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Delicias del Clasicismo en EMEC Discos

Músicas de Rode, Giuliani, Haydn y Carulli

noviembre 2016


Repleto de un jugoso estilo clásico, el nuevo disco de EMEC bucea en la música de cámara con guitarra, con obras de Rode, Giuliani, Haydn y Carulli, músicas que reciben sus referenciales registros tras un cuidado estudio de las partituras, que en este caso contienen la guitarra como “exótico” elemento instrumental en la música de cámara del Clasicismo.

Pierre Rode

Cuando hablamos sobre el compositor francés Jacques-Pierre-Joseph Rode (1774-1830) es inevitable hablar de sus composiciones para violín, sus Conciertos o sus famosos Caprichos, lo que ya no es tan frecuente es referirnos a sus obras para guitarra o con guitarra. EMEC Discos fue el primer sello en publicar su Polonesa para flauta y guitarra (referencia E-040), una exquisita pieza interpretada en ese registro por la excelente flautista Sabine Dreier y el guitarrista Agustín Maruri. En esta nueva grabación de EMEC añaden al catálogo el maravilloso Trío en re mayor para violín, viola y guitarra. Escrito en cuatro movimientos, se trata de una obra de gran belleza, donde la textura generada por la combinación sonora y tímbrica del violín la viola y la guitarra crean un clima expresivo maravilloso.

Trío en re mayor de Rode

El Adagio inicial tiene un carácter casi dramático que da paso a un Minuetto juguetón donde el violín es protagonista. El Trio rescata la serenidad y da el protagonismo a la viola. El tercer movimiento está compuesto por un Largo introductorio de carácter nostálgico que nos lleva a un tema con variaciones. Cada variación muestra un virtuosismo amable y salonístico de los instrumentos que componen el Trio. El Presto final devuelve el protagonismo al violín en un movimiento brillante cargado de energía que, a través de una cadencia del violín, nos lleva a un reflexivo Adagio final donde parecería que toda la alegría previa se ha evaporado.

Rode nació en Burdeos el 16 de febrero de 1774. Niño prodigio, a los 12 años dominaba el violín. En 1787 se muda a París, donde estudia con el Giovanni Battista Viotti. Rode se convierte en su alumno favorito, bajo su tutela hace su debut con 16 años tocando un Concierto de su maestro. La separación entre maestro y alumno se produjo irremisiblemente en 1792, cuando Viotti se marchó a Londres. Dos años después, Rode escribe su Primer Concierto, donde muestra su estilo personal distinto al de su mentor. En Madrid, Luigi Boccherini va a escucharle y queda tan impresionado que nace entre los dos músicos una amistad que llevará a Boccherini a orquestar los primeros Conciertos de Rode.

Napoleón Bonaparte le nombra primer violín de su orquesta privada. Viaja por Francia obteniendo éxito tras éxito, no solo por su virtuosismo, sino también como compositor. Rode llega a ser más famoso que su gran maestro, Viotti, y se le considera el mejor violinista de Europa.

En 1803, junto a Francisco Boieldieu, viaja a Rusia, y en 1804 llega a San Petersburgo donde toca para el Zar Alejandro I, quien después de escucharle lo nombra “solista del zar”, con una renta anual de 5.000 rublos de plata. Allí escribirá su Concierto para violín n. 12, dedicado al Zar que, incluye en su movimiento final temas populares rusos, el principal de estos inspiró a Tchaikovsky su Sinfonía n. 4.

Más adelante, con 34 años decide no tocar más en público en Francia y no regresa a su puesto de profesor en el Conservatorio de París, debido a que su popularidad disminuyó. En 1812 se encuentra con Beethoven en Viena, que le dedica su gran Sonata para violín n. 10 Op. 96 (estimulado al escucharle, Beethoven termina la obra y se la dedica). Rode la estrena y Spohr se une a las críticas negativas, llegando a decir que Rode ya no toca como hace diez años, que es “frío” y “amanerado” en sus interpretaciones. Beethoven queda decepcionado.

En el otoño de 1828, con 54 años, Rode decide dar un concierto en París. El público lo rechazó casi de manera hostil. Ante esta situación, Rode regresa a Burdeos, su ciudad natal, donde muere dos años después en el castillo de Bourbon, cerca de Damazon, el 25 de noviembre de 1830, a los 56 años de edad.

Mauro Giuliani

No hay muchas grabaciones disponibles en disco de la Serenade Op. 19 de Mauro Giuliani (1781-1829), la más importante es quizás la que realizó Leonid Kogan en los años sesenta, difícil de localizar. Del amplio catálogo de obras de Giuliani hay que hacer parada obligatoria en las dedicadas a la música de cámara. Siendo quien es Giuliani en la guitarra, su obra camerística merece una atención especial y está pendiente aún de difundirse y conocerse en su justa medida.

Giuliani escribió 3 Conciertos para guitarra y orquesta y son, sin duda, junto al de Fernando Carulli, los más importantes del siglo XIX, del Romanticismo. Conocida es su participación en el estreno de la Sinfonía n. 7 de Beethoven tocando en la sección de cellos, es decir, podía escribir con conocimiento de causa y salir de la de la guitarra o interactuarla sin miedo a equivocarse con otros instrumentos de cuerda, conseguir un equilibrio perfecto de volumen y de color un dialogo concertante en su justo punto. Giuliani solo escribió dos obras para esta plantilla, pero ambas son extraordinarias y de lo mejor de su música de cámara. En las Variaciones concertantes para violín, chelo y guitarra, obra sin número de opus, el chelo tiene un papel fundamental y la textura es como en la Serenade, exquisita.

Serenade Op. 19 de Giuliani

Consta de tres movimientos, el Adagio inicial da el protagonismo al violoncello, que presenta el tema inicial que es desarrollado por el violín y recogido por la guitarra; el juego está servido. Una de las características de la obra es la variedad del dialogo instrumental y la belleza de los temas y las melodías que, una vez más, muestran un Giuliani más emocional sin menoscabo de su virtuosismo. Todo se encuentra en esta obra, el lirismo cantabile y el virtuosismo instrumental. El segundo movimiento Scherzo muestra el estilo vienes y la influencia de Beethoven en sus contemporáneos. Un movimiento equilibrado con una factura magistral, son especialmente atractivos y singulares los armónicos del Trio. El último movimiento, Alla Polacca, nos devuelve al virtuoso sin concesiones técnicas, el ejecutante brillante que hace lucir a su instrumento y que demanda un dominio no al alcance de todos. Una obra para disfrutar del mejor Giuliani donde la guitarra, el violín y el chelo se integran sin perderse nunca en esfuerzos inútiles.

Franz Joseph Haydn

Se han hecho algunos arreglos de música de cámara de Franz Joseph Haydn (1732-1809), entre ellos quizás el mejor logrado es el Concierto Hob. VII: 3 en sol mayor, original para dos Lyra organizata, que vio una afortunada transcripción del dúo Pomponio-Zárate para dos guitarras y orquesta y que se grabó en los años sesenta. Fuera de esto, quizás la única obra original que se ha podido incorporar es el Cuarteto en re mayor Hob. III: 8, Op. 2 n. 2. Si bien es original para laúd, es en su versión de guitarra como ha alcanzado su mayor difusión y popularidad. Consta de cuatro movimientos, de los cuales dos son Minuetos y uno de ellos es alternativo, algunas veces se interpreta, otras no, depende del criterio de los intérpretes. En la grabación que presenta EMEC se ofrecen los dos en su integridad.

Cuarteto Op. 2 n. 2 de Haydn

Se trata de una obra de juventud, pero, sin duda, de las más acertadas por su frescura, equilibrio y también profundidad. El Adagio es uno de los movimientos más líricos que hay en el repertorio de la guitarra con acompañamiento de cuerdas. El primer y último movimiento rebosan clasicismo y tienen una precisión estructural casi matemática. Los dos Minuetos vienen a completar el cuerpo de todo el cuarteto. Es muy posible que Haydn tocara el laúd, hay una imagen que así lo atestigua, lo que sí está claro es que conocía bien el instrumento, pues su escritura instrumental así lo indica.

Fernando Carulli

Afincado en París donde prácticamente vivió toda su vida, Fernando Carulli (1770-1841) se dedicó fundamentalmente a la enseñanza de la guitarra y la composición de obras para su instrumento. Su catálogo alcanza casi los 400 títulos con obras para guitarra sola y combinaciones con otros instrumentos. Es importante no olvidar su Método, obra de gran valor didáctico.

De la obra de este disco existen dos versiones, una para pianoforte y guitarra y la que se presenta en esta grabación en primicia absoluta para guitarra con acompañamiento obligado de violín, viola y bajo. Quizás la versión de pianoforte venía a suplir la falta de instrumentistas y era una manera de “salvar” que la obra se interpretara. La edición anunciaba a sus compradores que el autor decía que estos “solos” eran “muy brillantes” y de “un gran efecto”, pues el público así lo constataba en distintos conciertos públicos en los que se había interpretado. En realidad se trata prácticamente de un pequeño concierto para guitarra y cuerdas.

Dos solos Op. 207 de Carulli

Los Dos solos Op. 207 para guitarra, violín, viola y bajo están compuestos de dos Allegros y un Tema con variaciones entre estos dos movimientos, inicial y final a modo de reexposición. Obra de carácter virtuosístico que busca el lucimiento del solista de una manera sobria y elegante, es una obra importante dentro del conjunto de las de Carulli para guitarra y cuerdas y no se explica cómo ha podido pasar desapercibida para los guitarristas durante tanto tiempo. Es un feliz acontecimiento su recuperación para el repertorio clásico-romántico.

Por: María Bustamante

http://www.emecdiscos.com/

 

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