¿Podríais hacer una breve presentación del grupo Aquel Trovar?
Aquel Trovar es la confluencia de cuatro músicos de amplia experiencia que pretenden abordar repertorios históricos de una manera que, por diversos y justificados motivos, escasea en el panorama actual: como grupo fijo y estable. Aquel Trovar no es una marca o una persona que llama a uno u otro profesional para uno u otro proyecto. Somos siempre los mismos y trabajamos de forma continuada y coordinada en varios frentes (estudio de fuentes, interpretación, construcción de instrumentos, diseño de programas...), intentando controlar todos los aspectos de nuestras producciones y bastante al margen del criterio coyuntural que dicte en uno u otro momento el mercado. Dicho en corto: investigamos, ensayamos y estudiamos con independencia de que haya o no conciertos a la vista. Esto es muy evidente, sobre todo, en los tres instrumentistas (Antonio Torralba, José Ignacio Fernández y Daniel Sáez Conde), quienes, por residir en la misma ciudad, estamos a diario implicados en un trabajo de equipo; pero también, en una gran medida, puede aplicarse a la aportación fundamental que la cantante Delia Agúndez realiza en el seno del grupo, dotándolo de, al menos, un cuarto de su personalidad.
¿Por qué interpretar música de esas épocas? ¿Qué nos puede aportar a los oyentes de hoy?
La música antigua aporta lo mismo que las demás músicas, pero con un énfasis añadido de contexto, con un extra de evocación de épocas pasadas. Es música e historia. De un concierto de música no contemporánea, si funciona, uno sale (o debiera salir) con el cóctel de emociones que toda música produce en la psique humana; pero también con la sensación de haber sido motivado a la reflexión histórica. Es algo que nuestro público, con parte del cual tenemos un contacto frecuente a través de las redes sociales, suele destacar del trabajo de Aquel Trovar. La música del pasado, aunque se apoya en un corpus documental por cuya conservación y estudio también hay que velar, es esencialmente patrimonio inmaterial. No está ahí, como un cuadro o una catedral, sino que ha de revivirse con músicos de cada momento. Y debería estar tan presente y tan apoyada como el resto de nuestro patrimonio.
¿Hay que elegir entre ser rigurosos históricamente y accesibles para el oyente contemporáneo? ¿Cómo se resuelve esa cuestión?
Éste es un tema muy debatido e interesante. Y de las respuestas que se den a estas preguntas depende en buena medida la personalidad de los diferentes intérpretes y grupos de música antigua. La gama es variadísima, desde quienes, por desconocimiento o voluntad expresa, emplean recursos antiguos y modernos mezclados con total libertad, hasta la actitud de quienes buscan acercarse lo más posible al ideal inalcanzable de absoluto rigor histórico. Por ambas vías puede lograrse el éxito del público, porque también éste es variado: hay quienes gustan del extrañamiento y quienes quieren revisitar lo familiar. Nosotros, como seguramente la mayoría, nos movemos en algún punto intermedio que nos parece auténtico o en el que nos sentimos cómodos. Normalmente, enfocamos los programas desde presupuestos parecidos a los que guían una exposición museística. Si, por ejemplo, visitamos una exposición sobre el bodegón en los Siglos de Oro, vemos unos cuadros que no están colgados en el lugar para el que fueron pensados, ni en un orden coherente con el punto de vista historicista. Pero esto lo sabe el visitante, plenamente consciente de que está viendo objetos de arte históricos en un espacio moderno y con una ordenación sugerente pensada por el comisario de la exposición. Algo así pretendemos cuando hacemos programas de música medieval, como De Santa María o Cantando e con Dança, y de música renacentista, como Canciones de la vieja Europa, Recuerde el alma dormida o Cantar Sola. Las piezas pueden estar sacadas de su contexto antiguo, alguna tiene un marco añadido en época posterior, otra ha debido ser reconstruida porque tenía un trozo deteriorado o perdido. Pero confiamos en que queda buena parte del sabor original.
¿Qué nos acerca y qué nos aleja de esa época pasada, del mundo en el que se componía y se interpretaba esa música?
El lenguaje musical, tanto en sus aspectos técnicos como estéticos, tiene un núcleo esencial, común a cualquier época y lugar, y una parte que va cambiando sin cesar. Se supone que lo primero nos acerca y lo segundo pudiera alejarnos… Pero seguramente es todo mucho más complejo. Salvo acaso el momento especial que estamos viviendo estos días, el mundo actual tiende al ajetreo, la prisa, el ruido, la impaciencia… Tendemos a consumir formatos artísticos y de entretenimiento cada vez más pequeños, más breves, más simples. Casi todos los estilos, incluso los modernos, pierden seguimiento a medida que se hacen complejos, que es la evolución natural de todo ejercicio artístico. Pero en esas mismas desincronías entre el pasado y el presente que experimentamos músicos y oyentes al acercarnos a las músicas históricas, reside parte del atractivo indudable que tienen. Porque la música antigua se vuelve en muchos casos un refugio, un oasis frente al ruido y la velocidad, aspectos éstos de nuestra cotidianidad a los que tenemos la suerte de poder volver en cuanto queramos; y es también, evidentemente, una lección de historia.
¿Cómo creen que va a afectar esta crisis al mundo de la música antigua?
La palabra de moda es “escenarios”. Se especula con diferentes escenarios. Y en casi todos ellos salen perjudicados los escenarios musicales de toda la vida. Los últimos años habían visto un resurgir de la música en vivo. Los músicos nos seguíamos quejando, porque paralelamente había aumentado el número de intérpretes y esto hacía que lo notáramos menos, pero era evidente que se estaba programando cada vez más música antigua en diferentes ámbitos. Lo que está pasando, con el distanciamiento social, va a incidir (está incidiendo) muy negativamente en el sector. Y eso durará un tiempo. No sabemos cuánto, ni de qué manera, ni si se llegará a una normalidad parecida a la de antes. Eso sólo lo saben algunos youtubers y tuiteros. Pero es de agradecer el trabajo reivindicativo que están haciendo diversas asociaciones (como GEMA, por ejemplo) para que la música antigua no quede fuera de los planes estatales de reconstrucción del mundo de las artes escénicas.
¿Qué puede aportar la música de Aquel Trovar a este nuevo mundo que se dibuja?
Para nosotros cuatro es un refuerzo de la amistad, un pretexto para comunicarnos y compartir afectos, conocimientos y destrezas, que se extiende también a todos los amigos que colaboran en aspectos diversos de nuestros proyectos, como usted mismo, Rafael, nuestro representante Miguel Sánchez, etc., etc. Para quienes nos siguen (y muy a menudo nos hacen llegar sus reacciones y comentarios e incluso premian nuestro trabajo), creemos que la música que hacemos puede en algunos casos aportar consuelo, placer, emoción y alegría. Podríamos añadir que cura el Covid-19, pero es pronto aún para afirmarlo…
¿Qué proyecto les haría más ilusión a medio plazo?
Varios. Nos gustaría seguir abordando nuevas músicas, agruparlas en programas sugerentes que les añadan interés, seguir tocando juntos, revisitar los programas que ya tenemos ante públicos nuevos… Queremos montar un programa de música de danza en contextos íntimos y, en ese sentido, estamos estudiando fuentes poco atendidas modernamente, como los libros de cítara renacentista y otros. Estamos preparando también un programa con cantigas de Santa María vinculadas al códice de las Huelgas. Tenemos programado un concierto en octubre con ese programa (Nas Olgas de Burgos) en el propio Monasterio de las Huelgas. Ojalá pueda hacerse. También queremos seguir recuperando antiguos instrumentos: José Ignacio Fernández está ahora trabajando en una reconstrucción de una vihuela de arco renacentista. Y pronto abordará otros instrumentos que se añadirán a la nutrida lista de los que ya ha construido: cítola medieval, diversos rabeles, cítara y guitarra renacentistas, varias bandurrias históricas, etc. En fin, proyectos no faltan. También nos gustaría seguir grabando. Con independencia del formato en el que luego se distribuya el resultado, grabar es la mejor manera de aprender y dar solidez a un proyecto musical.
por Rafael Herrera Espinosa
www.aqueltrovar.com
Foto: Aquel Trovar durante la grabación de su primer disco (Canciones de la vieja Europa) en Santa Eufemia de Cozollos (Olmos de Ojeda, Palencia).