Música clásica desde 1929

Editorial

Primavera sound
Marzo 2014 - Núm. 872

Primavera sound

Este es un país en el que, hace unas semanas, en uno de sus teatros más significativos y de mayor relumbrón, se tuvo que cancelar todas las funciones de una de las óperas de su temporada regular por daños en la cubierta superior del edificio, en su día construido como adalid de la modernidad y del progreso. También este es el mismo país en el que su ministro de cultura no asistió a la gala de entrega de los premios de cine español más importantes por motivos de agenda, dejando desierto su asiento en la sala en uno de los buques-insignia culturales de su ministerio. Lo normal, lo coherente y lo lógico habría sido, en el primer caso, reseñar las funciones por su éxito de público e interpretación, sin preocuparse del estado estructural del rutilante edificio y, en el segundo, modificar la agenda para que el ministro hubiese podido asistir a la gala.

Para el primer caso, y como sin teatro es difícil que haya ópera, el problema debe solucionarse lo antes posible. En el segundo, sin ministro sí puede haber galas. Y cine. Lo que no puede suceder en ninguno de los dos casos es que haya ausencia de público. La música, que es la que nos toca, sin público no tiene perceptor que la reciba y la disfrute, que la haga rentable en términos artísticos y comerciales. Sin venta de entradas, está bien claro, no se puede montar una temporada, un ciclo o una serie determinada de proyectos en forma de conciertos musicales. Independientemente del hecho de que la música se hace para a) la creación musical propiamente dicha, b) su interpretación y recreación y c) la conjunción de ambas cosas, necesita ser degustada y apreciada por terceros. El público es una necesidad fundamental para que el acto musical sea una realidad.

La primavera que viene tiene puestas muchas esperanzas en una especial floración de público para todos los espectáculos programados. De hecho, en algunos casos la venta anticipada de entradas está funcionando muy bien, según nos cuentan los responsables de algunas instituciones musicales del país.

El acceso a la venta digital, prácticamente disponible en todos los eventos musicales de cierta importancia de este país, facilita al organizador una estimación aproximada del aforo que pueda habilitar para los distintos espectáculos. Es una herramienta que ayuda al público a tomar la decisión final de a qué conciertos y/o espectáculos asistirá y que minimiza el farragoso procedimiento de ir a una taquilla a adquirir in situ las localidades.

En algunos de los templos musicales más importantes de este país la ocupación se va contabilizando al alza, con pocas butacas vacías, lo que demuestra que la gente sigue yendo a los conciertos, por variados, numerosos y continuos que sean. A diferencia del cine (sumido en una circunstancia de calado distinto, más compleja, y que lucha contra la caída de la asistencia a las salas), se confirma que esta primavera va a haber salas completas en los principales escenarios del país. Sirva de ejemplo lo que recientemente ocurrió en el norte de España y que una de las redes sociales destacó y difundió a diestro y siniestro. En pleno temporal, de esos que tiran postes de luz y elevan la altura de las olas marítimas a niveles de película catastrófica, la temporada regular de una orquesta del norte de España mantuvo su concierto previsto, aunque la previsión del tiempo en esa ciudad era pésima y se recomendaba por parte de las autoridades locales no salir a la calle y permanecer en las casas. Pues bien, minutos antes del concierto, colgaron en su red social el siguiente mensaje, junto a una foto del auditorio a rebosar de público: “Esta noche los bravos, vítores y aplauso son para este público… fiel e imparable ante los elementos...”.

Conclusión. La primavera que está a la vuelta de la esquina tiene su propio “sound”, que no es otro que una oferta repleta de música, con una respuesta de público que a buen seguro satisfará al músico y al organizador, que son los que tienen las herramientas para promover una oferta musical acorde con el gusto del público.

Sin duda, una sonrisa para los tiempos que corren. 

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