Jun Märkl añade un nuevo disco al catálogo que podríamos titular como “El Wagner infrecuente”. Ya era interesante el que contenía las dos tempranas sinfonías del compositor de Tristán, mostrándonos una forma de abordar las obras ya como propias del compositor que poco más tarde llegaría a ser. Por otro lado, me parece que no viene nada mal conocer al menos estas composiciones para corroborar mejor, si cabe, los orígenes del universo wagneriano, sus primeras influencias y “amores” musicales. También es necesario constatar que si Wagner no hubiese llegado a ser quien fue, muy seguramente pequeñas obras como la Obertura del Rey Enzio o la Primera Obertura de Concierto, ocuparían un lugar de cierto aprecio en el repertorio.

Las versiones propuestas por Märkl son excelentes. El muniqués realiza un perfecto trabajo, resaltando aquellos detalles que anticipan el mundo wagneriano que está por llegar, pero sin desaprovechar la ocasión para acentuar los primeros modelos que sirvieron de inspiración al joven compositor. Hay un detalle, no obstante, que no termino de ver en el disco: Puesto que el disco va de oberturas, ¿por qué se incluye el Idilio de Sigfrido en lugar de las Oberturas Polonia y Fausto? Habrían cabido. Además, el Idilio (por razones obvias) se sale un poco de contexto.