Lorenzo Palomo es uno de los compositores españoles que más éxitos internacionales ha cosechado en los últimos años. Ha sido condecorado por Su Majestad el Rey, a instancias del Ministerio Español de Asuntos Exteriores, con la Encomienda de la Orden de Isabel La Católica por llevar con su música el nombre de España por todo el mundo. Sus partituras han sido interpretadas en la mayoría de los grandes auditorios de los cinco continentes –como el Carnegie Hall deNueva York,el Covent Garden londinense, elSymphony Hall de Boston, el Suntory Hall de Tokyo, la Konzerthaus de Berlín, el Victoria Hall de Ginebra, la Accademia Santa Cecilia de Roma, el Auditorio Nacional de Madrid, etc.- por algunas de las mejores orquestas del panorama internacional, como las de Boston, Filadelfia, Pittsburgh, San Diego, Oslo, Suisse Romande, Deutsche Oper y Rundfunk-Sinfonieorchester de Berlín; Orquesta de la RAI, Hamburgo, Dresde, la Orquesta Nacional de España, la de RTVE, Barcelona, Sevilla, y tantas otras. Amable y profundamente cercano, de todo ello nos habló durante una entrañable entrevista.
Sus primeros contactos con la música fueron a través de su tío Lucas, en Pozoblanco, su ciudad natal. Y aunque empezó a estudiar piano, desde muy pequeñito se decantó por la composición. ¿Por qué? ¿Qué recuerdos tiene de aquella época?
Los recuerdos de mi niñez en Pozoblanco están desgraciadamente marcados por la pérdida de mi padre, al cumplir cuatro años. Dos años después nos trasladamos toda la familia a Córdoba. Mi tío Lucas Tirado, hermano de mi abuela, que había sido director de la banda de Pozoblanco, me fue introduciendo poco a poco en el mundo de la música. Me fascinaba escucharle tocar el piano y mi atracción por este instrumento me vino de inmediato. Mi tío descubrió enseguida mi talento musical al enseñarme las primeras notas. Apenas iniciado en el piano se despertó en mí el deseo de escribir mi propia música y, ya de niño, compuse mis primeras obritas. Un par de años después ingresé en el Conservatorio de Córdoba, donde cursé solfeo, piano y armonía.
Posteriormente se trasladó a Barcelona para estudiar con Joaquín Zamacois, uno de sus más preciados maestros.
Mi profesor de armonía era el director del Conservatorio de Córdoba, Joaquín Reyes Cabrera. Un buen día me dio el primer libro del “Tratado de Armonía”, de Zamacois, para que lo ojease. Lo leí y releí, y fascinado por su detallado análisis de esta materia, escribí una carta al Maestro Zamacois que me contestó enseguida de manera muy afable, indicándome la posibilidad de estudiar con él. Meses después me trasladé a Barcelona e ingresé en el Conservatorio Superior Municipal de Música de esta ciudad, donde cursé mis estudios de contrapunto y fuga, composición y orquestación con el Maestro Zamacois, quien con los años sería mi mentor. Mi profesora de piano fue la gran pianista y concertista Sofía Puche de Mendlevicz.
Tras finalizar sus estudios en Barcelona, decidió viajar a Nueva York para iniciarse en la dirección orquestal con Boris Goldovsky. ¿Hasta qué punto su labor como director ha influido en su actividad creativa?
Becado por la Fundación Juan March marché a Nueva York. Mis cinco años en esa gran metrópoli fueron inolvidables y me marcaron para siempre. Mis estudios de dirección de orquesta con Boris Goldovsky añadieron una nueva dimensión a mi experiencia musical, no solo a lo que se refiere a la parte técnica sino también al análisis en profundidad de las partituras de los grandes maestros. Mis años como director de la Orquesta de Valencia y como director de orquesta, en general, me brindaron la oportunidad de conocer de cerca los recursos orquestales y me ayudaron a forjar y madurar mi propio estilo como compositor. El estreno de mi ballet La leyenda del Monte Bangkay en Manila (Filipinas) me sirvió de experiencia para valorar mi estado de madurez en el campo de la orquestación. El arte de orquestar es algo muy personal que uno va depurando y definiendo con la experiencia. Las reglas de orquestación ayudan a trazar un camino, pero es el propio compositor el que tiene que encontrar el lenguaje que caracterice su obra y le permita plasmar sus ideas en la partitura.
En su larga trayectoria como compositor, ¿qué momentos han marcado un antes y un después en su devenir artístico?
Debo citar tres momentos muy especiales. La primera gran artista en interpretar mi música fue Montserrat Caballé. Nuestra cantante me había pedido que le compusiese unas canciones y le escribí mi ciclo Del atardecer al alba o Recuerdos de juventud. El día que lo estrenó en el Carnegie Hall de Nueva York, acompañada al piano por Miguel Zanetti, quedó grabado en mi memoria como una de las fechas más especiales de mi vida. Seguidamente, Montserrat cantó este ciclo en las salas de conciertos más prestigiosas del mundo. Llevado por mi entusiasmo le compuse seguidamente mi ciclo Una primavera andaluza. La editorial International Music Company de Nueva York tiene editados ambos ciclos. En la actualidad, estas canciones están integradas en los programas de gran parte de los conservatorios de Estados Unidos.
Otro hecho muy importante en mi carrera fue el estreno de mis Nocturnos de Andalucía en el Konzerthaus de Berlín, interpretados por Pepe Romero y la Rundfunk-Sinfonieorchester de Berlín, dirigidos por Rafael Frühbeck de Burgos. El largo aplauso del público hizo que se repitiese el Nocturno de Córdoba. Rafael y Pepe han interpretado esta obra con gran número de las mejores orquestas del mundo. Y otra fecha muy especial en mi vida fue el día del estreno de mi Dulcinea en el Konzerthaus de Berlín, interpretado por solistas, coro y orquesta de la Deutsche Oper de Berlín, con Ainhoa Arteta como artista invitada, dirigidos por Miguel Ángel Gómez Martínez. Dulcinea es la primera obra española que estrena la Deutsche Oper de Berlín.
Usted siempre se ha planteado la creación musical con un máximo de independencia y libertad. Esa fidelidad a uno mismo le llevó a apostar por un lenguaje en el que la comunicación con el oyente está muy presente. ¿Fue difícil tomar está decisión?
Está claro que si la música no consigue conectar con el oyente, pierde por completo su razón de ser. Yo estoy convencido de que si la música sale de dentro del compositor, sea de la clase o tendencia que sea, como algo natural, nacida de una inspiración genuina, esa música conecta con el oyente de inmediato. Sobre mi forma de componer no tuve que tomar ninguna decisión. Mi estilo de música es el que me dicta mi inspiración. La inspiración no está siempre en la sala de espera, a veces hay que instigarla con el trabajo y, finalmente, aparece cuando menos se espera. Uso todos los elementos de la música: melodía, ritmo, consonancia, disonancia, tonalidad, atonalidad... Lo que oigo dentro de mí lo paso al papel pautado. Luego viene el trabajo, lo que es la composición en sí, la orquestación, el pulir, el detallar, la autocrítica exhaustiva...
El hecho de ser intérprete, director y compositor le ha llevado también a mantener un contacto más directo con una lista interminable de grandes intérpretes como Montserrat Caballé, Frühbeck de Burgos, López Cobos, Gómez Martínez, Pepe Romero, María Bayo, Ainhoa Arteta. ¿Cómo ha influido su trabajo diario con ellos en su actividad compositiva?
He tenido la suerte de que mi música ha atraído a esos grandes intérpretes que cita y a muchos más que el espacio no nos permite citar. Todos ellos han enriquecido mi vida inmensamente y me han ayudado a propagar mi música por el mundo. Muy especialmente también ha influido en mi actividad compositiva mi trabajo en la Deutsche Oper de Berlín. Trabajar con grandes artistas y directores como tarea cotidiana es fascinante y exige una atención y preparación absolutas. Para mí ha sido la mejor escuela que podría soñar para aprender el “oficio”. Poder escuchar una gran orquesta, sobre todo en sus ensayos, y “palpar” el genio creativo de los grandes compositores me ofreció una situación de privilegio. Sin duda, mi trabajo en la Ópera ayudó a forjar el estilo “comunicativo” de mi música. De paso me permitió aprender la técnica vocal, lo que me dio una gran seguridad a la hora de componer para la voz. También fue un gran privilegio para mí trabajar y colaborar con tres grandes directores generales musicales de la Ópera: Jesús López Cobos, que me llevó a la Deutsche Oper; Rafael Frühbeck de Burgos y Giuseppe Sinopoli.
¿Cómo nació su amistad con Pepe Romero y su relación con la familia Romero?
Mi estrecha relación con la familia Romero, a quienes conocí durante los años que viví en San Diego, California, donde ellos residen, me llevó a amar y a conocer la guitarra en profundidad. Ello influyó definitivamente en el gran número de composiciones que he dedicado a este maravilloso instrumento.
Usted ha prestado una atención muy especial a la canción, pero también a la guitarra y a otras formaciones instrumentales poco frecuentes, como en su Sinfonía a Granada, para soprano, guitarra y orquesta; Cantos del alma, para soprano, clarinete y orquesta, o Fulgores, para violín, guitarra y orquesta. ¿Qué le ha llevado a centrar su música en esas formaciones que resultan tan innovadoras desde el punto de vista artístico?
Considero que componer obras para instrumentos solistas como el violín, el piano o el violonchelo, para los que los grandes compositores dedicaron innumerables obras inmortales es añadir una gotita de agua en el océano. Por eso me atrae especialmente componer para formaciones poco comunes en el repertorio. Esa es mi aportación a enriquecer el repertorio en campos menos trillados. Andalucía, mi tierra, es para mí una fuente inagotable de inspiración y su influencia está presente en muchas de mis composiciones. He contado, en general, con poetas andaluces para mis obras. Amo la poesía desde que era niño y considero que el texto y la música deben tener un mismo lenguaje, deben respirar el mismo aroma. A la hora de componer es muy importante contar con un texto que te inspire, en el que sus palabras sean musicales. Mi poeta predilecto es Juan Ramón Jiménez, posiblemente el poeta más sensible que existió. Juan Ramón es el poeta pintor de la palabra. En esa línea han colaborado conmigo grandes escritores como Carlos Murciano, Luis García Montero o Antonio Gala.
Aunque durante los últimos años se ha avanzado mucho en España desde el punto de vista cultural, sin embargo, la música actual sigue siendo una “gran desconocida”. ¿Existen los compositores vivos en la sociedad actual?
Por supuesto que sí, incluso yo diría que más que nunca. El problema de la música actual en España es también universal. Es muy difícil predecir qué música de nuestros días quedará para siempre. ¿Cambiará en el futuro la sensibilidad de los públicos? ¿Seguirán los públicos prefiriendo a los clásicos? ¿Lograrán en un futuro los compositores contemporáneos sustituir a los clásicos? Son preguntas que solo el tiempo decidirá.
Por iniciativa de la Orquesta de Córdoba y su titular Lorenzo Ramos, la Fundación Autor le acaba de conceder un incentivo para componer su Sinfonía a Córdoba. ¿Qué ha significado para usted?
Una inmensa alegría. Lorenzo Ramos me habló de este proyecto apenas lo nombraron director de la Orquesta de Córdoba. Escribir una sinfonía dedicada a mi tierra es una idea que me fascina y que hasta ahora las circunstancias no me habían ofrecido la posibilidad de plasmarla en una partitura. Ahora, gracias a la iniciativa de Lorenzo Ramos y la Orquesta de Córdoba, voy a llevar a cabo este proyecto precioso que estaba pendiente. Deseo a Lorenzo Ramos mucha suerte en su trabajo al frente de la Orquesta de Córdoba. Le vi dirigiendo en Córdoba mis Fulgores, en su concierto de presentación con esta orquesta, contando como solistas a Alexandre da Costa y Javier Riba. Es un gran director, la clase le viene de su padre. No dudo que con él, la Orquesta de Córdoba cobrará el prestigio y el nivel que se merece.
Además de en su Sinfonía a Córdoba, ¿en qué está trabajando ahora?
En varios proyectos muy interesantes. Uno de ellos es que la Sociedad norteamericana Dr. Seuss Enterprises, que administra la producción literaria de Theodor Geisel (Dr. Seuss), el escritor más importante de cuentos para niños de Estados Unidos, me ha encargado componer la música para uno de sus cuentos más simbólicos, The Sneetches. Sobre este cuento he compuesto un poema sinfónico para narrador y orquesta. El crítico estadounidense Martin Bookspan ha comparado mi obra con Pedro y el lobo, de Prokofiev, y la Guía de la Orquesta para Jóvenes, de Britten. La obra se va expandiendo poco a poco por las orquestas de Estados Unidos.
Otro proyecto importante me ha venido del coreógrafo del espectáculo de Walt Disney El Rey León, Garth Fagan, que me ha encargado una danza del Caribe para su ballet. Acabo de componer esta danza que lleva el título de Caribiana. En estos días de mayo, la Orquesta Sinfónica de Córdoba va a grabarla.
Además, invitado por Fernando Turina, director de la Escuela Superior de Canto de Madrid, voy a dar en este centro una clase magistral dedicada a mi música vocal, durante los días 6, 7 y 8 de este mes de mayo. Me ha hecho mucha ilusión esta invitación, pues para mí es muy importante que las nuevas generaciones de cantantes conozcan mi obra.
En cuanto a mi discografía, tengo cuatro discos Naxos, donde está grabada la gran parte de mis obras más recientes. Quisiera resaltar que las portadas de dos de estos CDs, que contienen Mi jardín solitario y Dulcinea, fueron pintadas ex profeso por el gran pintor valenciano Sebastián Capella, fallecido recientemente. Sigo en contacto directo con este sello discográfico, tratando sobre próximos proyectos.
Por: Elena Trujillo Hervás
DISCOGRAFÍA DE LORENZO PALOMO EN NAXOS
PALOMO: Nocturnos de Andalucía. Canciones Españolas. Pepe Romero, guitarra. María Bayo, soprano. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Dir.: Rafael Frühbeck de Burgos.
Naxos 8.557135 . 74’ 19’’ . DDD
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“Si en Nocturnos de Andalucía, la guitarra ejerce un discurso de diálogo continuo con la orquesta, muy cuidada en el aspecto tímbrico (…); en las Canciones Españolas, la voz se sitúa como narrador y protagonista de la acción, con la orquesta como atenta cómplice”.
(Gonzalo Pérez Chamorro)
PALOMO: Cantos del alma (para clarinete, soprano y orquesta). Sinfonía Granada (para soprano, guitarra y orquesta). María Bayo, J. L. Estellés, clarinete; Vicente Coves, guitarra. Orquesta Ciudad de Granada. Dir.: Jean-Jacques Kantorow.
Naxos 8.570420 . 57’ 59’’ . DDD
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“Excelente María Bayo en Cantos del Alma (…) donde es curioso entrever como las influencias orientales de Palomo (la pieza está llena de melismas de raíz árabe-hebrea e incluso del flamenco) le llevan hacia un lenguaje que confluye en el orientalizante del británico John Taverner”.
(Juan Berberana)
PALOMO: Mi jardín solitario. Madrigal y Cinco canciones sefardíes. Concierto de Cienfuegos. María Bayo, soprano. Pepe Romero, guitarra. Cuarteto de Guitarras Romero. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Dir.: Rafael Frühbeck de Burgos.
Naxos 8.572139 . 74’ 04’’ . DDD
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“Mi jardín solitario y Madrigal y Cinco Canciones Sefardíes son una auténtica delicia por la sonoridad que consigue extraer de la guitarra. Las interpretaciones son y serán de referencia, con una María Bayo en estado de gracia y una toma sonora impecable”.
(Jerónimo Marín)
PALOMO: Dulcinea. Ainoa Arteta, soprano. Cheri Rose Katz, mezzosoprano. Burkhard Ulrich, tenor. Arutjun Kotchinian, bajo. Coro y Orquesta de la Deutsche Oper de Berlín. Dir.: Miguel Ángel Gómez Martínez.
Naxos 8.572577 . 58’ 15’’ . DDD
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“Dulcinea es una cantata-fantasía de acentos narrativos pero de marcado carácter dramático, que reúne una serie de importantes equilibrios entre contrastes sonoros, ritmos exuberantes y un lirismo de muy alto vuelo. Palomo consigue una gama variadísima de colores orquestales para describir las distintas escenas”.
(Pedro González Mira)