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Josué Bonnín de Góngora

Músicas para Después del caos

Abril 2020

Justo un día antes del decreto de estado de alarma que nos ha confinado en nuestras casas por el COVID-19, me encuentro con el maestro Josué Bonnín de Góngora en una terraza, donde le noto apesadumbrado. Pienso que se debe a un bloqueo en la composición de su ópera, pero me mira fijamente y me dice: “Nos van a mandar a todos a casa”, profetiza ante la grave situación que se amenazaba. “Si nos mandan a casa -le contesto- tendrás más tiempo para acabar los grandes retos en los que estás inmerso”. Y ese es precisamente el hilo que teje esta entrevista, tanto su ópera, Después del caos (un título muy oportuno…), como su pianística Suite Benalmádena, ambas obras de envergadura que deben ver la luz en breve. Apurando un café bien cargado, también se lamenta de la desconexión entre público y creador, que me invita a realizar la primera pregunta sobre este espinoso asunto…

Maestro, desde la doble óptica de compositor y pianista, ¿cómo ve la relación actual entre el público y el compositor?

Es claro y notorio que la relación actual entre el público en general y la música vanguardista es, en general, de divorcio. Vamos a ir paso a paso para definir lo que se entiende por “público en general” y “música vanguardista”. Por público en general entiendo todo aquel que lleva en sí el sello epigenético de lo Universal. Todos tenemos algo intrínseco impreso en el Alma Humana de lo que es la intuición y lo que ésta lleva asociada. Hay “algo” que tienen los grandes compositores que no tienen los demás, aunque éstos últimos conozcan los medios de composición más sofisticados. Y lo que los diferencia es algo llamado Inspiración. Lo que viene de lo Alto. La inspiración es el hálito vital que hace de un conjunto de notas inertes algo “vivo”. Es necesaria esa Vida para tener la capacidad de comunicar sentimientos y pensamientos que, el recipiendario, a pesar de la individualidad del lenguaje del compositor; lo recibirá como algo “propio” o reconocible, ese conocimiento epigenético del que hablaba. De ahí, que ese soplo vital sea a la vista de los oyentes, se hagan “distinguibles” las personalidades de los distintos grandes compositores, permitiendo su estudio en eso que se llama “estilo”. Con las vanguardias ocurre lo contrario en aras de la “objetividad” artística: sin esa Vida todo suena igual o muy parecido: No existe ese reconocimiento que trae la inercia de la Historia y, por tanto, las obras de vanguardia que tienden a la “Homogeneidad e isotropía” al no tener el sello Vital-Universal sólo pueden pasar como anécdotas sonoras o acústicas en el mejor de los casos. Evolución no significa, necesariamente, progreso.

El matrimonio público-música contemporánea suele discutir muy a menudo, ¿cómo podría reconciliarse? ¿Cómo puede evitarse esta fractura y distanciamiento?

Merced a lo dicho en la primera cuestión, sólo se podría re-conciliar mediante el mutuo re-conocimiento entre comunicador (el compositor) y recipiendario (el oyente). Que los compositores dejaran su ensimismamiento y su objetividad sonora en aras de la Música. Que se dejaran los pseudomodelos matemáticos como sistemas compositivos y se escuchara más a los Horizontes de lo Alto. Este distanciamiento se acortará cuando se vuelvan a estrechar los verdaderos lazos Humanos. Que el hombre vuelva a ser un Ser Humano reconociendo y regenerando en sí la trascendencia mirando hacia lo Alto. Sólo así volverán el interés y la unión. Cuando los compositores abandonen el frío mundo de la introspección personal sistematizada y se pregunten el por qué de sus “avances” musicales más allá del caprichismo y del esfuerzo por lo que es tomado por originalidad. Todos los avances, si tal término es aplicable al Arte, de los grandes compositores han sido por necesidades de expresión introspectivas (buscando la Verdad en sí mismos), hallando en éstas su condición de Universalidad.

¿Es de los que hablan y presenta sus obras antes de tocarlas?

Depende: lo normal es que las obras hablen por sí mismas. Tan sólo en obras de un carácter lírico-pictórico sí he hablado del contenido expresivo de las mismas: por ejemplo, mi Cuento del Retiro n. 6: El vagabundo y la Vida.

Hemos hablado varias veces de su música para Poeta en Nueva York de Lorca, que la editorial Akal debe tenerla ya a punto de lanzar al mercado, ¿es así?

Sí, es así. Pero los planes de los hombres son pequeños: la Naturaleza no es antropomórfica, como claramente se está viendo. En este sentido, poco más puedo decir, aun así, esperemos de corazón que pueda ofrecérselo y de corazón a todos los lectores de esta revista y de esta entrevista.

¿Se siente como el padre al que le están retrasando el parto?

Pues sí, un poco. Lo que pasa que las acciones y los tiempos de los hombres, entiéndase Humanidad, están sujetos a innumerables variables. Aún así, espero que salga para este año.

Ahora bien, usted sigue ocupado con su ópera, cuéntenos más de ella, cómo va evolucionando…

Sí, sigo muy ocupado en mi Ópera. Va a ser una Ópera de más tipología sinfónica que de tipología más asociada a la imagen o a una historia determinada. Aquí, la Música va a evocar e invocar la palabra (libreto de Ilia Galán, Después del Caos). Por lo tanto, la evolución es buena. Creo que va a marcar un punto de inflexión en mi obra y quizá no solamente en ella.

Y también tenemos en breve la Suite Benalmádena, una colección paisajística de piezas para piano, que tiene pensado llevarlas al estudio de grabación…

La extraordinaria pianista Elena Esteban es la que la lleva en sus dedos. De hecho, ya lleva estudiado, por ejecutado e interpretado, tres movimientos: “La Calle Real”, “La Plazoleta” y “Veleña”. Su interpretación está plena de fuerza y de lirismo, muy acorde con el pensamiento original del compositor y el Espíritu de la obra: la dota de ese Espíritu global sin perder la individualidad de cada movimiento.

No le resultará fácil pasar de una obra a otra, tienen sus mismos genes, pero la naturaleza es bien distinta…

Imagínese, el agua puede tener tres estados diferentes, como todos sabemos: sólido, líquido y gaseoso. Son tres estados distintos de la misma sustancia, el agua. Así, Después del Caos y la Suite Benalmádena: distintas en todo, pero de la misma sustancia creadora que es este servidor. La Suite Benalmádena es, lo digo desde ya, un punto de inflexión en mi obra pianística, sin duda.

Concluyendo, en esta época de “encierro sostenible” por el coronavirus, ¿cuál cree que es el virus que afecta a la cultura y a la música en España?

La inmediatez y la falta de reflexión, que, como su propio nombre indica, es reflejarse a uno mismo en el espejo de la Verdad: honda introspección. Los principales virus que veo yo son claramente esos y el exceso de informatización en el arte. Respecto a la música en España creo firmemente que, salvo ciertos nombres que debo a la voluntad de la discreción el no decir, pienso que no hay verdaderos ni pensadores ni verdaderos compositores.

por Gonzalo Pérez Chamorro

Suite Benalmádena (para piano)
Después del Caos (ópera, libreto de Ilia Galán)


https://josuebonnindegongora.com/

Foto: El compositor Josué Bonnín de Góngora se encuentra concluyendo dos de sus opus más enjundiosos, una gran suite para piano y una ópera.
Crédito: © Daniel Moscugat

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