes se hacía entre dos o tres personas, ahora lo desarrolla una sola, con la eficiente ayuda del PC o del portátil. El tratamiento gráfico profesional queda suplido por una eficiente base de datos y el siempre útil Photoshop doméstico. O, ya acercándonos a nuestro gremio editorial, vemos al propio periodista editando la noticia, luego maquetándola y, por fin, ajustándola en el arte final.
La cultura y la música no están al margen de toda esta, insistimos, no pequeña revolución económica, social y laboral. Hace algunos años el intérprete musical solo se ocupaba de avanzar en el conocimiento de nuevos repertorios, de crecer técnicamente en sus ejecuciones y de ganar los aplausos de sus audiencias consolidadas y futuras. Para todas las demás tareas de su actividad profesional disponía de ayudantes y técnicos para permitirle, por ello, centrase solo en su trabajo artístico. Hoy en día la situación es otra. El intérprete (y, aun salvando las distancias, el compositor) ha de ser su propio agente de conciertos, su promotor publicitario, su “Community Manager”, su agente de viajes, su secretario personal, su contable financiero y agente de impuestos, etc., etc.
Las nuevas generaciones de músicos, tanto en España como en otros países, han entendido perfectamente el nuevo escenario empresarial en el que les toca actuar. Vemos con satisfacción cómo estos jóvenes se han adaptado a los nuevos tiempos para, sin perder su valía profesional (ya hemos comentado en esta misma página editorial que ahora disfrutamos en España una de las mejores generaciones de creadores e intérpretes musicales de las últimas décadas), ser capaces de gestionar su vida profesional de manera autónoma y eficiente, no solamente en su aspecto artístico, sino también en el de la gestión comercial y administrativa. Podemos ver cómo están presentes en el día a día de las principales redes sociales, y de manera muy activa y profesional; cómo gestionan blogs y espacios informativos en distintos medios; cómo manejan inteligentes campañas de publicidad en medios especializados; cómo se ofertan de manera profesional y efectiva a los gestores culturales de todo el mundo; cómo realizan sus propias producciones fonográficas o audiovisuales. La música, la imagen y la información de nuestros músicos actuales están presentes, gracias a ellos mismos, en los principales foros y mercados internacionales. El intérprete español de nuestro tiempo (y también en su medida, el compositor) ha entendido perfectamente lo que significa la eficiencia y la globalización cultural en el siglo XXI.
En RITMO también hemos sido y somos muy conscientes de todo ello y es por lo que estamos inmersos en una política de promoción multimedia dirigida hacia los músicos españoles de la actualidad. La revista se ha volcado en la promoción de valores consolidados y en las jóvenes promesas que ya son realidad. Hemos puesto al servicio de todos ellos portadas, artículos y entrevistas. Nuestra página web ForumClásico amplifica todo lo plasmado en cada número de la revista, dándole un potente complemento multimedia en el mundo de Internet y de las redes sociales. RITMO quiere estar al lado de las nuevas generaciones y hablando su mismo idioma.
En conclusión: la manera de hacerse visible en este nuevo mundo ha cambiado radicalmente en los últimos años y los músicos de nuestro país lo han entendido perfectamente, convirtiéndose en su propia empresa y haciéndolo todo ellos mismos.