Música clásica desde 1929

Editorial

140 caracteres
Mayo 2015 - Núm. 885

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La comunicación entre los distintos sectores que integran el entramado social de la música clásica en España y en el mundo ha cambiado radicalmente en los últimos años. Todo profesional que se precie debe tener su cuenta en las redes sociales de FaceBook y Twitter. Los aficionados, seguidores de tal o cual artista, se apresuran a confirmar su amistad y seguimiento en ambas redes para con sus ídolos. Se crean colectivos de personas para la distribución automática de la información en la Red. Todos se mantienen enlazados con todos en un entorno de información permanente: al día, al minuto, al segundo.

Bajo esta terrible presión informativa conviven hoy en día los artistas, las instituciones culturales, las orquestas, los teatros, los críticos, los aficionados… Se puede conocer, en tiempo real, los sentimientos más íntimos de esa gran figura del piano nada más finalizar su concierto, la noticia del día de ese gran director en decadencia, el éxito o el fracaso del barítono de moda nada más producirse la première, la crítica puntillosa mientras se celebra el concierto, la anécdota del tropezón casi antes de caer, el gesto o la emoción en imágenes instantáneos o vídeos delatores. Todo. Porque la información circula a toda velocidad, sin tiempo para el análisis, sin tiempo para la gramática elemental. Un aluvión de datos que caen continuamente sobre las personas, sin filtros ni orden ni concierto.

Los teléfonos inteligentes (Smartphones) han propiciado esta nueva cultura de la libre comunicación e información online desde las redes sociales. Todo aficionado que desee estar al día del ritmo de los nuevos tiempos toma su Smartphone para, en los entreactos del espectáculo musical, ejercer de crítico implacable, tuiteando y retuiteando sus impresiones y las de sus correligionarios, en textos de no más de 140 caracteres. 140 letras para dictar sentencia, para emitir y crear opinión. Terminado el concierto, ya en casa, se recuperan fotos, vídeos, los comentarios de los amigos, los tweets de los propios artistas, de los críticos, de los aficionados, de los organizadores y, de manera más pausada, se suben comentarios más destilados y sin límite de letras, las fotos paparazzi y algún que otro enlace inteligente a sus cuentas en FaceBook.

Estos son los tiempos y los ritmos de libertad y apertura informativa y de comunicación en los que nos toca vivir. Las nuevas audiencias premian la inmediatez y la pluralidad en la información, así como el escueto resumen de la noticia. Por eso el concepto clásico informativo para la música, con el análisis pausado de los asuntos y su posterior desarrollo literario e intelectual, interesa más bien poco a las nuevas generaciones. Se vive deprisa, se huye del análisis riguroso de los hechos y de las formas literarias, para entrar en el seco mundo del dato instantáneo que, al repetirse una y mil veces, crea y consolida estados de opinión.

Así, acercar las nuevas audiencias, con sus nuevos intereses informativos, culturales y de comunicación, al mundo de la música clásica es una tarea compleja. Por un lado, el formato clásico de los conciertos y de la ópera no atrae a esa nueva clientela que busca una mayor conexión con sus inquietudes y sus tiempos de disfrute cultural. Sin embargo, y al contrario, los nuevos jóvenes artistas sí se están encontrando con un acercamiento directo a sus audiencias vía redes sociales, creando expectación y demanda entre todos sus fieles seguidores de la Red. Estos jóvenes artistas y las nuevas agrupaciones también están consiguiendo atraer a sus conciertos y espectáculos a un público, previamente canalizado desde dichas redes sociales, que se acerca a la música clásica desde nuevos conceptos e intereses socio-culturales, en busca de una programación y una puesta en escena mucho más coherente con los tiempos actuales.

En el campo de la información musical, que es lo que compete a esta revista, también hemos de reflexionar mucho sobre la influencia de las redes sociales en nuestro trabajo. ¿Qué sentido tienen las actuales secciones de información de conciertos, cuando sobre cualquier evento ya se han producido cientos o miles de comentarios públicos en las distintas redes sociales, previos y posteriores? Lo mismo podríamos decir de las secciones de novedades discográficas y de la cartelera de conciertos o de las noticias. ¿Cuál es el papel de una revista mensual de música clásica en el actual escenario multimedia del siglo XXI?

Evidentemente hay que trabajar, al igual que los organizadores de conciertos y las editoras discográficas, para encontrar el camino y el sentido informativo y de interés por el consumo musical en los nuevos tiempos que vivimos. Pero, añadiendo otras reflexiones al asunto, quizá el camino actual para una revista esté más en el análisis de la información y no tanto en la información en sí misma. Quizá debamos trabajar en sistemas híbridos multimedia que den una información más globalizada producida desde el análisis y la crítica directa. Quizá nuestro sentido esté en la selección y clasificación ordenada de la oferta musical global, para facilitar un consumo inteligente al aficionado, sea cual sea el soporte.

En RITMO, desde su actual editora “Polo Digital Multimedia, S.L.”, estamos buscando la nueva senda informativa global, dentro de un servicio multimedia total. En la actualidad mantenemos la edición en papel de la revista, su edición digital en PDF, la web informativa y de servicios www.forumclasico.es, tres plataformas en FaceBook y dos en Twitter, y todo ello con decenas de miles de seguidores. Quizá el futuro esté en la unión de todo ello bajo una única plataforma multimedia que ofrezca servicios completos de música clásica, siguiendo nuevos (y diferentes) criterios informativos y económicos. En todo ello estamos trabajando, y esperamos poder presentar alguna novedad en plazo no muy lejano. 

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