Zimmermann… Este apellido se vincula principalmente a un compositor que alteró la zona de confort del oyente operístico en Madrid hace dos años, en 2018, cuando su ópera Die Soldaten sacudió y estremeció a tantos espectadores. Para el que escribe, que ya conocía la parte esencial de su obra, verla y escucharla en directo facilitó mi entendimiento de una obra compleja pero hermosa en su tragedia, la de un creador incomparable, hijo de su tiempo, que entre su producción contaba con una colección para piano que me propuse conocer con mayor profundidad. Y miro ahora que aquellos Soldaten que me conmovieron y animaron a escuchar más Zimmermann, también promovieron al pianista Eduardo Fernández a grabar íntegra su excelente obra pianística, que acaba de salir maravillosamente editada en el sello Bis (“en Hybrid-SACD y en su nuevo formato BIS-Ekopak, que está fabricado con todo material ecológico, tinta de soja, pegamento eco-friendly… Muy eco todo”, me dice entusiasmado mientras el teléfono reproduce unas palabras que la pandemia sustituyó por un contacto directo).
Su siguiente parada discográfica no ha sido una parada cualquiera, nada habitual, ya que se trata de la integral para piano de Bernd Alois Zimmermann…
Me alegra comenzar por aquí. Realmente esta pregunta es la que me movió a llevar a cabo este proyecto. ¿Por qué no es más habitual? Zimmermann es uno de los grandes compositores de mitad del siglo XX y, sin embargo, inmerecidamente, también es uno de los más abandonados, aunque en gran medida se deba a la complejidad de su lenguaje y sobre todo a la complejidad de su interpretación. Pero su música, incluso la más compleja estéticamente, es de placentera degustación para cualquier oyente, desde el más neófito hasta el más docto, sobre todo cuando es mostrada como en este disco de una manera evolutiva. Esta evolución va desde un estilo neoclásico, sin romper con la tradición, en continua ebullición hacia la vanguardia más avant-garde y darmstadtiana, hasta llegar a su Klangkomposition y lo que Zimmermann acuña como pluralismo musical y Kugelgestalt der Zeit, la concepción esférica del tiempo, que utiliza en Die Soldaten. No sabemos a qué podría haber llegado en este campo en Medea, su segundo proyecto operístico en el cual estaba trabajando cuando se suicidó en 1970. En toda su producción también encontramos tintes jazzísticos muy a menudo. Y quizás estos conceptos, tanto Kugelgestalt der Zeit, que tiene mucho en común con la percepción esférica del mundo scriabiniano, como el pluralismo musical, que es hacia donde Scriabin estaba desarrollando su Mysterium, me hicieron ver un particular reflejo personal de la evolución del último Scriabin en el desarrollo de la escritura de Zimmermann. Aunque la diferencia entre ambos es que Scriabin dirige su desarrollo de un modo cósmico hacia lo positivo y hacia la salvación de la humanidad, mientras que en Zimmermann el trayecto, más terrenal, es hacia el pesimismo, la destrucción, lo depresivo y su propio suicidio.
Cómo podría definir la obra para piano de Zimmermann, que transcurre entre 1939 y 1956…
Siempre tengo como leitmotiv, y mis grabaciones son buena muestra de ello, que para conocer de manera fiel a un compositor debemos abordar toda su obra, todo su universo creativo, así como todo lo que pudiera rodear al compositor y a cada obra, qué le pudo llevar a escribir de una u otra manera, instruyéndome al máximo en su vida y su entorno, para así poder llegar a desengranar cada pequeño detalle. En el caso de Zimmermann, he de reconocer que me pilló desde cero, pero el impacto fue tan grande, y la investigación posterior cada vez más sorprendente, que el resultado ha sido esta grabación con toda su obra para piano. Tenía la sensación de estar descubriendo magníficas joyas, injustamente guardadas, así como el deber de compartirlas. Pero para degustar mejor su música para piano necesitamos comprender el resto de su vida…
Del resto de su vida, sobresale como vértice Die Soldaten…
Es así. Su obra más conocida, su inconmensurable ópera Die Soldaten, paradigma del arte total, fue considerada ininterpretable en la década de los 60. Con motivo del estreno en España de Die Soldaten en el Teatro Real en mayo de 2018, me pidieron interpretar música que tuviera relación con Die Soldaten unos días antes de su estreno. Aquí está el germen del proyecto, comencé a buscar obras para piano del propio Zimmermann y quedé fascinado. Posteriormente, el impacto que me produjo ese estreno de Die Soldaten en el Real corroboró mi fascinación y reafirmó mi necesidad de culminar este proyecto. No sólo por su calidad, su belleza y por su energía, sino por la brutal evolución de su escritura. Pocos compositores han experimentado un cambio tan drástico en su música. Parece que hubieran pasado varias generaciones de compositores, y se trata de apenas unos pocos años de un mismo compositor, de una sola y corta vida. ¿Qué pudo haber pasado en esos años?, me pregunto… Evidentemente, la guerra. El daño irreparable de haber vivido el horror. Zimmermann nació durante la Primera Guerra Mundial y vivió en primera persona la Segunda. Y se suicida en pleno repunte de otro conflicto: la guerra de Vietnam, aunque en este caso no estuviera en territorio implicado, pero le haría revivir situaciones. Quizás por ello, Zimmermann fue un compositor enfáticamente político y en continua lucha contra las injusticias. Injusticias que no puede soportar y le conducen al suicidio. Su Nobody knows the trouble I see es una crítica a la discriminación racial, o Die Soldaten un alegato de la destrucción atroz de una vida humana.
La muerte como presencia constante en su obra…
Y es particularmente delirante su acercamiento a la muerte en los últimos años. En 1969, un año antes de su fallecimiento, escribe Requiem für einen jungen Dichter, una de las obras más estremecedoras de la historia del arte, donde, además de yuxtaponer extractos de los discursos más mortales de la historia (de Hitler, Goebbels, Stalin o Dubcek), utiliza textos de tres poetas que se suicidaron en plena juventud (Vladimir Mayakovsky, Konrad Bayer y Sergei Yesenin) y fragmentos musicales del Tristan de Wagner, L’Ascension de Messiaen, la Novena de Beethoven, o Hey Jude de The Beatles. Este Requiem muestra el fracaso de todas las revoluciones, y también de toda esperanza de Zimmermann sobre este mundo.
¿Qué más factores son definitivos en su evolución como persona y compositor?
Su educación católica y su sentido de la religión también influyeron en su pensamiento y sus obras. Muestra de ello es la secuencia de letras con las que finaliza sus obras: OAMDG, Omnia ad maiorem Dei gloriam, “Todo para la mayor gloria de Dios”. Además, muchas de sus obras hacen referencia directa a la liturgia. Pero también sus estudios en Filosofía, su devoción por Nietzsche, su fascinación por lo dionisíaco y su desencanto con el mundo le provocaban dudas hacia su formación religiosa. Además, sufría una inoperable enfermedad visual que se acrecentaba y le imposibilitaba cada vez más poder componer, minando más su depresión. En 1970 escribe Stille und Umkehr, (Silencio y Arrepentimiento), para orquesta, muestra de su dolor. Y el título de la que sería su última obra, Ich wandte mich und sah an alles Unrecht das geschah unter der Sonne (Me di la vuelta y vi toda la injusticia que ocurría bajo el Sol), que él denomina como Ekklesiastische Aktion, es la mejor síntesis de su sufrimiento de toda una vida. Cinco días más tarde se suicida…
Tremendo…
Y para llegar al pluralismo musical al que antes hacía referencia se necesita un dominio no sólo musical, sino espacial y temporal, y sobre todo de las múltiples posibilidades de estratos para componer, es decir, colores y contrastes. Y Zimmermann se nos muestra como un absoluto virtuoso de los contrastes. En este sentido, su obra para piano es una especie de laboratorio personal donde experimenta con la forma, la densidad, el espacio y el tiempo.
De las 3 Piezas Tempranas a Konfigurationen hay un mundo entre ellas…
Es el resultado extraído de este laboratorio estético. Es verdaderamente interesante poder progresar por una evolución del lenguaje tan definida a la vez que esclarecedora de su vida. Las Tres Piezas Tempranas son piezas de juventud, de estudiante, que, a día de hoy, aún están sin publicar, y he podido trabajarlas gracias a la gentileza de Schott, que me facilitó los materiales. Extemporale es una interesante colección de cinco contrastantes piezas escrita durante el periodo de guerra. Teniendo en cuenta su deriva depresiva ulterior, llama la atención el carácter maníaco-burlesco y la temática de su Capriccio, escrito en 1946 recién acabada la guerra. Se trata de una fantasía sobre siete canciones infantiles con una extraña mezcla de humor, timidez, terror y locura. Enchiridion es sin duda su obra grande para piano. Dividida en tres cuadernos (I, un apéndice posterior y II), su título viene a ser un manual, a veces eclesiástico y otras no tanto, sobre, según Zimmermann, todas las formas de expresión y ataque. Con semejante arsenal, Zimmermann sirve una exótica fusión de danza, belicismo, misticismo, liturgia y vida monacal a lo largo de dieciséis piezas. En el cuaderno II, subtitulado Exerzitien, está claramente distanciado en lenguaje, utilizando exactamente la misma serie en cada una de las piezas. Dicha serie, casualmente, es la misma que utilizará en las ocho piezas de Konfigurationen. El título aquí hace referencia a la configuración química de los átomos en una molécula. Aquí Zimmermann reproduce en los sonidos del piano la constitución molecular a través de fórmulas estructurales que tengan en cuenta la posición exacta de los átomos en la molécula en el espacio tridimensional.
Hay algún motivo de ausencia de obras de 1956 hasta 1970, año de su muerte…
En mi opinión… cerró el laboratorio. O abrió uno más grande con Die Soldaten y sus siguientes proyectos operísticos y orquestales, donde además añadía electrónica, audio, vídeo, collage, multiescena… Me encantaría saber qué podría llegar a hacer con todo el panorama multimedia que se encontraría hoy en día.
¿Cuál es la mayor dificultad con la que se has encontrado?
Podría decirle que hay obras donde el virtuosismo está al límite, no sólo en los cánones habituales, sino también en parámetros de precisión quirúrgica de multitud de ataques y efectos. Pero, sin duda, lo más complejo es asimilar una vida tan dolorosa y llevarla al piano al completo. Hay un proceso de introspección e implicación realmente duro.
En un año Beethoven, del que fue pionero interpretando aquel precioso concierto en pianofortes Broadwood, a año Zimmermann, con el 50 aniversario de su muerte… Mundos absolutamente opuestos, supongo…
Pero, paradójicamente, veo bastantes puntos en común. El más importante, que la ceguera progresiva de Zimmermann es equiparable a la sordera de Beethoven. En consecuencia, ello va unido a la evolución intelectual de la obra de ambos. Zimmermann vivió un lustro menos que Beethoven… cortas vidas las de ambos. Espero que, al igual que tuve la suerte de iniciar este año Beethoven en el Auditorio Nacional de Música, esta pandemia me permita clausurarlo también en el mismo lugar, con un Emperador y la Fantasía Coral que está programado para el 21 de diciembre.
¿Cómo se ha visto alterada su vida personal y profesional con la cancelación de conciertos?
En esencia, en lo personal le diría que no demasiado. Pero es una visión distanciada del mundo exterior. Los intérpretes pasamos mucho tiempo en soledad, ya sea de viaje o también confinados en nuestro estudio, trabajando, investigando, pensando… Y luego necesitamos las tablas del escenario y el contacto con el público, que es lo que más echo de menos en estos momentos. Y en lo profesional, me ha pillado de lleno en un grueso de importantes conciertos: CNDM, SMR, Fundación Juan March, Santander, Festival de Úbeda, varios conciertos con ORCAM y Beethoven… Y a la espera de que la desescalada nos respete el Festival de Granada. Por fortuna, hay muy buena predisposición de la mayoría de entidades para reprogramar los conciertos en los que me veo afectado. Ojalá sea posible y se lleve a cabo. Pero por el momento, salvo la Fundación March, nadie ha propuesto aún nuevas fechas. Ahora todos tenemos que poner de nuestra parte para buscar nuevas formas de plantear los conciertos y los aforos para que podamos volver a disfrutar tanto intérpretes como público.
¿Propone alguna medida, dada su experiencia?
Viviendo en España, donde los músicos nunca hemos gozado de apoyo gubernamental y la música no es educativamente interesante a nivel escolar, veo complicado lograr alguna medida justa en un tiempo récord. Pero lo indispensable y primero es el apoyo que sí están mostrando públicamente los principales gestores musicales nacionales y las principales entidades reprogramando las actividades suspendidas en este tiempo y manteniendo las comprometidas para la siguiente temporada. También es de elogiar el apoyo que estáis dando los medios especializados. Ahora que ya vemos más cercana la reapertura gradual, tendríamos que hablar entre todos los sectores implicados y encontrar la solución más sensata para volver a la actividad musical cuanto antes. Por ejemplo, por mi parte sería buena opción repetir el mismo concierto, en el mismo día doblando sesión, o en días consecutivos para paliar los efectos de la reducción de aforo. Encuentro esta solución muy viable para solistas y entidades.
La vida sigue… Pero ahora con un CD más, y no uno cualquiera…
Personalmente, este disco, en mitad de una situación tan excepcional para todos, es la materialización de que la vida, como dice, continúa. Y no llega solo. Es el inicio de mi relación con BIS. Próxima parada: Integral de Estudios de Scriabin.
por Gonzalo Pérez Chamorro
www.eduardo-fernandez.com
Foto: Eduardo Fernández ha grabado la integral para piano de Bernd Alois Zimmermann en el sello Bis.
Crédito: © Luis Gaspar