Para llegar a la pequeña localidad de Bad Kissingen hay que atravesar en tren un amplio tramo montañoso, de prados y lagos, que va desde Frankfurt hasta la localidad que alberga el Kissinger Sommer, un festival que transcurrió durante el 19 de junio y el 19 de julio. Bad Kissingen es conocida por su Staatsbad (balneario estatal), uno de los más afamados del país y que recibe a todo tipo de aquejosos melómanos e individuos dispuestos a bañarse y a beber sus aguas, de un alto contenido en minerales. Los que asistimos sin dolencias, fueron otros los líquidos patrios ingeridos. Gracias a Frau Schütze, inmejorable guía, conocí los secretos de Bad Kissingen, su regia trayectoria y sus baños termales, así como pude probar algún que otro dulce local tras un desayuno digno de un nibelungo hambriento en el confortable y bello Hotel Kaiserhof Victoria.
Los conciertos tienen lugar preferentemente en el céntrico Regentenbau, edificio que alberga múltiples salas y disciplinas y que dispone de un muy bello auditorio de madera, con mejor acústica en su planta superior, que en los descansos de los conciertos se puede tomar un aperitivo en la terraza, desde donde hay una bella vista de la ciudad. Pero también se desarrollan conciertos a primera hora de la tarde en los patios exteriores, y no conciertos cualesquiera, ya que pude escuchar nada menos que a un extraordinario violinista, Valeriy Sokolov, junto al también excelente pianista Evgeny Izotov, concierto que en cualquier festival tendría su lugar en “horario de máxima audiencia”. Dos músicos que se enfrentaron a dos Sonatas de Beethoven y al viento que, cuando soplaba, era capaz de pasar las páginas como un invisible fantasma. Si Beethoven fue bueno, mejor lo fue la Sonata n. 1 de Bartók y un Tzigane de una creatividad sublime.
En el descanso de esta maravilla de recital pude charlar con Kari Kahl-Wolfsjäger (cazadora de lobos, es la traducción de su apellido), la intendente del Festival, que dejará de serlo en 2016 tras treinta años al frente y como fundadora del mismo. “He tratado de ayudar en todo lo posible a los jóvenes”, afirmaba, reconociendo que dio oportunidades a músicos como Lang Lang, Daniil Trifonov, Cecilia Bartoli, o Igor Levit, hoy reconocidos mundialmente y que cumplen puntualmente con su presencia anual en el Festival, en un gesto de reconocimiento por la ayuda prestada por la señora Wolfsjäger, que supo cazar el talento de cada uno. Aunque se queja de la actitud de ciertas políticas (espero que no dirija nada en España), también reconoció las ayudas recibidas y la bisagra entre Este y Oeste que supuso el Kissinger Sommer, tal y como Bad Kissingen lo fue en su historia.
Conciertos de lujo
Escuchar a un director como Christoph Eschenbach confirma lo que demuestra en cada actuación: es uno de los grandes y rara vez comete un error o afronta una obra desde una óptica equivocada. Excepcional Quinta de Tchaikovsky, repleta de genio y sentido del drama, pero también de belleza en cada frase y con una orquesta que sonó como su prima mayor de Berlín. El Concierto para violín del ruso, que lo precedió, vino con el solista Iskandar Widjaja, talento puro y demasiado exhibicionista, algo teatral y en exceso creativo, pero, al menos, fue una versión distinta al uso. Extraño el concierto con la Bamberger Symphoniker dirigida por el pujante Jakob Hrusa, ya que en la primera parte contó con la arrolladora Khatia Buniatishvili en el Tercero de Beethoven y en la segunda con el tenor Klaus Florian Vogt haciendo sus límpidos Wagner. Khatia es un volcán en el escenario (ver entrevista en este mismo número), creando un Beethoven de mucha intensidad expresiva, muy bien sintonizado con un Hrusa repleto de energía. Vogt, que ha dejado de ser el “niño cantor de Viena” al ensanchar más su voz, despliega sabiduría y un gran sentido del humor, ya que precedió cada actuación con un gracioso comentario, que tuve la suerte disponer de traducción simultánea gracias a Frau Weinberg. Tras este concierto se ofreció un ameno cóctel, músicos incluidos, donde se agradeció la donación desinteresada de amigos del Festival, camino ya de su treinta aniversario.
Foto: El tenor Klaus Florian Vogt actuó en Kissinger Sommer.
Acred: TIM SCHOBER
Próxima edición, 30 aniversario (1986-2016),
del 24 de junio al 24 de julio de 2016
Con Jaroussky, Buchbinder, Hope, Gardiner, W. Meier, Bychkov, G. Sokolov, Grimaud, Jurowski, Bartoli, Lang, etc.
http://www.kissingersommer.de/
Por: Gonzalo Pérez Chamorro