Somos conscientes de las dificultades que está atravesando el sector discográfico, y de que en España esas dificultades son todavía mayores que en el resto del mundo. Seguramente por una mala visión comercial de las compañías multinacionales, hace algunos años los canales de distribución en nuestro país se concentraron en unas muy pocas grandes cadenas y, ahora, sin tiendas independientes y especializadas en venta de discos, en plena crisis general del consumo y con la debacle del mercado en la música pop, el sector ha entrado en uno de los peores momentos de su historia.
En otros países la situación del mercado para la música clásica no es tan dramática como en España, pues, en su día, se promovió la conservación de las pequeñas tiendas especializadas. Las grandes cadenas comerciales entendieron que “el clásico” era distinto del “pop” y mantuvieron buenas secciones de música clásica, bajo criterios similares a los de las librerías especializadas (surtido, rotación, información y especialización). Y los aficionados aceptaron el nuevo marco de Internet utilizando ampliamente los servicios que la red ofrecía.
En nuestro país los compradores de discos de música clásica que lo hacen asiduamente no son muchos; quizá unos pocos miles. Su experiencia como internautas es pequeña y sus hábitos de compra siempre se centraron en la tienda especializada. De manera que, en la situación actual de falta de tiendas y escasa utilización de Internet, esos compradores encuentran muchas dificultades para adquirir los discos que las distintas compañías lanzan al mercado.
La oferta discográfica de música clásica en estos momentos (fuera y dentro de nuestro país) es una de las mayores de la historia del disco. Por un lado, las multinacionales de toda la vida están reeditando sus fondos de catálogo con continuas ofertas de precio, firmando acuerdos de exclusivas con grandes intérpretes (aunque editando novedades de una forma moderada). Por otro lado, las compañías independientes presentan cada mes decenas de nuevos títulos, muchos de ellos primeras grabaciones mundiales. El mercado del DVD y Blu-ray también está aportando multitud de nuevas producciones de alto nivel artístico en ópera, ballet o los distintos géneros instrumetales. Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que mensualmente se presentan en el mercado español más de cien novedades audiovisuales de música clásica.
Así que la pregunta surge en seguida: ¿este volumen de oferta discográfica es asimilable por los aficionados, y concretamente por los aficionados de nuestro país? La respuesta, en nuestra opinión, es sí. El aficionado medio que existe en España ha demostrado a lo largo de los años su fidelidad a las colecciones discográficas. Su falta de interés por Internet, por el momento, no le hace sospechoso de “descargar privadamente”. El problema, entonces, es otro: a nuestro entender, la falta de buenos puntos de venta, con suficiente surtido de novedades, un fondo de catálogo mínimo y una inteligente gestión de existencias y reposiciones. La demanda existe y la oferta también. El problema es el punto de venta.
Dicho todo lo anterior, no es de extrañar que grandes entidades de nuestro país, conscientes del “boom” editorial y servicio cultural que el sector de la música clásica ha demostrado en España en los últimos años, esté participando en el apoyo a la edición de producciones audiovisuales, con su patrocinio económico y promocional.
Sellos independientes de distintas partes del país están editando obras recuperadas de nuestro patrimonio cultural; se están dando oportunidades a nuevos compositores e intérpretes para editar sus trabajos en CD y DVD. Y todo ello está generando un importante volumen de títulos discográficos, que conforman un muy amplio cartel de grabaciones de cara al mercado nacional y, sobre todo, internacional. Importantes discos de productoras independientes españolas se encuentran en las tiendas de el mundo, y se están estableciendo redes comunes de distribución que mejorarán su presencia y permanencia en dichos mercados.
Por otro lado, es importante resaltar que esta explosión editorial ha sido posible gracias a la ayuda de patrocinadores privados e institucionales, además de al esfuerzo inteligente de los editores independientes y la colaboración, muchas veces desinteresada económicamente, de autores, intérpretes y musicólogos.
En un momento de máxima creatividad editorial de la música en España, y con serios problemas comerciales para la venta de discos en todo el país, queremos animar a los editores para seguir en su línea de expansión internacional; a los patrocinadores, para que mantengan sus presupuestos de ayuda a las nuevas ediciones, y a las grandes cadenas comerciales para que mantengan y transformen sus tiendas de discos de música clásica, de tal forma que puedan dar un servicio eficiente a los miles de aficionados que lo están demandando pues, con total seguridad, será un negocio rentable. Económicamente, pero también culturalmente.