Entramos en el último mes de este convulso 2020 donde el tesón beethoveniano, en el año de su aniversario, manifestado por los artistas, programadores y público, de la mano del leitmotiv #CulturaSegura marcado por el sector, ha conseguido salvar un año por el que nadie se atrevía a apostar positivamente.
Instituciones, festivales, ciclos, organizaciones públicas y privadas, etc., han adaptado sus programaciones y carteles a las necesidades que la nueva situación sanitaria exigía. Una adaptación no exenta de riesgos, tanto económicos, por la reducción de aforos, como artísticos, por la disponibilidad de artistas internacionales y sus restricciones de movilidad, pero que finalmente se han ido sorteando con meritorios resultados.
Llevamos en portada una mascarilla anunciando la programación musical de la Universidad Autónoma de Madrid, entidad que también se ha adaptado a la actual vida musical madrileña. Las mascarillas, junto con el mantenimiento de las distancias de seguridad y las estrictas medidas sanitarias de nuestras salas de conciertos, auditorios y teatros, han sido y son la garantía que ha conducido al éxito incuestionable de los mismos en este año que termina. Para ello, dichas entidades han debido realizar fuertes inversiones económicas, que les ha permitido ofrecer al público una oferta musical amparada bajo el cartel #CulturaSegura.
Echando una mirada a los meses pasados, hay que constatar que a todos nos pilló desprevenidos la llegada del Covid-19, pues seguíamos labrando intensamente nuestras vidas, nuestros trabajos, nuestros mejores proyectos, ajenos a lo que el futuro más cercano nos deparaba y, de manera fulminante, todo se paró. Nos encerraron en las casas, se hizo la noche y nos invadió el pánico. Parecía el preámbulo de una guerra, quizá lo fuese. La vida musical española e internacional también se interrumpió, dejando al descubierto sus fragilidades y la falta de bases económicas sólidas donde apoyarse en los malos tiempos. Quizá todos corríamos demasiado deprisa en busca de la excelencia social, artística y musical, quizá del éxito… sin mirar atrás, sin pensar que algo así podría pasar, que algo así ya estaba sucediendo.
Los grandes financieros nos dicen que no hay cosa más cobarde que el dinero, y el dinero fue lo primero que se escondió con la llegada de la pandemia. En auxilio de la sociedad tuvieron que salir los recursos crediticios y los avales de nuestra no siempre bien ponderada Europa, poniendo con ello los primeros puntales para la reconstrucción material de los mercados y del día a día de sus ciudadanos. En la cultura, en la música, la reacción no pudo venir del dinero, pues nunca lo ha tenido, sino de la imaginación, el tesón, la fe, el esfuerzo y el sacrificio de sus protagonistas, bajo el paraguas de la #CulturaSegura & #CeroContagios.
En estos meses los músicos apostaron por la imaginación para comunicarse con su audiencia de manera directa, las organizaciones públicas y privadas hicieron gala de su tesón beethoveniano para rehacer programaciones y carteles con los que mantener vivo el fuego de la oferta musical y crearon los espacios de #CulturaSegura. Por otro lado, el público con valentía, fe y honestidad, se hizo presente de manera virtual al principio y física desde el pasado verano, en cuanto las autoridades confiaron en la apertura segura de los teatros y las salas. La comunión vivida entre artistas, organizaciones, autoridades y público, en la defensa de la continuidad de la vida cultural, dentro del entorno seguro, es quizá una de las mejores lecciones que nos está dejando esta pandemia.
En pocas semanas termina este "sonado" 2020 con llamadas de esperanza ante una vuelta a la "normalidad" perdida, gracias a los avances en las distintas vacunas que nos inmunizarán ante el virus y que ya asoman por el horizonte de la próxima primavera. Todos deseamos que llegue el fin de esta pesadilla, pero no sería inteligente olvidar las lecciones que la misma ha dejado a nuestra sociedad. Quizá estas lecciones no consigan que salgamos mejores de la tragedia vivida, pero al menos mucho más cautos, humildes y comprometidos con un mundo más justo en donde la cultura en general y la música en particular sigan jugando su papel destacado, como así ha sido en estos últimos meses y a lo largo de la historia.
Cuando hayan concluido las 12 campanadas que anuncian el fin de este “inolvidable” 2020, debemos alzar nuestras copas y, en un brindis virtual, abrazarnos todos los amantes de la música recordando a los que ya no están, celebrando el éxito rotundo de la #CulturaSegura y deseando que la música siga estando presente en el día a día de nuestras vidas. Feliz Navidad.