Hablamos con la reconocida compositora y directora de orquesta griega Konstantia Gourzi, que este mes estrena una nueva obra de cámara en el Auditorio Nacional de Música, en Madrid. Galardonada con el prestigioso Opus Klassik 2023 a la “Mejor compositora del año”, Konstantia Gourzi ha compuesto obras para destacadas instituciones y festivales como La Biennale di Venezia, el Festival de Lucerna, el Festival de Grafenegg, la Bayerische Staatsoper, la Staatsoper de Berlín, la Bamberger Symphoniker, la BBC, etc.
El próximo 8 de febrero, el Liceo de Cámara XXI acogerá el estreno absoluto de su nueva obra para cuarteto de cuerda, realizada por encargo del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) y el Cuarteto Quiroga, ¿qué nos puede contar de la obra?
Esta composición toma como inspiración un dibujo de mi hermano Yannis Gourzis, con el mismo título still flying, que muestra un ángel volando sobre las ruinas de una guerra y transmitiendo esperanza. Empecé a componer esta pieza durante las guerras actuales, y diversas conversaciones con gente afectada reforzaron mi deseo de describir ciertas situaciones con música y así transformarlas. La composición consiste en ocho miniaturas, que se tocan una detrás de otra sin interrupción. Es, además, la primera vez que trabajo con el Cuarteto Quiroga y estoy muy entusiasmada, porque admiro mucho su forma de hacer música. Así que es un honor que estos cuatro músicos me pidieran que compusiera una pieza para ellos.
Tras estudiar piano, composición y dirección en su Atenas natal, se mudó a Alemania, donde actualmente reside, para ampliar sus estudios en la Hochschule der Künste (la actual UdK) de Berlín y en Darmstadt, ¿qué influencia tuvo en su evolución como compositora su contacto con la vida musical alemana de aquella época?
Mis estudios en Berlín fueron exigentes y muy intensos, pero contribuyeron indudablemente al crecimiento de mis conocimientos y experiencia. Los cursos en Darmstadt me abrieron nuevas puertas…, aprendí muchas cosas nuevas y pude experimentar también cómo era la vida musical fuera de Grecia. Así que me influyó, sin duda, la vida musical alemana. Aprender las reglas estrictamente compositivas no fue fácil al principio, y también fue muy difícil tratar de olvidar mi propia tradición porque la música contemporánea en esa época (comienzos de 1990) parecía requerirlo así. Además, la forma de enseñar era muy diferente en Alemania, pero, unos años más tarde, fui lo suficientemente fuerte para buscar mi propia forma de combinar mi tradición con el conocimiento de la vida musical en Alemania. Y para mí este es un camino inagotable, que siempre es nuevo.
Entre 1991 y 1996 trabajó estrechamente con el compositor húngaro György Kurtág. ¿Cómo lo conoció y cómo fue trabajar con él? ¿Su interés por las miniaturas es fruto del contacto con Kurtág o siempre le ha gustado ese formato?
Durante mis estudios, acudía constantemente a los ensayos de la Filarmónica de Berlín y pude conocer a muchos músicos de la orquesta… Un día, un músico de la orquesta me preguntó si quería ir al ensayo con el Scharoun Ensemble y György Kurtág y, por supuesto, dije que sí… Esa fue la primera vez que nos encontramos… Yo ya había compuesto miniaturas antes de conocer a Kurtág, pero, para mí, conocerlo fue también un gran alivio porque en aquel momento muchos compositores componían formatos totalmente diferentes a las miniaturas… Cuando nos reuníamos, empezábamos siempre leyendo griego antiguo. Su forma de pensar respecto a la composición y su forma de enseñar fueron una gran inspiración para mí. Con él, aprendí que componer es una emocionante afirmación humana y no solo una compilación intelectual de elementos.
Es también una reconocida directora de orquesta, ¿por qué componer y dirigir son dos partes de un mismo todo para usted?
Componer aporta un gran conocimiento y experiencia práctica para dirigir, y dirigir (siendo compositora), aporta también un gran conocimiento musical a la composición. Un compositor que dirige sabe más acerca del sonido o de las posibilidades técnicas de un instrumento, y un director que compone puede explicar más rápidamente cosas prácticas a los instrumentistas. He trabajado mucho con compositores y durante los ensayos, les he sugerido otras soluciones técnicas que eran incluso más cercanas a sus ideas. No concibo la vida de un músico con el rol de director o de compositor, sino que busco una forma más profunda de entender, sentir y trasmitir la música.
¿Cómo fue la experiencia de ser asistente de Claudio Abbado con los Berliner Philharmoniker en 1995?
Abbado era un fenómeno del sonido. Aun diciendo muy poco, generaba la máxima intensidad de interpretación. Era tranquilo pero, a veces, también podía enfadarse. Después de su enfermedad, se convirtió en una persona totalmente cordial. Su deseo por fundar ensembles ha sido también una inspiración para mí… Fundaba familias de músicos, y esa actitud sigue siendo todavía muy inspiradora para mí, porque trabajar con músicos conocidos y crear ensembles con ellos genera una energía completamente diferente como director o como compositor.
Colabora habitualmente con músicos de otras regiones del mundo (usando incluso instrumentos tradicionales como el cymbalon, tarhu, saz o ney en algunas obras), y también con visual artists, bailarines… ¿Le enriquece a nivel creativo trabajar con gente de diferente bagaje cultural?
La respuesta es sí, porque como compositora y también como directora, juntar diferentes tradiciones musicales de forma creativa satisface mi curiosidad de juntar sonidos aparentemente incongruentes. Siempre he tenido el deseo de crear un terrero común con música, en el que las personas de diferentes culturas puedan vivir pacíficamente juntas… Respetar la tradición, cultivarla pero también expandirla, es una de las cuestiones más importantes que ocupan mi viaje musical.
por Mario González
https://konstantiagourzi.com
Foto: La compositora y directora Konstantia Gourzi estrena una nueva obra de cámara en el Auditorio Nacional de Música, encargo del CNDM y el Cuarteto Quiroga.
Crédito: © Gregory Giakis