El joven maestro español regresa al podio del Teatro de La Zarzuela con una nueva producción de la ópera española Maruxa.
Para un director joven con muchas horas de vuelo en el repertorio italiano ¿Qué opina de la ópera Maruxa?
Es una obra maestra del género lírico español. Combina de manera elegantísima el sutil aroma del folklore gallego, con una enraizada tradición musical europea de su tiempo, que Vives maneja de manera muy ecléctica. A momentos navega en aguas puccinianas, otras veces parece impresionista... Incluso la influencia de Wagner y Strauss es palpable. Es una ópera interesantísima que, si no se ha representado más a menudo, ha sido sólo por la tremenda dificultad vocal de los roles protagonistas. En la nueva producción del Teatro de la Zarzuela el público podrá ver dos repartos extraordinarios, tanto a nivel vocal como actoral.
¿Ha dirigido otras obras de Amadeu Vives? ¿Cómo considera a este compositor en relación a otros que se centraron en el repertorio de zarzuela?
Curiosamente, es la primera vez que dirijo una obra completa de Vives; aunque parezca extraño, nunca he tenido ocasión de dirigir Doña Francisquita, salvo algunos fragmentos en concierto. Este primer encuentro confirma mi amor por este compositor, uno de mis favoritos en el género zarzuelístico, junto con Chapí y Barbieri.
¿Qué dificultades o ventajas ofrece la versión operística de Maruxa, teniendo en cuenta que fue primero compuesta como zarzuela?
Creo que en su versión operística se mantiene mejor la tensión dramática, el verismo que la impregna se nos revela más claramente. Vives era consciente de ello, y creo que esta es la versión que él consideraba definitiva.
4- Siendo su debut en este título, ¿cómo concibe la preparación y el estudio de una partitura a la que se enfrenta por primera vez?
Siempre con gran respeto y dedicación. Me exijo conocer cada detalle de la partitura, e imaginar exactamente lo que quiero de cada compás; luego, sin embargo, me gusta recibir las ideas de los cantantes, y tengo una mentalidad muy abierta a la hora de integrarlas en mi interpretación. Somos un equipo, y no entra en mi “credo” imponer mi versión, me resulta mucho más interesante construirla con mis solistas. Con el transcurrir de los ensayos surgen constantemente cosas nuevas, detalles que haces de manera diferente con un reparto u otro...
Siendo un director todavía joven, lo cierto es que ya tiene una larga experiencia y su carrera se ha consolidado en el circuito internacional. ¿Qué diferencias encuentra entre la época de directores como Alberto Zedda, con quien usted tuvo una estrecha relación, y el período que usted está viviendo?
Alberto Zedda era en verdad un director con un pensamiento modernísimo, probablemente el más moderno y “juvenil” que he conocido... Pero, obviamente no todos los de su generación eran así. Creo que hoy en día la tiranía que imponían algunos directores de su época, es un concepto trasnochado. Yo me considero un colaborador de la orquesta; con una función específica e importante, sin duda, pero un humilde colaborador. Para mí, dirigir es un acto de música de cámara “ampliado”, donde todos los músicos, del primero al último, son fundamentales. Si la música se hace desde esa perspectiva, se convierte en un hermoso acto de comunicación.
Usted se ha prodigado tanto en el repertorio operístico como en el sinfónico. ¿Qué le ofrece cada uno?
Con ambos disfruto muchísimo, en cada uno se experimentan emociones diferentes. En el sinfónico se ensaya de manera intensiva, en pocos días se prepara un programa, y tienes la misión de obtener un producto perfectamente terminado en muy poco tiempo. Dependes muchísimo de tu preparación previa y de tu capacidad para comprender la arquitectura musical de las obras. La ópera se ensaya más tiempo, varias semanas; esto permite la creación de vínculos humanos y artísticos muy interesantes, y te permite más margen de experimentación interpretativa; es más fácil obtener un fruto maduro de todo ese trabajo. Pero luego cada función es diferente, una vez que sales al foso dependes totalmente de tu técnica y de tu capacidad para mantener la cohesión entre foso y escenario... Ambos mundos son fascinantes, y creo que para un buen director es fundamental dirigir tanto ópera como sinfónico, los dos géneros se enriquecen mutuamente.
¿Qué compositores son los que más le interesan, tanto en el terreno operístico como en el sinfónico? ¿Por qué?
En sinfónico Dvorák, Scriabin, Mahler, Bruckner, Strauss... Tengo un espíritu post-romántico y algo eslavo... Aunque la verdad es que mi repertorio es muy amplio y me gusta dirigir de todo, desde el barroco al contemporáneo. En ópera tengo especial feeling con Rossini, Verdi y Puccini, aunque adoro la ópera francesa y alemana. Adoro a Bizet, Massenet, Wagner o el propio Richard Strauss.
¿Qué significa para usted regresar al Teatro de La Zarzuela tras seis años sin haber dirigido en ese escenario?
Es una “vuelta a casa” muy especial. Es el teatro donde aprendí a amar la zarzuela y la ópera de niño, mientras el Real estaba en obras. Al empezar mi carrera, entre 2006 y 2012, tuve la ocasión de dirigir más de 100 funciones en él; el foso de la Zarzuela me hizo crecer mucho como director. Estos 6 años de ausencia se han hecho raros... Estoy muy agradecido a Daniel Bianco por darme la oportunidad de volver a este teatro tan querido.
¿Qué futuros proyectos tiene?
Conciertos con la Orquesta Sinfónica de Navarra y un hermoso proyecto con la Orquesta Joven de Galicia. A continuación dirigiré Turandot en Las Palmas, Il Barbiere di Siviglia en Santiago de Chile y Tancredi en Bari, y un concierto con Mariella Devia en el Teatro Real. A lo largo de 2018 se publicará mi DVD de Manon Lescaut de Puccini filmado para Unitel, y mis grabaciones de Ricciardo e Zoraide y Aureliano in Palmira de Rossini para Naxos; con este sello grabaré también L’Equivoco Stravagante en el Festival Rossini de Wildbad este verano.
http://josemiguelperezsierra.com/
Por Lucas Quirós
Foto: “Dirigir es un acto de música de cámara ampliado, donde todos los músicos, del primero al último, son fundamentales; si la música se hace desde esa perspectiva, se convierte en un hermoso acto de comunicación”, afirma Pérez-Sierra.
Crédito: © Rafa Martín