Señor Vargas, acaba de grabar un disco para el sello Capriccio, "Opera Arias". Cuéntenos algo sobre este disco…
Es un disco que hice a mi gusto, cantando un repertorio que es, hoy en día, el que más estoy interpretando. Desde los comienzos de mi carrera profesional, he grabado diversos discos y puedo decir, con certeza, que este es en el que más me he divertido. ¡No es un disco temático! Es un disco hecho por el puro gusto de cantar. Pero creo que tampoco fue mala idea en poner tres diferentes versiones de los Faustos: Gounod, Boito y Berlioz.
Entre las arias seleccionadas, están algunas de las más hermosas, pero también de las más comprometidas. ¿Cuál ha sido la progresión en su voz? ¿Cómo se definiría?
Canto desde hace un poco más de treinta años. Empecé como tenor lírico-ligero y actualmente canto un repertorio de lírico lleno, un tenor de mayor enjundia, aunque no soy un tenor de fuerza, ni mucho menos dramático. El secreto no es sólo cantar bien, o cantar ciertos repertorios en principio distintos a las cualidades de tu voz, el secretó está en saber reconocer tus límites.
¿Cuáles han sido sus modelos en el canto?
Mis modelos de canto los mando al pasado, como es lógico. Aureliano Pertile, que no era la voz más hermosa del momento, pero sin duda sí fue uno de los más válidos interpretes, hasta de Wagner, curiosamente. También Maria Callas, que no cantaba nunca sólo por cantar, su canto siempre era motivado. Y la voz e instrumento más maravilloso que jamás ha existido, la de Luciano Pavarotti. Digamos que la combinación de ellos tres sería el máximo. Tampoco puedo dejar de nombrar a Plácido Domingo como un modelo imprescindible en un vasto repertorio, del vastísimo que él ha interpretado.
Usted ha sido y es reclamado por los más grandes teatros del mundo, Met, Scala, Ópera de Viena, Royal Opera House… ¿Para cuándo lo veremos en España?
La última vez fue en el Teatro del Liceu de Barcelona como Rodolfo para La Bohème. Hay planes para el otoño, pero me encantaría regresar al Teatro Real de Madrid, en donde he cantado solo una vez. Se trató de Werther.
En los últimos años ha introducido varios personajes a su repertorio, como Hoffmann, Don Carlo o el Lensky de Oneguin, personajes complejos de cantar e interpretar en escena. ¿Para usted es necesario que el personaje tenga un profundo componente teatral o le basta con que le agrade lo que canta?
Inicié mi carrera como puro vocalista, con la música de Rossini, Donizetti, Bellini y los roles de "tenor de gracia", como Edgardo en Lucia y otros. Mi placer era cantar lo mejor posible, porque todavía era el periodo en el que las voces prevalecían sobre todo, sobre cualquier aspecto musical. Luego fui introduciendo en mi canto una interpretación más evidente, y sobre todo, actualizando mi voz a un repertorio con roles más complejos, como el Don Carlo de Verdi. Eso me lo fue dando mi cambio paulatino de repertorio. Ahora necesito ambas vertientes: teatro y canto. Como debería de ser la siempre en la ópera.
¿Qué opina de los directores de escena y sus, a veces, discutidas escenografías y puestas de de escena?
No me gustan los provocadores. La ópera tiene que mover emociones y pasiones, pero tienen que venir de manera natural a través de la fuerza misma de la música, el drama y el texto. No forzando todo, en un absurdo exceso teatral. Quién necesita forzar al máximo el aspecto teatral y desvirtuar la esencia de la obra, para tratar de que el público entienda una ópera, no es buen artista. Las obras clásicas modernizadas, con un sólido concepto en el respeto por la música, por los cantantes y por el público, es donde me siento cómodo. Donde no, en el teatro forzado, en el que la música adquiere un rol inferior, un papel secundario.
¿Cuáles son sus próximos proyectos?
Poco a poco voy acrecentando mi repertorio, ampliando a nuevos retos y a nuevos papeles. Las obras verdianas, a excepción de las más dramáticas, como pueden serlo Otello, Forza, Aida y Vísperas Sicilianas, me van mejor a mis cualidades vocales. Le puedo anticipar que Ernani viene en puerta el año entrante.
Gracias. Ha sido un placer.
Por: Gonzalo Pérez Chamorro
Foto acred.: Adolfo Butrón