María Teresa Chenlo es una de nuestras más importantes intérpretes y estudiosas del clave. Tras iniciar sus estudios de piano en su ciudad natal Florida (Uruguay), el descubrimiento del repertorio barroco la llevó a consagrarse en cuerpo y alma a la música para tecla. Afincada en España desde hace años, su personal forma de tocar es la combinación perfecta entre técnica e intuición musical, entre virtuosismo y una innata musicalidad que le acompaña cada vez que se pone frente a una partitura. A ello han contribuido las enseñanzas de sus maestros y, muy especialmente, las del gran Rafael Puyana, con quien tuvo oportunidad de estudiar en París. Acaba de rendirle un merecido homenaje en los XX Encuentros Manuel de Falla de Granada con un concierto que se ha repetido con éxito en el Festival de Música Española de Cádiz. En esta entrevista, María Teresa Chenlo hace un repaso a su carrera y recuerda a su Maestro con el cariño y el respeto del discípulo agradecido por tanta sabiduría y experiencias compartidas.
Hablar de María Teresa Chenlo significa referirnos a la música de tecla. ¿De dónde le viene esta gran pasión que surgió cuando era una niña?
Supongo que debe estar en los genes de mi familia; uno de mis hermanos es pianista, aunque no se dedicó a ello, y el otro violonchelista ya retirado. Solíamos hacer música juntos en nuestra casa y nuestros padres siempre apoyaron nuestras vocaciones.
Tuve la suerte que desde mis inicios me guiaron magníficos profesores. En mi ciudad natal Olga Dibarboure y luego, en el Conservatorio Superior de Montevideo, el Maestro Hugo Balzo, estupendo pianista, muy buen conocedor del repertorio clásico, contemporáneo y latinoamericano. Él nos enseñó a ampliar el panorama y a trabajar obras de Fabini, Tosar, Ginastera, Guastavino, Ponce, Villalobos, Hindemith, Kabaleswsky, Bartók, Schoenberg etc. Agregado a ello, dos grandes profesores de Historia, Estética y Análisis, Walter Guido y Armando Diez, me presentaron el Barroco con tal exquisitez, ilustrándolo con grabaciones de clave, que fue el detonante para preguntarme: ¿Qué hago tocando esta música en el piano? ¡Quiero estudiar el clave! En el conservatorio de Montevideo no había cátedra y tomé la opción de ir a Buenos Aires.
¿Qué nuevas expectativas artísticas le abrió este instrumento a la hora de afrontar el repertorio barroco y su maestra Norma Romano en el Conservatorio Nacional Carlos López Buchardo de Buenos Aires?
Todas. Norma Romano me llevó a descubrir el instrumento en profundidad y comenzar a trabajar el repertorio barroco que luego se fue ampliando al contemporáneo. Para graduarme tuve que preparar obras de Rameau, Buxtehude, Bach y el Concerto de Falla. Una vez finalizada mi graduación en Buenos Aires el SODRE, en Uruguay, llamó a concurso a solistas para actuar en la temporada Sinfónica de la Orquesta. Preparé el Concierto para cembalo y orquesta de Bohuslav Martinu y obtuve el primer premio. Ya tenía claro, por mi sólida formación, que los compositores barrocos debían tocarse con orquestas de instrumentos ad hoc, por eso preferí elegir el estreno del compositor checo bajo la dirección del Maestro Howard Mitchell. Tuve mucho éxito y excelentes críticas que guardo con cariño.
Con una beca se traslada a estudiar a Europa, concretamente a España con Genoveva Gálvez y en París con el gran Rafael Puyana. ¿Qué recuerdos tiene de aquella etapa?
Efectivamente obtuve una beca de UNESCO para estudiar clave y otra del entonces llamado Instituto de Cultura Hispánica para el Curso de Música Antigua de Santiago de Compostela.
Como tampoco había cátedra de clave en Madrid estudié con Genoveva Gálvez en los cursos de Santiago y dos años de manera particular. Ella me introdujo en aspectos técnicos muy interesantes que trabajé con gran dedicación. Fueron tiempos de adaptación a costumbres muy diferentes. Venía de Uruguay, un país muy abierto a todas las corrientes intelectuales y con una educación de gran nivel. El tesón de haber encontrado el camino musical correcto, junto al apoyo de muchos amigos que fui haciendo y que conservo, me hicieron superar esas diferencias. España es hoy, también, mi hogar. Durante esta etapa el Ministerio de Asuntos Exteriores de España concedió becas para extranjeros y obtuve una de ellas, lo que me dio opción a estudiar en el Conservatorio Superior de Madrid el repertorio organístico español de los siglos XVII y XVIII, bajo la dirección de Paulino Ortiz de Jócano. Fue una estupenda experiencia que completó mi conocimiento de la música española de tecla.
Luego vinieron las becas a los Cursos Internacionales Manuel de Falla en Granada. Allí conocí a Rafael Puyana quien me escuchó y me invitó a trabajar con él en París. Sentí un honor y una enorme alegría ante esta invitación. Fue el deslumbramiento total con un maestro que poseía el don de atrapar al alumno en una exigencia rigurosa, rica al máximo en recursos técnicos y estéticos. Así comenzó y continuó una hermosa y fructífera relación que me guió en un serio y espléndido trabajo, enriqueciendo al máximo mi vida profesional.
Precisamente, a su maestro Rafael Puyana acaba de rendirle un homenaje en los Encuentros Manuel de Falla de Granada, concierto que se ha repetido en el Festival de Música Española de Cádiz. Nos regaló un “Paseo por la música que su querido maestro amó”, con piezas algunas de ellas revisadas por usted. ¿Qué criterios siguió a la hora de seleccionar el repertorio y cómo ha sido la experiencia?
Estos dos conciertos homenaje han sido mi manera de agradecerle todo el conocimiento recibido. La guía para seleccionar las partituras la tenía muy clara, me la sugirió él; parte de su extraordinaria pedagogía fue enseñarnos a elegir el repertorio de los programas, combinando épocas y estilos diferentes. En esta ocasión, para el “Paseo por la música que amó”, elegí obras y compositores de los sucesivos periodos del barroco, desde Peter Philips a Bach, pasando por Correa, Poglietti, Rameau, Scarlatti, Albero y Soler; realmente un paseo por todo el apasionante mundo del barroco.
La experiencia fue única pues estuvo cargada de emoción con la presencia de sus sobrinas de Colombia y Estados Unidos, y clavecinistas amigos que también estuvieron en los Cursos de Granada.
Para el concierto contó con dos instrumentos muy especiales…
Otro agregado más a la carga emocional. Usé dos claves que fueron de Puyana y que los donó a la Fundación Archivo Manuel de Falla de Granada. Uno de dos teclados, copia de un Blanchet (París S. XVIII), y otro de tres teclados, copia de un Hass (Hamburgo 1740), único ejemplar que tenemos en España.
Tocar en el Hass de tres teclados ofrece la posibilidad de llegar a la exquisita interpretación de las obras. Pero cuidado, no se trata de hacer gimnasia saltando de un teclado a otro sino que la música gane totalmente la partida, aprovechando los recursos de los distintos registros.
En este apartado quisiera expresar brevemente mi posición sobre las tan dogmáticas y encorsetadas opiniones que sugieren ciertas escuelas acerca de que las obras deben ser interpretadas, para ser válidas, según el compositor y la época en tal o cual instrumento. Entiendo que un falso purismo no debe nunca matar la música. Anterior al Hass, Hamburgo 1740, hubo ya otros constructores de claves de tres teclados. Stefano Bolcioni en 1627 construyó uno en Florencia, actualmente en la colección Russel de la Universidad de Edimburgo y otro construido en 1702, que se atribuye a Bartolomeo Cristofori, conservado en la Universidad de Michigan.
El clave llamado Il Coreggio de la Reina María Bárbara de Braganza, desgraciadamente desaparecido, fue construido por Diego Fernández con los consejos del castrato Farinelli. Tenía cinco juegos de cuerdas, con lo cual había un registro de 16’, tiradores y pedales para variados cambios de registros. Scarlatti conoció ese instrumento, ¿se puede pensar que un compositor de su talla no lo aprovecharía? Por lo tanto desde el siglo XVII los músicos tenían esos claves a su disposición.
Lo esencial es que los intérpretes sepamos usar cada instrumento para hacer música.
Mi marido, que es físico, es un gran apasionado en el estudio del mecanismo y construcción de los claves. Ha hecho un trabajo técnico serio y pormenorizado de las características del Hass, que puede ser de gran ayuda para los intérpretes.
¿Qué labor de investigación hay detrás de cada una de las piezas que interpreta en el clave?
Total: época, análisis armónico-tonal, documentación exhaustiva sobre la vida del compositor. Por ejemplo, ¿cómo no saber que Correa de Arauxo se negó a entregar la llave del órgano en Sevilla y estuvo preso por ello, o que la distracción favorita de Scarlatti era el juego y muchas veces la Reina María Bárbara pagó sus deudas para salvarlo? Estos detalles que parecerían secundarios sin embargo nos dan pautas del carácter fogoso del compositor que se transmite a sus creaciones.
Además de su maestro Rafael Puyana, Wanda Landowska estará también entre sus referentes artísticos…
Sin duda. Fue una personalidad arrolladora; gracias a ella el instrumento está vivo. Actualmente hay una corriente que se permite el lujo de criticarla. Si escuchamos sus grabaciones en el Pleyel, que evidentemente no es una copia histórica fiel, transmiten tanta música con mayúsculas que a nadie con sensibilidad pueden dejar ajeno. Como a mi Maestro, la admiro.
Su versatilidad artística le ha permitido abordar un repertorio muy amplio, desde el barroco, las obras para fortepiano de los siglos XVIII y XIX, la música clavecinística americana, e incluso obras de nueva creación, muchas de las cuales le han sido dedicadas, de Cervetti, Castillo, J. L. Turina, Legido y tantos otros. ¿Qué diferencias hay a la hora de interpretar una obra contemporánea, de una barroca o del repertorio americano para clave?
Desde el punto de vista técnico mucha. Hay que adaptar la mano y la técnica para que el sonido no resulte seco. Pero desde el punto de vista musical ninguna: seguir lo que nos dice la partitura con gran detalle. Con los compositores actuales tenemos la posibilidad, en la mayoría de los casos, de poder intercambiar ideas acerca de la obra y su interpretación lo que redunda en un óptimo resultado. Mi experiencia en este aspecto ha sido muy fructífera y espero que para los compositores también.
Como intérprete me siento en la obligación moral y estética de dar a conocer a los creadores de nuestro tiempo. Testimonio de esto es el CD que acaba de aparecer con las obras del Taller de Compositoras del XI Festival de Cádiz, creado por el eficiente director del mismo D. Reynaldo Fernández Manzano.
¿Qué proyectos artísticos tiene? ¿Tendremos oportunidad de disfrutar de la grabación del programa de homenaje a Rafael Puyana?
La preparación de un monográfico de un músico español del siglo XVIII. El nombre del compositor no se dice pues si no el proyecto no sale. Aunque no soy supersticiosa, sigo el buen consejo de mi abuela italiana.
Comenzar una investigación sobre la vida y realizaciones de Rafael Puyana. Para ello cuento con el estupendo material, donado por el Maestro a la Fundación Archivo Manuel de Falla, y la exquisita colaboración de su gerente y amiga Elena García de Paredes. En cuanto a la grabación del concierto, lamentablemente no se efectuó.
El próximo 15 de enero el Festival COMA’14 rendirá, en Madrid, un homenaje a dos grandes figuras de la creación como son Claudio Prieto y Sebastián Sánchez Cañas. En él tendré el placer de recrear nuevamente la Sonata 13 de Prieto, sonata que me dedicó, así como Petenera y Vaqueirada y Baile vaqueiro de Sánchez Cañas.
Por: Elena Trujillo Hervás
www.mariateresachenlo.com
www.youtube.com/watch?v=PJJDxrtbHoo*
* María Teresa Chenlo estudiando en el clave de tres teclados realizado por Andrea y Anthony Goble, donado por Rafael Puyana al Archivo Manuel de Falla.
Foto: La clavecinista María Teresa Chenlo.