Después de una formación clásica en el conservatorio, el violonchelista francés Matthieu Saglio pronto empezó a poner su dominio técnico al servicio de universos musicales muy variados. Cello Solo, su proyecto más personal, refleja esta cultura anclada en el clásico pero abierta a los cuatro vientos.
Su proyecto Cello Solo, para violonchelo y sampler, no se puede resumir con ninguna etiqueta. Se mezcla a la vez un concepto clásico con muchas influencias. ¿Cómo nació este repertorio?
Cello Solo es el fruto de un largo proceso de maduración que se hizo de forma muy natural. Tengo una formación de violonchelo clásico, en el conservatorio, pero pronto me he sentido atraído por otros horizontes: el jazz, las músicas latinas y de raíz, hasta el flechazo que supuso para mí el flamenco, hace 15 años cuando me instalé en Valencia. He querido poner mi violonchelo al servicio de todos estos universos multiplicando las colaboraciones en proyectos muy diferentes. Cello Solo es un poco como la síntesis de todas estas influencias, de todos estos encuentros. Es mi proyecto más personal, una especie de diario íntimo en evolución perpetua.
Su concepto técnico del violonchelo refleja también este eclecticismo. Entre sus manos, se vuelve violín, contrabajo, guitarra…
Sí, siempre ha sido un hilo director para mí: más que tocar diez instrumentos, prefiero tocar el violonchelo de diez maneras distintas. Es un instrumento de una riqueza emocional increíble y desgraciadamente sus capacidades están a menudo subexplotadas. En Cello Solo, el uso del sampler aporta un grado de libertad importante. Esto me permite crear en directo unos arreglos para varios cellos, añadiendo una dimensión armónica y rítmica a la dimensión melódica tan natural del instrumento. También es una manera de sorprender al público. Todo empieza de manera muy clásica, hasta que se introduce el sampler de forma casi imperceptible. Y llega el momento en el cual la gente se da cuenta de que han aparecido varias voces de cello y se pregunta: “Eso ¿cómo ha sido?”. Lograr llevar al oyente de un universo a otro sin que se dé cuenta es muy gratificante.
Usted ha acercado su violonchelo al flamenco, a la música arabo-andalusí o de África. ¿Qué le empuja a lanzarse en un nuevo proyecto?
Siempre es una historia de encuentros, ya sean humanos o musicales. Y muchas veces es una combinación de las dos cosas. Antes, estaba hablando de mi flechazo con el flamenco. Enseguida sentí la necesidad de descubrir más a fondo este lenguaje. Esto coincidió con el encuentro con el guitarrista flamenco Ricardo Esteve con el que fundamos Jerez-Texas en el año 2002, junto con el batería Jesús Gimeno. Nuestra amistad dura desde aquel día y nuestra música refleja esta relación de complicidad. Pasó lo mismo con Fathi Ben Yakoub, virtuoso violinista marroquí, que me ha llevado a descubrir el universo tan rico de la música clásica árabe, o con el senegalés Abdoulaye N’Diaye, que toca la kora y canta, y con el que creamos el grupo Diouke, de inspiración africana, junto con el acordeonista Carlos Sanchis. Incluso Cello Solo debe mucho a la colaboración con Emilio Garrido que me acompaña en directo con sus textos.
¿Para usted, la emoción musical se alimenta de las relaciones humanas?
Sí, muy a menudo. Y es verdad, tanto en los proyectos que creo como en las colaboraciones con otros proyectos, que son una formidable fuente de inspiración. Así he tenido la suerte de colaborar con Amancio Prada o con la Fundación Internacional Yehudi Menuhín. Los encuentros creativos en los cuales participo con esta fundación me llevan a tocar con músicos de otras nacionalidades y de universos musicales completamente diferentes. Sólo el diálogo y el compartir juntos con respeto mutuo nos permiten alcanzar un resultado que hace vibrar al oyente cuando actuamos juntos, a veces menos de una semana después del primer contacto.
Esta relación humana es también muy importante cuando compongo bandas sonoras para documentales o espectáculos, por ejemplo con la Compagnie 14:20 en Francia. Es un trabajo que me gusta mucho porque permite plasmar en imágenes reales el poder evocador de la música.
www.matsag.com
Frank Romitelli
* La foto está tomada durante un concierto en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares que ha dado lugar a la edición de un disco en directo, titulado Cello Solo. Matthieu Saglio lleva imperceptiblemente al oyente desde un universo clásico hacia otros horizontes musicales.
Foto: Matthieu Saglio en Cello Solo, en febrero de 2013*.
Acred.: Gabriel Ommés