Daniel Mulet, director de orquesta y coro de 34 años, es probablemente uno de los directores de coro con más proyección actuales de su generación en España. El Orfeó Balear, con sede ubicada en el centro histórico del casco antiguo de Palma de Mallorca, es su principal proyecto polifónico y ha sido creado desde cero, contando con muy poco apoyo institucional y llegando, en sólo unos años, a convertirse en una de las mayores comunidades polifónicas del panorama musical español. Teniendo en cuenta el número de integrantes que lo conforman, cercano a ciento veinte coristas, la calidad de sus producciones y el gran número de actuaciones que ofrece durante cada temporada, se ha convertido en pocos años en un referente en el panorama de la música coral española. El Orfeó Balear cuenta además con una orquesta propia, la Orquesta Camerata Balear, que participa en muchas de sus actuaciones y que supone una oportunidad para muchos jóvenes talentos de trabajar un repertorio variado que incluye obras sinfónico-corales, ópera con solistas de renombre o repertorio sinfónico adaptado para orquesta de cámara, entre otras producciones.
El joven director debutará el próximo 17 de diciembre al frente de la Orquesta Sinfónica Europea, que acompañará al Orfeó Balear en la prestigiosa sala magna del Auditórium de Palma, donde se va a interpretar El Mesías de Haendel junto a grandes solistas.
¿Cómo surgió la idea de dirigir El Mesías y cómo afronta este reto?
Fue una propuesta de colaboración de la familia Ferragut, que regenta el Auditorium de Palma desde su inauguración hace décadas y que siempre han apostado por la cultura musical en mayúsculas entre su programación. Para mí, particularmente, supone todo un honor debutar en el escenario que inauguró Herbert von Karajan hace más de 50 años y por donde han pasado los más grandes intérpretes del siglo XX y XXI. Esperamos estar a la altura y que, sobre todo, el público lo disfrute.
¿Cómo enfoca el día a día de ensayos con todas las formaciones que dirige?
Tengo la fortuna de trabajar en aquello que amo y siempre doy el 100% en todos los ensayos. Es importante que los directores, como profesionales que somos, sepamos adaptarnos a todo tipo de formaciones, sean estas tanto profesionales, como amateur o de jóvenes. Hay que prepararse siempre bien los ensayos e intentar aportar algo al grupo que tienes delante, de lo contrario es mejor dedicarse a otra cosa que tenga más sentido para ti mismo.
Siendo un director tan polivalente y abordando habitualmente un variado repertorio tanto coral como orquestal, ¿en qué tipo de formación se siente más cómodo cuando trabaja?
Estoy cómodo en ambas situaciones, aunque cabe decir que trabajar el canto coral me conecta directamente con mi esencia humana, puesto que en el canto todo parte de la respiración y la música es producida dentro de nuestro propio cuerpo. Estoy seguro que a lo largo de mi carrera como director de orquesta nunca abandonaré el trabajo con el canto coral, porque es algo que amo y que me ayuda a no perder la perspectiva.
¿Siempre quiso ser director musical?
La verdad es que siempre me he sentido músico, antes que cualquier otra cosa, y después de músico, “polifonista”. De hecho, mi formación instrumental ha sido mayoritariamente con instrumentos polifónicos, me licencié en la especialidad de piano y más tarde estudié órgano y siempre me ha gustado mucho interpretar Fugas de Bach, lo cual te obliga a pensar de forma polifónica y a seguir todas las voces en tu cabeza. Cuando echo la vista hacia atrás, me doy cuenta que llegar a la dirección musical, tanto de coro como de orquesta, en mi caso, ha sido un camino natural y totalmente espontáneo. Siempre me atrajo la idea tradicional del maestro de capilla renacentista, que era un músico muy completo y que se encargaba de todos los aspectos, tanto a nivel interpretativo como intelectual y teórico.
¿Cuándo está al frente de la orquesta, es usted quién se adapta a los músicos o son los músicos que se adaptan a usted?
Interpretar música siempre supone un diálogo entre las dos partes. El director no produce ningún sonido al mover la batuta, pero puede modelar la intención en la interpretación que realizan los músicos de su orquesta a partir de las ideas que tiene en su cabeza, expresándolo a través de la palabra y del gesto durante los ensayos y el concierto. Sin embargo, pienso que en toda interpretación la información que debe tenerse más en cuenta es la que concierne al propio compositor, a través del estudio musicológico de su vida, obra y estilo. Directores e instrumentistas deben caminar juntos hacia una interpretación lo más aproximada posible a la intención primera del compositor, y este principio es el que debe regir por encima de todo.
por Lucas Quirós
www.orfeobalear.org
Foto: Daniel Mulet, el joven director de Orfeó Balear.