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El especial vínculo de Parsifal y Palermo

Inauguración de la temporada del Teatro Massimo

Marzo 2020

En el invierno de 1881, Wagner cumplió su anhelado deseo de conocer Sicilia, viviendo en Palermo durante casi seis meses. Los repentinos ataques al corazón y la depresión lo atormentaban desde hacía tiempo y esperaba aliviar su sufrimiento inmerso en la luz mediterránea de la hermosa ciudad siciliana. El entorno idílico de una de las ciudades más antiguas y con más historia de Sicilia y su impresionante patrimonio artístico le cautivaron de inmediato, reanudando el trabajo de Parsifal. En enero de 1882, completó la partitura. Al final de la última página, Wagner señaló el lugar de origen: “Palermo”, con una dedicatoria a Cosima.

También en enero de 1882, Wagner se encuentra con Auguste Renoir, que creará el boceto de su famoso retrato al pastel, que hoy podemos ver en el Musée d’Orsay. En sus Diarios, Cosima Wagner habla de la estancia de su familia en el Hotel des Palmes de Palermo (1881-1882), donde Richard Wagner terminó de componer Parsifal:

“[…] hermoso sol, desayuno alegre… R. está contento de haber superado un mal pasaje al final del tercer acto, mientras escribe su segunda página, recuerda la forma irracional en la que Berlioz presentó a veces sus instrumentos, y se alegra de haber suavizado este pasaje con éxito. […] Trabaja y sale a caminar por el jardín antes del almuerzo, pero en la mesa ya puedo ver que está de mal humor, y el champán que pide no le anima. No se me ocurre ninguna razón, excepto que su trabajo le está absorbiendo. Sin embargo, conducimos a Monreale y nos deleitamos en la espléndida catedral, sintiéndonos transportados de regreso al espíritu de ese tiempo distante mientras contemplamos esta representación ideal. […] R. durmió bien, pero después de bañarse tiene un espasmo en el pecho. Sin embargo, dado que el sol está brillando, está de acuerdo en desayunar en el invernadero. Pero el trabajo le cuesta un poco de esfuerzo y anhela que se complete, diciendo que es un tormento para él, tiene miedo de orquestar demasiado. […] Después del almuerzo nos dirigimos al Orto Botanico y nos deleitamos con los espléndidos árboles. Trabaja por la noche, y cuando le pregunto en la mesa cuánto le queda por hacer, dice tristemente: ‘Quince páginas’ y luego con bastante satisfacción, ‘Catorce’ […] Hoy completa dos páginas y se une con nosotros en la mesa, algo emocionado pero alegre […] Habla sobre instrumentación, la compara con las técnicas de pintura […] La página 331, con las arpas (Parsifal subiendo los escalones hacia al altar), le causa mucho esfuerzo […] Conducimos a la Favorita, pero no se siente bien. El 13 de enero de 1882, Richard Wagner termina la orquestación de Parsifal: […] R. habla sobre la orquestación de Parsifal. Me dice que el acorde cuando Kundry cae al suelo me sorprenderá […]”.

El 26 de julio de 1882 se estrenó Parsifal en Bayreuth; 16 funciones en las que el propio compositor dirigió el tercer acto de cada una de ellas.

El pasado 26 de enero, Parsifal, el último gran drama musical de Richard Wagner, que completó en Palermo un año antes de su muerte, regresó por tercera vez al palcoscenico del Teatro Massimo de Palermo, tras haber sido representada por primera vez en 1914; 65 años después de su última representación en 1955, regresó a la capital de la bella isla ubicada en el extremo sur de Italia, para inaugurar la temporada de ópera 2020 del Teatro Massimo. Un gran desafío, en palabras del sovrintendente Francesco Giambrone: “Parsifal es un gran desafío que llevará a otros desafíos, el de poner el Teatro Massimo en sintonía con la modernidad tecnológica, desde las instalaciones hasta el escenario”.

Parsifal fue la ópera elegida para el exitoso debut del director israelí, Omer Meir Wellber, como nuevo Director Musical del teatro. Y, por primera vez en Palermo, la orquesta subió al escenario (al estilo Daniel Barenboim) junto a su nuevo director para agradecer los más de diez minutos de entusiastas aplausos que le brindó el público. Un gran acontecimiento musical, retransmitido en vivo por Radio3 Rai y a través de la WebTV del teatro, que fue seguido también en las pantallas instaladas en diferentes lugares de la ciudad.

Los aplausos cubrieron algunos “¡buuu!” a la propuesta del director de escena británico, Graham Vick, una propuesta teatral y laica, que se alejó de las características estilísticas medievales de Parsifal y su atmósfera mística, trasladando la acción a Oriente Medio, donde los caballeros del Santo Grial son marines con trajes de camuflaje, armados con metralletas y chalecos antibalas, y las mujeres visten completamente de negro y cubren el rostro con el niqab. No hay “salvación para el salvador” y Amfortas simplemente desaparece entre la multitud, en la versión de Graham Vick. Pero los quince minutos de aplausos finales recompensaron el esfuerzo de una orquesta, que no está familiarizada con el repertorio wagneriano y, del elenco vocal, en el que destacó John Relyea, como intérprete del anciano caballero Gurnemanz.

Sin duda, la cálida bienvenida y los entusiastas aplausos premiaron no solo el espectáculo musical que se vio en la noche inaugural de la nueva temporada de ópera del teatro, sino también la valiente elección del Teatro Massimo, por inaugurar la temporada con una obra tan exigente como el Parsifal de Wagner, que tiene un vínculo especial con Palermo.

por Lorena Jiménez

www.teatromassimo.it

Foto: Graham Vick apostó por una visión teatral y laica, que se alejó de las características estilísticas medievales de Parsifal y su atmósfera mística.
Crédito: © Franco Lannino

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