Que el mundo del disco ha cambiado radicalmente no es noticia. El concepto del disco en sí mismo, sus formas de comercialización y sus precios siguen evolucionando en paralelo al continuo desarrollo de Internet. Los consumidores de música ya se han acostumbrado a “navegar” entre los buscadores de la red para encontrar su música preferida, se han familiarizado con los distintos campos de selección que cada web especializada ofrece, han descubierto los truquillos precisos para no perderse y los formatos físicos o digitales están asumidos, sin importar si los novedosos servicios digitales ofrecen descargas o audición directa desde la web. El amante a la música clásica, pese a tener ya unos añitos y estar fuera, en muchos casos, del entorno digital, ya es casi un maestro en las artes de encontrar y disfrutar de los discos, utilizando las herramientas que el mundo de Internet le ofrece.
La oferta internacional de grabaciones discográficas, tanto en formato físico como digital, es completa y abrumadora, y nos estamos refiriendo a los servicios de pago, pues los gratuitos, ya sean legales o no, son igual de extensos y rigurosos. Actualmente, las tiendas online internacionales nos informan de las novedades discográficas mucho antes de que las compañías las distribuyan oficialmente en España u otros países del entorno. Lectores de nuestra revista nos vienen preguntando por discos que ellos ya saben que están disponibles, o anunciados, en páginas web especializadas del Reino Unido o de Alemania, discos de los que ni las compañías oficiales locales o los distribuidores independientes todavía disponen de información.
¿Cómo es posible esta aparente desorganización comercial? Después de analizar el asunto detenidamente hemos llegado nuevamente a la conclusión que los servicios que ofrecen las nuevas tecnologías han adelantado, irreversiblemente, a las organizaciones y estructuras comerciales clásicas. A golpe de un clic tenemos toda la información internacional, con fotos, datos, detalles, suministro y gran variedad de precios y ofertas para un mismo disco. Con los precios podemos llevarnos grandes sorpresas, para un mismo título, en las tiendas online europeas, observando diferencias incomprensibles que, suponemos, surgen de las distintas fórmulas de comercialización que existen entre unos países y otros, así como entre sus centros globales de aprovisionamiento.
En este totum revolutum del disco es fácil que el comprador pueda perderse, o incluso ser engañado en sus compras con grabaciones de segunda mano o copias caseras que se venden como nuevas. Para prevenir estos casos, le aconsejamos, como siempre, que consulte solo páginas web de confianza, aquellas que tienen una buena reputación e historia en el mercado, páginas que le ofrezcan servicios sencillos en la compra y en la devolución y que tengan sus certificados de seguridad y confianza en regla. Evidentemente, siempre se puede encontrar ofertas de precio, sobre todo en grabaciones antiguas o fondos de catálogo obsoletos, pero no es tan habitual como se podría pensar. Sí es cierto que en las novedades discográficas hay distintas políticas de precios según los países y las tiendas, por lo que habremos de estar muy atentos a lo que cada uno ofrece. Podríamos ahorrarnos bastante dinero.
Con cuanta añoranza recuerdan los compradores de discos sus queridas tiendas clásicas de antaño, donde el dependiente especializado informaba de las novedades, de las ofertas, de los distintos catálogos, de los discos de importación que aparecían... Aquella época quedó atrás, Internet lo ha arrollado todo, ofreciendo “discos sin fronteras” que, obviamente, no es una nueva ONG.
Desde RITMO seguimos orientando a los lectores en este pequeño mercado persa en el que se ha convertido el mundo del disco, señalando los valores de calidad y oportunidad de las distintas producciones que llegan a nuestras manos; pero somos conscientes que en un mercado internacional que, para la música clásica, produce varios cientos de nuevas grabaciones al mes, nuestros recursos editoriales son muy limitados. Llegamos hasta donde podemos llegar. Quizá vía Internet consigamos, en un futuro, informar más y mejor sobre la oferta internacional de los nuevos “discos sin fronteras”.