La Real Filharmonía de Galicia y la Escuela de Altos Estudios Musicales resumen un proyecto único auspiciado por el Consorcio de la ciudad de Santiago de Compostela, que nació a principios de los años noventa como órgano ejecutivo del Real Patronato de Santiago, creado en 1964 para conmemorar el Año Santo de 1965 y los sucesivos, con sus fases de luces y sombras. Con la creación de este organismo se pretendió dar una continuidad y estabilidad a la participación de las administraciones consorciadas en el desarrollo de Santiago de Compostela. Por él pasaron Ángel Ligero, Homero Pérez Quintana y J. Manuel Villanueva, llegando a la que desde mayo de 2012 y hasta el día de hoy desempeña el puesto de gerente, María Antón. Ello no supone una alteración sustancial en las políticas desarrolladas porque el concepto global está muy definido y en el que las diferencias ostensibles vienen marcadas por los perfiles propios de cada responsable. Los fines y objetivos del Consorcio vienen definidos en sus estatutos, que han permanecido inalterables en su esencia. Cada gerente ha pasado por momentos muy distintos en cuanto a lo que se entiende por recursos. Cualquier gestor anterior a los momentos de crisis dispuso de mejores expectativas. Esta conversación con María Antón, distendida y cordial, nos permitió valorar el estado actual de ciertas actividades, entre las tantas que asume el Consorcio, pero centrándonos exclusivamente en lo que interesa a una publicación como RITMO.
Es obligado que esta entrevista se centre en la música y sus relaciones con otras instituciones, tanto docentes como las que se dedican a programar actividades. Comenzaremos pues por la Real Filharmonía de Galicia.
A comienzos del 2000 se confía la gestión de la Real Filharmonía de Galicia y Escuela de Altos Estudios Musicales (porque desde el Consorcio se habla de un proyecto único que nace en el seno de la Xunta de Galicia, para Galicia, con sede en Santiago), al Consorcio participado por la Administración Central, la Comunidad Autónoma y el Gobierno Municipal. También entra la coordinación de la parte artística, confiada al director titular de la orquesta, Paul Daniel, además de Maximino Zumalave, Oriol Roch y los apoyos que podamos dar los que estamos alrededor.
Luego, ¿quién decide en la programación es el director titular de la orquesta?
Es una de sus funciones y una de sus obligaciones: el tener una temporada equilibrada, atendiendo a los intereses de los distintos públicos, buscando captar nuevos aficionados.
Estamos con la Escuela de Altos Estudios Musicales y su idea como proyecto.
Siempre estuvo vinculada a la orquesta, pero no es hasta 2011 en que recae esa responsabilidad en el Consorcio. Anteriormente había una aportación del Consorcio a la Escuela, pero no se implicaba en su gestión. Nuestra confianza en la EAEM es total, con una clara ambición de futuro porque entendemos que todavía tiene campo de expansión por superar. La integración entre la orquesta y la EAEM todavía tiene que llegar, ser más estrecha y productiva. Por eso, la participación de los músicos con los alumnos es primordial en esta tarea y, al mismo tiempo, un lujo que deben saber valorar y aprovechar al máximo.
Los propios músicos, precisamente, están haciendo sus cursos y sus ciclos.
Sí, porque eso les permite avanzar en otras experiencias y si desde el Consorcio se encuentran algunas otras opciones interesantes para la ciudad, fuera de lo que es nuestro ámbito, también intentamos ayudarles. Tenemos el caso reciente del curso “A MI LA DO” o “Peregrinos Musicales”, en los que se implicaron miembros de la Real Filharmonía, pero también el propio Consorcio. Se trata de conseguir una coordinación eficaz en las programaciones, en general. Todos los trabajos tienen distintos sesgos: el de la orquesta, que es continuado; los festivales tienen otro matiz, con un claro reclamo al público foráneo… Se trata de que cada cosa, que tiene su razón de ser, sea coherente con la anterior para mantener un hilo conductor.
Saliendo al paso nos encontramos, por ejemplo, con el Festival de Músicas Contemplativas.
Se trata de mantener algo que es muy bueno para la ciudad por el espíritu con el que nace y el momento en el que se hace: la Semana Santa. Es verdad que tuvo tiempos mejores porque las posibilidades económicas eran más boyantes. Así que, se trata de no perderlo por varios motivos: en primer lugar, porque la marca estaba ya consolidada; y, en segundo lugar, por los envidiables enclaves que constituyen el importantísimo patrimonio histórico-artístico de una ciudad Patrimonio de la Humanidad como Santiago de Compostela.
También, por su parecido, el que había sido el Compostela Organum Festival.
Sería una iniciativa a recuperar en una situación de coyuntura económica más favorable, por ese gran trabajo llevado a cabo con la restauración de instrumentos. Aún así, en la medida de nuestras posibilidades, intentamos mantener la música de órgano. De hecho, no hace mucho, colaboramos con el Conservatorio Profesional en un ciclo que organizaron y estamos ya hablando con ellos para otras iniciativas sobre este tema.
En cuanto a publicaciones de libros que se encuadren en este espacio de la música.
Estamos trabajando en un libro sobre los hermanos Courtier y con Carlos Villanueva en un proyecto que está desarrollando. Beatriz Cancela Montes, que se dedica a esa investigación sobre los Courtier, ya había realizado investigaciones sobre la obra de Tafall. Un capítulo abierto para un futuro inmediato es la divulgación de todo lo que es el patrimonio de la ciudad. Siempre hay una vinculación a lo que es la investigación relacionada con Santiago: arquitectura, patrimonio histórico, intentando abarcar y difundir todo lo que representa y ha representado esta ciudad en el sentido más amplio. Realmente no me quejo, ya que es una suerte que el Consorcio pueda tener un capítulo de publicaciones como el que hemos venido manteniendo, pues la media son unos diez libros al año.
¿Con cuántos entes compostelanos tenéis relación?
Tenemos relación con el Ateneo, con Amigos de la Ópera, con la Fundación NovaCaixaGalicia, la Fundación Catedral, la Fundación Granell… así como con otros de representación cívica que van desde la Cámara de Comercio a la Hostelería, la Ciudad de la Cultura, Incolsa; sobre todo tenemos deseos de seguir en esa línea. Se trata de desarrollar actividades en conjunto, sin que presuma concesión de subvenciones en vacío. Evitar protagonismos que desvirtúen la esencia de las propuestas. ¿Por qué no todo el mundo vinculado con la música está comprometido con Música en Compostela, por poner un ejemplo concreto?
¿Cuál es la relación del Consorcio con Música en Compostela?
Los cincuenta y seis años de continuidad de este curso internacional le otorgan un prestigio especial, de ahí nuestra voluntad de participación con sus actuales responsables, como Agustín León Ara, Enrique Jiménez, la secretaria Elena Candanedo, además del profesorado, entre los que podemos destacar a López Calo, Maximino Zumalave o García Abril. Nos queda la memoria de la figura de Antonio Iglesias como director, que llevaba el curso con un control absoluto. Por nuestra parte, seguiremos ayudando en todo lo posible para mantener y mejorar el nivel de uno de los cursos más prestigiados de toda Europa por la historia que les avala desde los años fundacionales de Conchita Badía, Andrés Segovia, Higinio Anglés, Mompou o Alicia de Larrocha.
¿Llegó a tener trato con Antonio Iglesias o alguna impresión directa?
No, no tuve ocasión de tratarle; pero sé, por lo que me comentaron sobre su persona, que era de un talante muy suyo. Sin duda me hubiese gustado conocerle porque me parece que fue alguien realmente interesante. Sé que sabía ganarse un respeto temerario.
Hace años gozamos de un drama litúrgico del siglo XII que se celebró en la Catedral y que, por anómalas circunstancias, dejó de ofrecerse. No era del Consorcio, pero quizás hubiese la posibilidad de recuperarlo.
Esta ciudad, que goza de un maravilloso dinamismo cultural, ha sido testigo de muchas y muy buenas programaciones musicales en sus más variadas vertientes. Destacar, mantener y continuar aquellas iniciativas singulares, atractivas, que ya son parte de la ciudad, es uno de nuestros objetivos. En el caso concreto del drama litúrgico no tengo conocimiento, pero siempre se puede valorar.
Por: Ramón García Balado
Foto: María Antón, gerente del Consorcio de Santiago de Compostela.