El compositor Sergio Cervetti es uno de los más firmes exponentes de la creación musical actual. En 1962 dejó su Uruguay natal para estudiar composición en Estados Unidos. En 1966 atrajo la atención internacional cuando ganó el Premio de Música de Cámara del Festival de Música de Venezuela. Tras haberse formado con Ernst Krenek y graduarse en el Conservatorio Peabody, fue invitado a ser compositor en residencia en Berlín. Su obra es el resultado de plantearse la creación musical con un máximo de independencia y libertad expresiva, que viene dada por el aprovechamiento de todo el bagaje lingüístico acumulado, que bebe de las fuentes de su herencia sudamericana, la tradición europea, el dodecafonismo, el minimalismo y la música electroacústica. Tradición e innovación que vuelven a ponerse de manifiesto en su último trabajo discográfico Unbridled, editado por el sello Navona Records, del que nos habla a continuación.
Remontándonos a sus inicios, ¿cómo fueron sus primeros contactos con la música?
Mi vocación musical comenzó desde temprana edad. En nuestra Iglesia Valdense en Uruguay se cantaban siempre himnos basados en las corales de Bach y Lutero que yo trataba de tocar de oído en el piano de mi casa. Notando mi interés por la música, mi padre, que era clarinetista en la banda local, me hizo comenzar los estudios de piano a los 5 años de edad.
Se graduó en el Instituto Peadody en Estados Unidos, después de estudiar con Ernst Krenek y Stefans Grové. ¿Cómo han influido sus enseñanzas en su devenir artístico y en la creación de su propio lenguaje?
Al comienzo de mi carrera, el contacto con dos grandes compositores actuales fue de gran empuje y arduo trabajo. Ambos estaban abocados al dodecafonismo y, sobre todo Krenek, a la total serialización. Aunque aplaudo la disciplina que me impartieron con esa técnica, en mi último año de estudios terminé sintiéndome como constreñido por un chaleco de fuerza. No veía la hora de graduarme y componer en una manera más libre. La liberación vino luego de ser invitado por la DAAD de Berlín como compositor residente en 1969-70. Allí, en contacto con compositores de la talla de Penderecki, Dallapicola y Ligeti, pude ver otros horizontes y nuevas maneras de crear. Fue al volver a Estados Unidos en 1970 cuando mi estética actual comenzó a delinearse, luego de un fuerte contacto con el minimalismo al afincarme en Nueva York.
¿Qué aspectos definen su técnica compositiva actual?
Años atrás a raíz del estreno de mi Concierto para clave, Las Indias Olvidadas, en el Festival de Música de Alicante, el compositor y crítico Carlos Villasol escribió en RITMO lo siguiente: “Con una estética salvaje, Cervetti no hace distingos entre materiales de origen folclórico, de la tradición europea y de las corrientes minimales, en un gesto de valentía que lo exime de toda clasificación”. Este galardón que me otorgó Villasol resume exactamente mi actual estética. Está presente en mi reciente Concertino para piano, maderas y timbales, en los 3 Estudios australes o en Plegaria y Danza, por mencionar algunas de mis obras. Tal vez mi ópera Elegy For A Prince, producida en parte por la New York City Opera en 2007, se inclina más hacia una textura melódica y armónica normal, evitando el recitativo, del que muchos compositores actuales abusan demasiado.
En su catálogo destaca, por encima de la obra sinfónica, coral y operística, la música de cámara. No en vano, el Premio de Música de Cámara del Festival de Música de Venezuela, con el que fue galardonado en 1966, marcó un antes y un después en su carrera artística. ¿De qué obra se siente más satisfecho?
Mi cuarteto de cuerdas Unbridled, asi como también de mi trío Mémoires du Paradis constituyen dos obras importantes en mi producción. Pero mi gran capolavoro en la música de cámara es el Concierto para clave y 11 instrumentos, encargo del Festival de Música Contemporánea de Alicante 1992, estrenado por María Teresa Chenlo, a quien está dedicado, con El Grupo Instrumental, bajo la dirección de José Luis Temes.
En 2011 volvió a ser interpretado en el Festival de Alicante y en el Auditorio Nacional de Madrid por la misma intérprete y la magnífica JONDE, dirigidos por Jordi Bernàcer. Juntamente con otras obras mías, este concierto fue grabado por los susodichos intérpretes para la Colección Compositores Españoles y Latinoamericanos de Música Actual del sello Verso, patrocinada por la Fundación BBVA, pero la fundación ha paralizado los fondos y el proyecto está actualmente suspendido.
Abordemos ahora su actividad reciente. Acaba de salir al mercado su último trabajo discográfico Unbridled, publicado por el sello Navona Records. Podría hablarnos brevemente de cada una de las obras que conforman el CD.
Unbridled para cuarteto de cuerdas, compuesto en 2013, es un discurso acerca de los desastres económicos causados por las instituciones financieras. Estéticamente puedo situarlo como mi última etapa post-minimalista. El trío Mémoires du Paradis está inspirada en unas litografías de Salvador Dalí inspiradas a su vez en el Paradise Lost de John Milton. Plegaria y Danza data de 1996 y es mi única composición para violín solo. La obra de cámara …from the Earth… es una grabación histórica. Obra compuesta en 1972 fue mi primer trabajo en la vena minimalista.Todas ellas fueron trabajadas en colaboración con los intérpretes, muy especialmente con el violinista uruguayo Israel Chorberg.
¿En qué está trabajando actualmente y qué proyectos tiene para el futuro más inmediato?
Actualmente estoy poniendo los últimos toques en mi Concertino para piano, maderas y timbales que será grabado en septiembre en Boston para Navona Records. Asimismo, en el II Parma Music Festival de Portmouth del próximo agosto me estrenan una obra de cámara reciente. En Octubre parto rumbo a Caracas para asistir al Festival Latinoamericano de Música, donde se interpretará mi Candombe para orquesta. Preparo, además, una obra para soprano y orquesta con poemas de la poetisa uruguaya Delmira Agustini.
E.T.H.
Foto: El compositor uruguayo Sergio Cervetti.
Acred.: Pirjo-Leena Bauer, Doylestown, Pa.