Clavecinista exquisito, Agustín Álvarez es noticia porque acaba de publicar un monumental triple CD dedicado al compositor francés Nicolas Lebègue, con la integral de sus Suites para clave, editado por Brilliant Classics.
¿Quién fue Lebègue y cómo surgió su interés por él?
Nicolas Lebègue nació en Laon hacia 1631 y murió en París en 1702. Fue músico del rey Luis XIV de Francia, a cuyo servicio entró el año de 1678 con el puesto de organista. Además de participar en los servicios religiosos de la Capilla Real, asistía a los apartamentos reales como clavecinista, ya que en la corte de Versalles se realizaban tantos eventos musicales a diario que los cuatro organistas de la Capilla estaban obligados a participar en ellos. Existen cartas de la época en las que se cita a Lebègue como uno de los grandes clavecinistas de su tiempo, siendo alabado por la delicadeza y elegancia de su “toque”. Fue continuador de la obra de su maestro Jaques Champion de Chambonnières, que es considerado el creador de la escuela clavecinística francesa. Yo descubrí a este autor durante mi periodo de estudios de clave, trabajé una Suite y a partir de entonces comencé a estudiar su música poco a poco, descubriendo que poseía una bella línea melódica y que las danzas poseían suma elegancia y sofisticación armónica. Esto, unido a mi devoción por la música francesa, y en general por el arte francés, me hizo animarme a realizar este proyecto.
¿Cuántas obras para clave escribió y qué le llevó a grabar esta integral?
La obra para clave de Lebègue comprende dos Libros de Suites de danzas. El primero data del año 1677, contiene cinco suites que pueden ser en parte una recopilación de trabajos anteriores realizados a lo largo de veinte años, ya que existe en el manuscrito Bauyn un Double de Louis Couperin, que murió en 1661, sobre la Gavotte de la Cuarta Suite en do mayor de Lebègue, lo que demuestra que las Suites circulaban en copias mucho antes de la publicación del primer libro. El orden de colocación de las danzas dentro de la Suite aparece por primera vez establecido tal y como se conoce hoy en día, comenzando todas ellas con un Preludio no medido en el que combina escritura de redondas al estilo de Louis Couperin con ritmos más precisos, de manera que se facilita un poco su interpretación y análisis armónico. Por su parte, el Segundo Libro se publica en 1687. Comprende seis Suites en las que ya no aparecen los preludios, pero sí importantes Chaconnes y Passacailles, conservando el orden establecido de: Allemande, Courante, Sarabande y Gigue, con inserción de otras danzas, antes y después de esta. Es interesante también resaltar la aparición de un Rondeau y un Air de Hautbois, nomenclatura que aparece por primera vez en un libro de clave. Por todo ello, me interesé en reproducir esta integral, ya que estos Libros nos hacen pensar en lo que más adelante irá apareciendo en la literatura francesa para clave. La influencia de Lebègue se deja sentir en las generaciones posteriores de compositores franceses y también alemanes, ya que sus libros circularon por Europa en distintas copias, incluso en círculos próximos a la familia Bach.
¿Cómo fue el proceso de grabación?
Fue laborioso, ya que estamos hablando de once Suites, muchas de ellas bastante largas. El equipo técnico y yo establecimos tres sesiones de grabación que se realizaron en marzo y en octubre de 2018, y en febrero de 2019. La mayor preocupación fue la cuestión de colocación de los micrófonos para que no se notase la diferencia entre las tres sesiones. Esta labor, así como el resto de los apartados técnicos, estuvo a cargo de mis queridos amigos Tony Millán, como director artístico, y Jesús Trujillo como técnico de sonido.
¿Cuál es su relación con la danza y en especial con la danza barroca?
Yo estudié danza cuando era joven y aún continúo. Más tarde comencé a aprender danza barroca con la coreógrafa María José Ruíz Mayordomo y en sus clases descubrí la relación maravillosa que tiene la danza con la interpretación del repertorio barroco al que nos estamos refiriendo. Desde entonces he colaborado con su compañía de Danza Histórica “Esquivel”, lo que ha producido en mí una gran evolución como músico.
¿Cree usted que ayuda para la interpretación del repertorio de las suites tener conocimiento y práctica de la danza?
Estoy completamente convencido de ello. Si sabemos, o por lo menos conocemos, cómo se baila una Sarabande, por ejemplo, comprenderemos mejor su cadencia, su espíritu y todas las necesidades rítmicas de movimiento, de respiración y estilo que son necesarias para hacer una buena interpretación musical. Tenemos que pensar que cuando los compositores escribían una determinada danza eran plenamente conocedores de ella y para realizar nosotros la interpretación debemos conocer unos códigos ya desaparecidos. Muchos grandes músicos de este período eran bailarines o coreógrafos, como por ejemplo Lully, Charpentier, Chambonnières, Muffat o Leclair, por tanto, debemos dejarnos influir del espíritu que subyace en estas músicas y comprender su carácter desde dentro. Tengo que darle las gracias también aquí a María José Ruíz Mayordomo por colaborar conmigo en el estudio de las coreografías propias de la época de Luis XIV para aplicarlas a las danzas de la grabación y así comprobar si mi versión se adaptaba a su espíritu.
¿Cree que sería interesante la inclusión de conocimientos y práctica de danza durante la enseñanza musical en los conservatorios?
Claro que sí, por lo que he dicho antes. No para formar bailarines profesionales, claro está, sino para tener un conocimiento “real” de lo que interpretamos. También es un aspecto para tener en cuenta lo mucho que ayudaría esta enseñanza al control del miedo escénico, a la mejor relación con los otros compañeros, a la desinhibición, a la precisión rítmica, al conocimiento del cuerpo y a una mejor utilización del mismo, etc. En definitiva, a un mayor enriquecimiento global de la expresión artística.
Nacido en Venezuela, donde comenzó sus estudios musicales que continuó en España… ¿Háblenos sobre su formación?
Comencé mis estudios en Caracas, donde en los años sesenta y setenta existía un gran desarrollo pedagógico, con un concepto bastante avanzado de la enseñanza musical. Tuve la suerte de trabajar mucho la voz desde muy pequeño, algo que era uno de los pilares de la educación musical a la que me refería antes y desde los nueve años, más o menos, hasta los catorce participé en el coro del Conservatorio de Caracas. Este colaboraba entonces con la Orquesta Nacional y hacíamos presentaciones y conciertos en el Teatro Nacional y otros muchos teatros, colegios y universidades. Aquello fue una formación increíble para mí, ya que escuchar desde dentro una orquesta sinfónica y participar en ese tipo de acontecimiento artístico a tan tierna edad es definitivo para una formación musical. Pienso incluso que no sólo lo fue a nivel musical, sino que también influyó en mi formación como persona. Después, ya en España, estudié piano en el Conservatorio Superior de Madrid y más tarde cursé la carrera de clave con Tony Millán. Tengo que recordar aquí al gran Esteban Sánchez, uno de los pianistas más grandes, que más me ayudaron y que más influyeron en mí.
¿Cuándo descubrió su pasión por el Barroco?
Me acuerdo perfectamente. Estaba esperando a entrar a clase de 1º o 2º de solfeo sentado en el jardín del Conservatorio, debajo de la ventana de la clase de Historia de la Música. Entonces empezó a sonar el Quinto Concierto de Brandemburgo de Bach, ante lo que me quedé extasiado, aunque no sabía ni lo que era. Ya desde entonces no he podido dejar de sentir la emoción que me produce esta música. Luego, en el coro del conservatorio empezamos a cantar Corales de Bach y eso fue ya increíble…
¿Cuáles son sus referentes en cuanto a interpretación al clave?
Tengo muchos referentes, pero sin duda el más importante es Gustav Leonhardt. Luego, con el tiempo tuve la suerte de conocer a grandes maestros que me trasmitieron diferentes formas de acercarse a la interpretación, entre ellos Enrico Baiano, Jacques Ogg, Christophe Rousset, Elisabeth Joyé y Luc Beauséjour.
Formó junto a Eusebio Fernández-Villacañas el dúo L’entretien des clavecins y grabaron la integral de los Conciertos para 2 claves solistas del Padre Antonio Soler, ¿cómo fue la experiencia? ¿Continúan desarrollando proyectos juntos?
Fue una experiencia maravillosa. La grabación del disco de los Seis Conciertos para dos claves de Soler supuso un estímulo enorme para nosotros y lo recuerdo con muchísimo cariño. Su difusión nos permitió la posibilidad de tocar en muchos sitios, entre los que recuerdo especialmente el concierto que dimos en el Museo del Prado, con motivo de la exposición “Goya en Madrid”. Actualmente continuamos estudiando nuevo repertorio. Quiero destacar una obra para dos claves que nos ha escrito el compositor José Zárate, a quien estamos muy agradecidos; nos acercamos así a la música contemporánea. Espero que podamos conseguir más obras de compositores actuales.
¿En qué está trabajando actualmente? ¿Hay algún nuevo proyecto discográfico en el horizonte?
Estaba trabajando en un proyecto con la compañía Esquivel de danza barroca de la época de Luis XIV con dos bailarines y una cantante. En escena recreamos una clase de danza de la época con el maestro y sus alumnos, pero desgraciadamente con el confinamiento todo está parado. Confío en que este proyecto tan interesante pueda realizarse pronto. En cuanto a un próximo CD, no puedo adelantar mucho aún, pero será un compositor francés de la primera mitad del siglo XVIII… Veremos…
por Lucas Quirós
www.lentretiendesclavecins.com/web/agustin-alvarez/
https://brilliant-classics.lnk.to/LebegueLesPieces
Foto: Agustín Álvarez ha grabado un triple CD dedicado al compositor francés Nicolas Lebègue.
Crédito: © Noah Shaye