RITMO se ha dirigido al director general de la Orquesta Sinfónica de Euskadi, Iñigo Alberdi, solo pocos días después de que tras las elecciones autonómicas y el cambio de gobierno, fuera ratificado en su cargo. En estos tiempos que corren resulta inevitable hablar de la crisis económica. Nos azota, de una forma u otra, e Iñigo Alberdi nos ha querido explicar cómo está afectando a la entidad que dirige y qué previsiones hay para un futuro inmediato, tanto en el ámbito económico como en el artístico. Lo hacemos en un año en el que finalizará la dirección artística de Andrés Orozco-Estrada y donde se irá perfilando el nuevo director, que llegará previsiblemente en la temporada 2014/15. Pero también hablamos de música, de estrenos, de problemas, de sueños…E Iñigo Alberdi, que siempre soñó con haber podido estar en el estreno de La Consagración de la primavera, no se esconde y responde prolijamente a todas las cuestiones. Afronta su séptimo año y nos indica que la duración media de sus antecesores ha sido de una decena años. ¿Estamos ante su último periodo? Alberdi sonríe y nos enseña las partituras de órgano con las que práctica, dispuesto a responder.
ENTREVISTA
Por encima de coyunturas políticas, ¿qué importancia tiene su permanencia como director general de la OSE?
Creo que es muy importante. Independientemente de los distintos gobiernos, que una estructura como la OSE, que responde a la voluntad cultural de una institución pública, tenga continuidad, ha de verse con normalidad y es lo deseable. A nivel personal, es un honor que se cuente conmigo para esta labor y, en mi séptimo año de trabajo, considero una suerte poder continuar en el cargo. Más allá de credos políticos, tenemos que diferenciar los ámbitos político y cultural.
Estamos inmersos en una brutal crisis. En estos momentos el nuevo Gobierno vasco está elaborando los presupuestos para el 2013. ¿Alguna novedad?
Llevamos sufriendo problemas presupuestarios desde 2011 y las previsiones son de mayores recortes. No podemos ocultar que nos preocupa mucho. Estamos obligados a redefinir aspectos como la política de contratación y racionalizar la programación. Lo que ocurra de aquí en adelante nos obligará a afrontar los problemas estructurales según se vayan produciendo. Si bien, vamos a tratar de garantizar a los aficionados el nivel de calidad artística que hasta ahora ha ofrecido la OSE. En este sentido, no veo ningún riesgo.
En relación con las entidades privadas colaboradoras, ¿existe preocupación por la implicación de las mismas con motivo de la crisis?
No, más bien todo lo contrario. En los últimos años hemos tenido la suerte de hacernos atractivos a varias empresas con las que hemos tejido alianzas que se concretan en sustanciosas aportaciones económicas, pero estas alianzas tienen además un carácter social muy importante. En el año 2011 conseguimos el record en esta colaboración privada.
Y el público…
Sin duda, el público es nuestro mayor tesoro. Tenemos siete mil abonados y puedo decir que en los últimos tres años de profunda crisis nos hemos mantenido en estos números. Mantener estos datos de participación por parte de nuestros abonados es muy significativo. Estamos preocupados, evidentemente, porque la situación es complicada pero, en mi opinión, esta cifra es señal del enraizamiento que la Orquesta tiene en el País Vasco. En verdad, es casi un milagro.
¿Se prevén líneas de actuación para evitar el descenso de abonados?
Sí. La primera medida es la contención de precios en los abonos y en la venta de entradas sueltas. Siempre hemos tenido una política de precios agresiva; escuchar a la OSE siempre ha sido asequible y mantendremos esta política en el futuro. Por otro lado, hemos de observar la evolución de la audiencia y atender a la diversificación de nuestro producto. No inventamos nada, pero tenemos que llegar a un público diferente. Por ejemplo, me preocupa mucho poder llegar a ese otro público ocasional que también ha de conocer este servicio público y, en este sentido, tenemos diseñada una estrategia de comunicación para llegar al mayor número de personas.
En esa línea de fidelizar al público, ¿va a apostar por una programación conservadora?
Creemos que nuestro público está buscando la amplitud de todo el repertorio. No podemos reiterar la programación de unas pocas obras, nuestra obligación es ofrecer todo el espectro musical.
Precisamente este año la OSE, que conmemora su trigésimo aniversario, ha hecho una apuesta valiente programando el estreno de varias obras de pequeño formato. ¿No es esto ir contra corriente?
Este proyecto es muy importante porque pone a la orquesta en el circuito internacional. La reacción de la gente está siendo variable y observamos cómo, en general, nuestro público además de fiel es curioso y está aceptando con normalidad este tipo de obras. La actividad de una orquesta como la nuestra debe contemplar tanto a los clásicos como las novedades. Ello nos ha servido para aparecer como una orquesta activa, capaz de establecer interesantes relaciones con empresas dispuestas a abordar el mecenazgo de este tipo de proyectos; al tiempo que ofrecemos atractivos programas al público, que puede escuchar obras de compositores vivos, muchos de ellos presentes en los conciertos. Por cierto, la obra que nuestra orquesta encargó a Peter Eötvös ha sido interpretada recientemente en Burdeos y la que encargó a Iván Fedele en Rai Torino. Es bonito poder ver como nuestros encargos tienen proyección.
Recientemente, algunos políticos han abogado por la fusión de las orquestas de Euskadi y Bilbao. ¿Puede usted dar pros y contras de esta hipotética fusión?
Si atendemos esencialmente a los criterios artísticos, puedo afirmar, sin duda alguna, que las dos orquestas son indispensables para mantener la actividad musical de este país. Si tenemos que hablar de racionalizar recursos, que no olvidemos son públicos, estaríamos ante una posible fusión. Pero, racionalizar recursos no es lo mismo que recortarlos. En época de crisis, hay personas para las que el futuro de una orquesta sinfónica no es priotario. No obstante, hemos de mirar hacia atrás y ver cómo en las últimas décadas se han creado unas infraestructuras culturales que debemos mantener y aprovechar de forma racional. Para el futuro desarrollo cultural del país es muy importante no echar abajo los logros culturales conseguidos hasta ahora. Indudablemente, la aportación económica que se hace a la OE es social y, culturalmente, muy rentable.
Estamos a mitad de temporada. ¿Cuál es en su opinión el balance?
A pesar de las incidencias que hemos sufrido, como la cancelación de Franz Peter Zimmermann o la enfermedad de nuestro director y del solista de oboe en el mismo concierto, estamos muy satisfechos. Los estrenos han tenido un impacto mediático importante y el público ha respondido. Son tiempos difíciles, pero la venta de entradas va bien y podemos sentirnos satisfechos. Y prevemos que la segunda mitad vaya por el mismo camino. Llevaremos a cabo una importante labor como orquesta embajadora, pues viajaremos a Burdeos, Madrid y París, en esta última ciudad con La Cenicienta, de Prokofiev, acompañando al Ballet de Biarritz, que cerrará la temporada de abono.
Y supongo que la próxima temporada estará ya cerrada.
En gran medida. Ya daremos en su momento la información pero puedo adelantar que, excepcionalmente, la próxima temporada estará vertebrada por una idea troncal muy clara, que espero sea atractiva para el público.
Por: Enrique Bert