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Baltic Opera Festival

Música en los bordes de Europa

Septiembre 2024

En una ciudad como Gdansk (en versión alemana Danzig), capital del ámbar y situada a orillas del rugiente mar Báltico, se celebra anualmente el Baltic Opera Festival, que congrega a las ciudades vecinas de Gdynia y Sopot, esta última donde se ubica el espectacular Opera Lesna (Opera del bosque), un auditorio abierto al denso follaje del bosque que interactúa como un elemento más de cada representación operística, agrandada su vigorosa presencia con la cuidada iluminación. Este año, el Festival que dirige el reputado bajo-barítono polaco Tomasz Konieczny, Wotan en el último Festival de Bayreuth, ha ofrecido una Novena de Beethoven con la Ukrainian Freedom Orchester y dirección de Keri-Lynn Wilson, además de las óperas Turandot, El holandés errante y Hänsel y Gretel.

Pensar en el bosque como elemento integrador en una ciudad bastante alejada de la actividad musical centroeuropea como la bella Gdansk, nos lleva a pensar en el último filme de la directora también polaca Agnieszka Holland, Green Border, donde es precisamente el denso bosque que une Polonia y Bielorrusia el que acoge el drama de la inmigración en la Unión Europea.

En el Baltic Opera Festival otro bosque es el que vertebra la ópera, sirviendo de lugar de acogida al Opera Lesna y las representaciones de su espectacular auditorio abierto. Pero antes, en los astilleros de Gdynia-Gdansk, donde se fundó Solidaridad, el partido político de Lech Walesa, presente en este concierto, se escuchó la música que acoge a todos, vengan de donde vengan y entren por donde entren, la Novena Sinfonía de Beethoven, que con la Orquesta Libre de Ucrania ampliaba toda resonancia a la situación bélica actual en el Este de Europa.

Con la cuidada dirección de Keri-Lynn Wilson, todas las dificultades acústicas quedaron en un segundo plano ante el emotivo momento de los músicos ucranianos reunidos para la fraternal música de Beethoven.

Holandés y Turandot

Ya en Opera Lesna, la ópera vivió su esplendor báltico con dos producciones enormemente absorbentes para el público, que saciaba con las potentes imágenes su apetito teatral. Por una parte, un fantástico Holandés errante, donde Tomasz Konieczny no pudo completar su parte por una indisposición (dos días después hacía su Wotan en Bayreuth), pero fue valientemente suplido por Oleksandr Pushniak, en una fantasmagórica producción donde sobresalió la joven batuta de Yaroslav Shemet y la incomparable Senta de Vida Mikneviciute, un portento de la naturaleza, digna heredera de la estirpe de grandes sopranos nórdicas wagnerianas.

El polo opuesto a la profunda espiritualidad viviente en el profundo bosque, donde se adentra desapareciendo el Holandés, es la historia de Turandot y Calaf, representada con un acierto de iluminación y un decorado sencillo pero atrayente en su despliegue de elementos orientales.

Fue la maestra Keri-Lynn Wilson la que mantuvo al coro en mejor forma que el día anterior, con instantes cargados de emotividad y cantantes solventes (desde hace muchos años, Turandot siempre nos remite a la generación dorada de los Pavarotti y cía., hoy inexistente), como la princesa de Liudmyla Monastyrska y cantantes polacos que estuvieron a la altura de una obra que siempre queda como la inacabada de Puccini, aunque Alfano la llevara a buen puerto, sin imaginarse que podría arribar en uno bañado por el Báltico en el Baltic Opera Festival.

por Gonzalo Pérez Chamorro

https://balticoperafestival.pl/en

Foto: En una ciudad como Gdansk, capital del ámbar y situada a orillas del rugiente mar Báltico, se celebra anualmente el Baltic Opera Festival (en la imagen, Turandot desde Opera Lesna -Opera del bosque-).
Crédito: © Krzysztof Mystkowski

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