Hay pocos lugares sobre los que se tengan ideas tan definidas sin conocimiento directo como Siberia. Siberia no es solo un enclave geográfico, también es una gran desconocida de inquietante belleza. Decir Siberia, para muchos, es recurrir a un batiburrillo de tópicos negativos: frío inmenso, tierra indómita, taiga infinita, desolada tundra ártica… Su propia inmensidad hizo de ella una prisión inexpugnable para los gulag soviéticos y las antiguas colonias penitenciarias del Sajalín zarista, inmortalizadas por Chéjov.
Novosibirsk (Nueva Siberia), la ciudad situada a orillas de las gélidas aguas del río Ob, que nació a finales del siglo XIX con el desarrollo del ferrocarril, es, hoy, la tercera ciudad más poblada de Rusia y sede principal del Festival Transiberiano de las Artes, que al igual que la famosa línea ferroviaria de la que toma el nombre, se ha convertido en importante punto de enlace cultural y artístico con el resto del país y del mundo.
Vadim Repin
De la mano del famoso violinista local Vadim Repin, referencia incontestable del panorama internacional, director artístico y principal impulsor de este certamen, Novosibirsk ya no es solo importante parada del mítico tren siberiano, adquiere durante el festival una atmósfera de fiesta musical que reúne a estrellas internacionales de todo el mundo. Un acontecimiento social y cultural que llega dispuesto a convertirse en uno de los festivales más importantes de Rusia y a mostrar al mundo que Siberia es uno de los lugares más destacados a nivel musical del país. Lo que no es poco, teniendo en cuenta que en Rusia la música es parte del ADN de la gente.
La magnífica respuesta de las audiencias rusas y extranjeras, artistas y medios a la primera edición del festival (2014), han hecho posible un programa de primer nivel mundial para esta segunda edición, celebrada durante el 22 de marzo y el 8 de abril, que contó con artistas de renombre mundial como el director estadounidense Leonard Slatkin, Dimitri Liss, el suizo Charles Dutoit, Dmitri Jurowski, el joven director letón Ainars Rubikis (ganador del Concurso Gustav Mahler); solistas como el prestigioso pianista austriaco Rudolf Buchbinder, el famoso pianista francés Jean-Yves Thibaudet, la destacada violinista japonesa Akiko Suwanai, el carismático violista Maxim Rysanov o el legendario cuarteto Borodin, entre otros.
La nueva sala de conciertos dedicada al que fue fundador y director de la Orquesta Philharmonic, Arnold Kats State Concert Hall, fue el escenario de la gala inaugural con los cantantes Anna Samuil, Zoryana Kushpler y el tenor ucraniano Dmytro Popov. En el escenario de la casa de ópera más grande de Rusia, el State Opera and Ballet Theatre de Novosibirsk, conocida como “el Coliseo Siberiano”, tuvo lugar el segundo concierto-gala dedicado al 175 aniversario del nacimiento de Tchaikovsky, con Alexander Buzlov, uno de los violonchelistas con más talento de la nueva generación de músicos rusos, el pianista Konstantin Lifschitz y el propio Vadim Repin, tres talentosos solistas que nos brindaron una magistral interpretación de Las variaciones sobre un tema rococó, Mélodie y Méditation de Souvenir d’un lieu cher, y un sutil y rubateado Valse-Scherzo para violín y orquesta.
Connecting Generations
El programa del festival incluyó, además, clases magistrales, exposiciones, documentales, proyectos educativos y una serie de eventos dedicados al público más joven, como el concierto Connecting Generations con el legendario violinista Zakhar Bron y sus mejores estudiantes (incluido Repin), o el proyecto especial “Children play for Children”. Quizá ese sea el secreto de que las salas de conciertos del festival se llenaran de gente joven.
Habituados a que la media de edad de las salas de conciertos del resto de festivales sea más que madura, llama poderosamente la atención ver como todos los días las butacas del Arnold Kats State Concert Hall son ocupadas por gente que no supera los treinta años de edad. Lo que, sin duda, augura una larga vida a un festival que aspira a extenderse en dirección este y oeste a las regiones cercanas, como un viaje musical en el que cada concierto es diferente, porque Repin se ha propuesto hacer del Trans-Siberian Art Festival un festival diferente: “Yo escojo a los artistas, les dejo hacer lo que quieran, porque para eso han viajado tanto para llegar aquí… Así que cada concierto es un highlight para cada artista, porque dejo que toque la obra con la que se sienta más cómodo y que disfrute tocando…”.
Entre los conciertos de esta edición, cabe destacar la excelente interpretación de Thibaudet del Concierto en sol mayor de Ravel, donde el pianista francés demostró su proeza técnica y sensibilidad musical, acompañado por una muy compacta Novosibirsk Philharmonic Orchestra, que nos ofreció una brillante versión, muy rica en texturas y colores, bajo la batuta de Gintaras Rinkevičius. Tras la insistencia de los aplausos de un público entusiasmado, Thibaudet regaló la Pavana para una infanta difunta de Ravel. Otro concierto memorable del festival fue el protagonizado por el gran pianista Rudolf Buchbinder, quien, junto la Ural Philharmonic Orchestra, hizo gala de su aplaudida técnica, musicalidad y magnífica articulación con el Concierto para piano de Grieg, que no tardó en levantar al entendido público de sus butacas. Como propina, una bellísima transcripción del Danubio azul de J. Strauss.
La música contemporánea también estuvo presente con dos estrenos mundiales: el Concierto para violín “De profundis” de Lera Auerbach y la première rusa de la obra orquestal Circuits de la compositora americana Cindy McTee.
Lorena Jiménez
http://www.transsiberianfestival.com/
Foto: Las butacas del Arnold Kats State Concert Hall son ocupadas por menores de treinta años para escuchar a artistas como Vadim Repin, violinista y director artístico del Festival.
Acred: Alexsander Ivanov / Trans-Siberian Art Festival