Palermo, la ciudad isleña del sur de Italia, fundada por los fenicios que, dada su posición estratégica, fue aprovechada por griegos, romanos, árabes y normandos en sucesivas invasiones, vive su gran momento como capital italiana de la cultura en el 2018. La capital milenaria de la región de Sicilia es un libro cuyas páginas contienen cientos de años de historia y arte; etrusco, griego, romano, bizantino, árabe, normando, románico, gótico-catalán, renacentista, barroco, rococó, neoclásico… Un mosaico multiétnico que atestiguan su paisaje, su lenguaje, sus monumentos, su gastronomía y su tejido urbano, y que se lee con facilidad en docenas de iniciativas, seminarios, exposiciones, conferencias y espectáculos que nos dan la bienvenida, en el año en que la metrópolis siciliana es Capitale Italiana della Cultura.
Con Rossini y Guillaume Tell, más de 50 años ausente del escenario del teatro y por primera vez en Palermo en su versión original en francés, el legendario Teatro Massimo inauguró el pasado 23 de enero su stagione. “Comenzamos las celebraciones por los 150 años de la muerte del genio de Pésaro y, al mismo tiempo, inauguramos la stagione con una ópera monumental”, señaló Francesco Giambrone, sovrintendente del Teatro Massimo.
El Padrino de Coppola
Lleno a rebosar, para la inauguración de la temporada operística de Palermo, con la presencia de autoridades locales, políticos y sovrintendenti de diversos teatros líricos, en la impresionante sala del teatro que ha quedado grabada en la retina de los cinéfilos de todo el mundo con los famosos personajes y la sucesión de antológicas escenas de asesinatos y música de la tercera y última parte de El Padrino de Coppola. Desde el patio de butacas resulta inevitable posar la vista en el palco real que presidía la familia Corleone en la representación de Cavalleria rusticana de Pietro Mascagni, y evocar a Connie Corleone con sus anteojos, observando al capo Don Altobello mientras comía los cannoli envenenados que ella le regaló.
Durante la cálida velada del pasado 23 de enero, la cortina del Teatro Massimo se alzó (con treinta minutos de retraso por huelga de la orquesta), para la prima de la última y colosal obra de Rossini, que supuso un punto de inflexión entre la ópera rossiniana y la grand opéra. En el pódium, el octogenario y experto rossiniano Gabriele Ferro, actual director musical del teatro, al frente de un elenco de cantantes especializados en bel canto, como Roberto Frontali (Guillaume Tell), Dmitry Korchak (Arnold) y Nino Machaidze (Mathilde), que debutaban en sus respectivos roles. Damiano Michieletto firma la regia con escenografía de Paolo Fantin, dominada por un gigantesco árbol, sin hojas, desarraigado en el suelo de un escenario cubierto de tierra, que se estrenó en el Covent Garden (2015). La versión de Palermo suprime la polémica escena de la violación, que se muestra de forma más sutil y añade, además, algunos cambios respecto al vestuario, y el movimiento de los cantantes. Los cortes musicales acordados con Ferro son distintos también a los de la versión londinense con Pappano.
Guillaume Tell
A pesar de sus más de cuatro horas de duración, el público aplaudió entusiasmado el estreno de Guillaume Tell; sin duda, un gran éxito para la inauguración de la nueva temporada. Una temporada en la que, a las citas habituales con el gran repertorio, se unirán nuevos y modernos espectáculos. Curiosidad e innovación son dos palabras claves de la nueva temporada. “Venir al teatro tiene que ser una oportunidad para descubrir algo nuevo y desconocido; un momento de enriquecimiento y descubrimiento de nuevos lenguajes y emociones”, afirmó el sovrintendente. “Un modo de pensar en un teatro más ligado al resto de Europa”, según el director artístico Oscar Pizzo, quien hizo hincapié, además, en la estrecha colaboración con importantes teatros europeos.
No faltarán en il cartellone del Massimo títulos tradicionales como Le nozze di Figaro, L’elisir d’amore, Cavalleria rusticana o La bohème, pero destacan las novedades como Fra Diavolo de Daniel François-Esprit Auber, donde por primera vez se van a utilizar escenas realizadas en 3D, Die glückliche Hand de Schoenberg o El castillo de Barbazul de Bartók. Además, el Teatro Massimo rendirá homenaje a la Bienal de Arte Contemporáneo “Manifesta 12”, con un espectáculo de danza de Carolyne Carlson con proyecciones en vídeo de Bill Viola. Y novedades también en la agenda sinfónica, como el esperado regreso de Zubin Mehta, que dirigirá el Requiem de Verdi.
http://www.teatromassimo.it
por Lorena Jiménez
Foto: El Teatro Massimo de Palermo, ciudad que en 2018 es Capitale Italiana della Cultura.
Crédito: © Rosellina Garbo