Comienza la temporada incorporando varios personajes a su repertorio. A finales de septiembre regresó al Théâtre du Capitole de Toulouse, que se amplía durante este mes de octubre, esta vez para debutar Pollione de Norma, de Bellini. ¿Qué características vocales tiene el personaje y cómo las ha afrontado?
Pollione es el primer rol dramático que hago. Hay ciertos referentes en los que me he apoyado para crear un Pollione creíble, en estilo, pero imprimiendo mi personalidad. Para trabajar el papel he tenido muy en cuenta los consejos de una maestra del belcanto, como es la señora Mariella Devia. Tenores como Corelli, Pavarotti, Del Monaco o Kunde me han servido de inspiración para crear el personaje. Pollione requiere de una voz lírica con tintes dramáticos, pero sin olvidar que hablamos de la Norma de Bellini, la que quizá sea la obra cumbre del belcanto. Mi registro central ha crecido en los últimos años y esto me ha venido muy bien para afrontar el rol, pero he trabajado mucho para no perder la flexibilidad, la búsqueda de los pianos, los diferentes colores que requiere el personaje. Valoro mucho en este aspecto la manera en la que he podido trabajar con el maestro Bisanti.
En noviembre, además, incorpora Nemorino, de L’Elisir d’amore, debutando en el Teatro Filarmonico de Verona. Teniendo en cuenta su complejidad vocal y dramática, ¿Cómo se está preparando el rol?
Llevo mucho tiempo queriendo debutar Nemorino. Creo que el reto de esta nueva temporada va a ser la transición rápida de un rol dramático, como es Pollione, a uno lírico que se mueve en un registro más agudo, como es Nemorino. Son dos caras diferentes del belcanto. Sin embargo, estoy contento, pues me siento muy cómodo cantándolo. Es un caramelo para un tenor de mis características.
A finales de octubre cantará por primera vez en La Fenice de Venecia con un personaje que conoce íntimamente, Alfredo de La traviata. ¿Qué significa para usted debutar en ese escenario?
Alfredo es un personaje que ya forma parte de mí y que me ha dado muchas alegrías. De hecho, fue el primer rol protagonista que canté. Para mí, cantarlo en uno de los teatros con mayor tradición, como es La Fenice, sabiendo además que fue el lugar donde Verdi estrenó La traviata, me hace sentir una gran responsabilidad y un verdadero honor.
Su repertorio es muy amplio, ya que no solo afronta personajes del belcanto romántico o verdianos, sino también títulos de ópera contemporánea o música sinfónico-vocal. ¿En qué estilo interpretativo se siente más cómodo?
Nunca me ha gustado encasillarme, porque eso te cierra la mente. Cuando me ofrecen un rol siempre lo analizo de acuerdo a mis posibilidades vocales. Si me siento cómodo cantándolo, lo hago. Actualmente debo decir que estoy disfrutando mucho con el belcanto. Por otro lado, el sinfónico, el oratorio y el Lied han sido siempre mi debilidad. Esta temporada debutaré Elijah de Mendelssohn en Tenerife, la Sinfonía Faust de Liszt en Weimar y el Te Deum de Berlioz en Madrid.
¿Qué significó para usted participar el año pasado en el estreno absoluto de Caruso a Cuba en Ámsterdam? ¿Tiene otros proyectos de música contemporánea en el futuro?
El festival Opera Forward de la Dutch National Opera ofrece el marco perfecto para el repertorio contemporáneo. En este caso me involucré activamente en cada parte del proceso creativo. La gran acogida, tanto de público como de crítica especializada, fue muestra del buen trabajo de todo el equipo, y cuando se ha hecho un buen trabajo, es justo recoger el fruto del esfuerzo. Y sí, cantaré más música contemporánea. Hay un par de proyectos en cartera, incluido otro personaje histórico muy importante.
¿Hacia dónde cree que su voz evolucionará en los próximos años?
Pues la verdad es que no lo sé. Lo que sí tengo claro es que no quiero apurar en absoluto esa evolución. Trato de aplicarme dos reglas básicas: paciencia e inteligencia a la hora de escoger el repertorio adecuado en cada momento. De todos modos, si aceptas cantar un papel y encuentras que no es para ti, no pasa nada. Errar es humano y rectificar, de sabios. No creo que el futuro de nadie esté escrito en piedra y así, como se aprende de las cosas buenas que se nos presentan en la vida, de igual modo aprendemos de los errores cometidos. Seamos un poco flexibles.
Usted es todavía joven y tiene un largo camino por recorrer. ¿Qué papel operístico sueña con cantar? ¿Y en repertorio sinfónico-vocal u oratorio?
Tengo muchísimas ganas de cantar L’enfant prodigue, de Debussy y el Requiem de Verdi. Me encantaría dar vida a Werther o a Romeo. Il Duca podría ser un siguiente paso en mi carrera. Del repertorio belcantista hay muchas obras que no se suelen programar y creo que podría estar bien formar parte del cast de alguna de ellas. Y en un futuro, quién sabe…
¿Tiene modelos interpretativos de su cuerda del pasado que le inspiren? ¿A qué tenores admira?
Hay muchos artistas a los que admiro. Admiro a los que, aun no teniendo las mejores condiciones, han trabajado cada día para lograr sus objetivos; admiro a aquellos que afrontan la profesión con firmeza y aplomo, porque en esta vida nadie les ha regalado nada; admiro a esos artistas que se levantan cada día con la ilusión por aprender y querer mejorar; a los que aún, después de 20 años de oficio, siguen respetando y valorando su trabajo como el primer día; a los que empiezan y les brillan los ojos cuando suben por primera vez a un escenario; pero sobretodo, admiro a los que a pesar de las adversidades, siguen emocionándose cuando cantan.
A inicios de año debutó en la Ópera de Dallas con Fenton en Falstaff. ¿Para cuándo la conquista de los otros grandes teatros americanos?
En eso estamos. Por lo pronto lo único que podría avanzar es que en esta temporada estaré en la Metropolitan Opera House de Nueva York de enero a marzo, como cover de Ferrando en el Così fan tutte.
Usted también estudió trompa en el Conservatorio de Tenerife, ¿cómo llegó al mundo del canto?
Comencé a cantar cuando era muy pequeño. Tuve una gran formación como corista, pasando por el coro de Cámara y el coro de la Ópera de Tenerife, el Coro del Teatro Real de Madrid y la que fuera mi familia por seis maravillosos años, el Coro del Gran Teatro del Liceu. Hace ya unos cuantos años que decidí comenzar mi carrera como solista. No es algo que tuviera en mente hacer en mi vida, pero había muchas señales que me llevaban a tomar esa decisión. Con mucho esfuerzo, el apoyo de mi familia, pareja y amigos de profesión, con la carrera de canto acabada y con cierto escepticismo comencé mi carrera, saltando al vacío y esperando caer en blandito. No ha sido siempre un camino de rosas, pero desde luego ha sido el camino que he querido seguir. ¡Y estoy encantado!
¿Qué maestros, directores musicales y de escena, le han marcado especialmente y por qué?
He tenido la fortuna de trabajar con grandes maestros y directores de escena a lo largo de mi carrera. Guardo muy buenos recuerdos de Fabio Luisi, presente en el periodo en el que estuve en el OperaStudio y Ensamble de solistas de Zürich; Teodor Currentzis fue el primer maestro que apostó por mi trabajo, ofreciéndome mi primer rol protagonista, mi primer Alfredo; a nivel humano, personal y profesional he conectado muy bien con Riccardo Frizza, con Víctor Pablo Perez y con el recordado maestro Jesús López Cobos; podría nombrar a varios directores de escena con los que fue un verdadero placer trabajar, como Bob Wilson, Pierre Rambert, Hans Neuenfels o Johannes Erath, entre tantos otros.
Hay muchos intérpretes canarios que están desarrollando grandes carreras internacionales y usted es uno de ellos. ¿A qué cree que es debido?
Creo que muchos de mis colegas canarios de profesión han dado infinidad de respuestas a esta pregunta con las cuales me siento identificado. En mi opinión creo que se debe a la facilidad que tenemos en Canarias para acercarnos a la música. Es tan accesible, ya sea a través de la gran cantidad de agrupaciones folclóricas, bandas, orquestas, coros y demás formaciones musicales, que de entre toda esa gente que respira música, aparecen nuevos talentos en cada generación. Hay muchísimas voces increíbles en las islas que ni siquiera se han planteado hacer carrera y que probablemente podrían haber sido primeras figuras de habérselo propuesto.
AIRAM HERNÁNDEZ
Próximos compromisos
- Pollione (Norma), Théâtre du Capitole, Toulouse, octubre.
- Alfredo (La traviata), Teatro La Fenice, Venecia, octubre-noviembre.
- Nemorino (L’elisir d’amore), Teatro Filarmónico de Verona, noviembre.
- Elías, de Mendelssohn, Auditorio de Tenerife, abril de 2020.
- Sardanapalo, MÜPA, Budapest, abril de 2020.
- Rodolfo (La bohème), Teatro de Mahón, Menorca, mayo de 2020.
- Sinfonía Fausto, de Liszt, Saatskapelle Weimar, Weimar, junio de 2020.
- Alfredo (La traviata), LAC, Lugano, junio de 2020.
- Te Deum, de Berlioz, Auditorio Nacional de Música, Madrid, junio de 2020.
por Blanca Gallego
www.airamhernandez.com
Crédito foto: Coke Riera