En su nueva grabación para el sello Genuin, la premiada pianista Natalia Ehwald vuelve a unir los dos mundos cercanos de Schubert y Schumann, con dos de sus más señeras creaciones pianísticas: la Sonata D 959 del primero y la Humoreske Op. 20 del autor del Carnaval.
Considera natural la fusión entre Schubert y Schumann, como ya hizo en su anterior disco, “Fantasias for Piano”, y como hace en este, con dos obras mayores, la Sonata D 959 y la Humoreske Op. 20…
Para mi es una vinculación natural, no tengo ninguna duda. Los une algo esencial, el corazón… También la intimidad (“Innigkeit”, como decimos en alemán, que es un término muy apropiado) y la manera de cantar la música. Por decir algo que sea más sencillo, los une, le diría, el empleo de la melodía, que en ambos casos llega a ser, por momentos, muy natural. No es por nada, pero este es uno de los motivos esenciales por los que Schubert y Schumann son considerados los más grandes creadores de canciones (Lieder).
Consideraciones generales… Pero, ¿y para usted?
Es cierto… Ambos compositores parecen marcar los polos para mí, aunque cada uno de diferente manera. La Kreisleriana, así como la Humoreske, están bañadas por la fuerza, por abruptos contrastes. La polaridad de Schubert puede quizás resumirse perfectamente en esta cita del compositor:
“Si quisiera expresar amor, éste se convierte en dolor para mí; y si solo quisiera expresar dolor, se convierte en amor para mí”
Schumann admiró tremendamente a Schubert. Pienso que fueron almas gemelas.
Hablemos de Schubert y en especial del Andantino de la Sonata, ¿qué mundo cree que desarrolla Schubert en esta prodigiosa música?
Es un universo que explora lo más interior del alma humana y que parece no pertenecer a este mundo. El Andantino me afecta profundamente, con esa terriblemente triste melodía y el acompañamiento uniforme de la mano izquierda, que expresa una inconmensurable desolación y soledad. Por otra parte, una vez accedemos a la sección central, completamente delimitada, siento que estamos ante una explosión dionisiaca, un delirio que debía haber pasado Schubert en su momento de manera atroz, porque todavía vive en cada oyente con una fuerza que doscientos años después no ha dejado de violentar con su ímpetu.
Y sobre Schumann… ¿Cree que en la Humoreske se percibe la inestabilidad mental que le condujo a su muerte, con esos constantes cambios anímicos?
Esta es una cuestión muy interesante, la cual he debatido en numerosas ocasiones con mi marido, ¡qué es psiquiatra! Lo que en principio puede “hablar” en contra de estas obras tan desgarradas y exaltadas, son precisamente las primeras, que con el avance de la enfermedad de Schumann las compuso de manera más ordenada. Creo que esta falta de permanencia extrema fue un rasgo de la personalidad que musicalmente rompió su discurso de una manera fascinante. Por supuesto que no se puede estar seguro, de hecho, hay multitud de especulaciones sobre esto.
¿Ha visitado España? ¿Alguna actuación en nuestro país?
He ofrecido algunos recitales en Mallorca, en una maravillosa casa-palacio del siglo XIV, donde volverá a tocar en octubre de este año 2019.
http://nataliaehwald.de/en/
por Blanca Gallego
Foto: Natalia Ehwald afirma que la unión natural entre Schubert y Schumann es “el corazón”.
Crédito: © Gesine Born