Se define como un “obrero de la lírica”. Simón Orfila (Alaior, Menorca, 1976) acaba de triunfar en el Colón de Buenos Aires como Dulcamara de L’elisir d’amore, el mismo personaje con el que este mes debuta en el Théâtre de La Monnaie de Bruselas. No es común que en las críticas se destaque a su personaje y no al tenor o a la soprano, como le pasó en Argentina. “Creo que el burlón de Dulcamara es un papel bombón dentro de los de bajo buffo y por eso no pasa desapercibido”, afirma recordando las funciones en el Colón. “El público se divirtió y yo me identifiqué mucho con el montaje, ya que antes de ser cantante quería ser humorista”, afirma entre risas. “Siempre es gratificante que la crítica alabe tu trabajo y bienvenido sea, pero al final el público es el soberano”.
“Debuto este mes en el Théâtre de La Monnaie de Bruselas con Dulcamara de L’elisir d’amore”
¿Cuándo y dónde debutó el personaje?
En mi tierra, en 2003, en mi querido Teatre Principal de Maó con la Asociación Cor Illa de Menorca. En 2004 lo interpreté en el Liceu de Barcelona. Es un burlador, un jeta, un charlatán. Siempre lo he visto como a los vendedores de las películas del Oeste... Se arrima a quien más le conviene e intenta sacar dinero de todas partes, aunque me gusta que se le vea simpático. Es el típico papel para bajo-barítono muy agudo y que se mueve en la zona del pasaje; es difícil. Yo prefiero hacer una versión más cantada, con línea, y no tan parlato.
No ha trabajado con Damiano Michieletto, que lo dirigirá en Bruselas. ¿Sabe que sus montajes son bastante rompedores?
No hemos trabajado, pero he visto tanto la producción que cantaré en Bruselas como su Lucia di Lammermoor que haré a finales de año en el Liceu. Es un gran director y piensa muy bien todo lo que hace y quiere, y lo sabe comunicar a los cantantes. Este tipo de directores te hace entrar en su visión y sentirte cómodo con lo que haces. Mis compañeros que han trabajado con él hablan maravillas.
Hace tiempo que se mueve en los mejores escenarios de España y del mundo. ¿Qué personalidad hay que tener para aguantar en esta carrera?
Lo fundamental es nunca pensar que ya lo sabes todo o que eres el mejor. En este mundo nadie es imprescindible y siempre saldrán nuevas voces. Hay que saber conservarse y estar en activo; esto significa mucho sacrificio, superarse y sorprender en cada actuación. Siempre digo que soy un obrero de la lírica: me lo he labrado todo a pulso y con esfuerzo. Hay que tener los pies en el suelo y acordarse de donde uno viene: esto siempre lo he escuchado de los más grandes, empezando por Alfredo Kraus, que fue mi primer maestro, y también de Bonaldo Giaiotti, cuando viajaba a Milán para dar clases con él, y ahora de Juan Pons. Otra de las cosas duras de este mundo es la soledad; desde los 18 años estoy fuera de casa, lejos de familia y amigos, y sé que soy un afortunado por vivir de una de mis pasiones. Los isleños llevamos peor esas situaciones, creo. Hay que estar muy preparado mentalmente y ser fuerte.
Ha debutado en teatros como La Scala o el Covent Garden. ¿Cómo han sido esas experiencias?
Imponen mucho, sobre todo las primeras veces. Sabes de los grandes cantantes que han actuado allí... Es muy emocionante cuando se alza el telón. Aunque yo doy lo máximo de mí en el escenario que sea.
¿A qué colegas con los que ha cantado admira?
A Alfredo Kraus: cantar con él fue como un sueño. Su técnica, su precisión en todo, su voz, sus agudos, todo era especial. A Edita Gruberova, con quien canté mucho en los inicios de mi carrera; se portó genial conmigo... Inolvidable será el primer ensayo en el que cantamos el dúo de I Puritani... A Juan Diego Flórez, con quien siempre hablo de técnica; es un portento.
¿Qué recuerdos tiene de su trabajo junto a Kraus?
Era muy exigente, no te dejaba pasar ni una. Era de la antigua escuela, trabajaba mucho sobre la voz en maschera, posición alta y claridad en la dicción. Tenía unas tablas de respiración para trabajar el apoyo. Encontrarlo fue una de las mejores cosas que me han pasado, porque como persona era un grande, muy humano y generoso.
¿Qué personajes le interesa debutar?
Me ha hecho mucha ilusión debutar Escamillo de Carmen; hacía tiempo que me lo ofrecían y lo rechazaba por ser demasiado joven. Ya lo he cantado en Bogotá, Berlín, Roma y Mahón. Attila y Felipe II son papeles que quiero interpretar al menos una vez en mi carrera.
¿Qué queda de ese chaval que con 16 años cantaba la romanza de zarzuela “Despierta negro” en las fiestas de su Alaior natal?
La misma ilusión, las ganas de hacer las cosas bien, la alegría ante nuevos proyectos. En Alaior sigo celebrando un concierto cada verano y he tenido la suerte de que muchísimos de mis colegas, grandísimos artistas, acepten de manera altruista venir a cantar a mi tierra. Volver a casa, a Menorca, estar con mi gente, me da mucha fuerza.
Le deseamos lo mejor en su Dulcamara en Bruselas.
http://www.simonorfila.es/
Foto: El menorquín debutará en breve en el Théâtre de La Monnaie de Bruselas.
Acred: © EVA TIMONER
Por: L.Q.