Música clásica desde 1929

Discos recomendados de Ritmo

En esta sección encontrará los 10 discos que la revista RITMO recomienda cada mes, clasificados por meses y por su orden de recomendación del 1 al 10. Se archivan los recomendados desde junio 2011, para ver anteriores ir a "Ritmo Histórico".
Haciendo "clic" en el título de cada disco o sobre la foto, accederá a su ficha y a la crítica publicada en Ritmo y, cuando es posible, a las diferentes tiendas donde podrá adquirir el disco físico, o a las plataformas digitales desde donde podrá escucharlo en "streaming" o descargarlo online.

Ritmo SEPTIEMBRE 2014 - Núm. 877

WAGNER: El holandés errante.

Youn, Merbeth, Selig, Coro & Orquesta Festival de Bayreuth / Christian Thielemann. Escena: Jan Philipp Gloger.
Opus Arte, OA1140D (DVD)



La crítica

 ¡En ninguna parte una tumba!

Recién finalizada otra edición del Festival de Bayreuth, rompe en nuestro acantilado este Holandés del año del Bicentenario. Registro con público (la mágica acústica del lugar lo agradece), que si bien no pasará a los anales de la casa, merece la pena saborear gracias a dos prodigiosos instrumentos. Uno es la férrea y avasalladora batuta en forma de látigo de Thielemann, cada vez más maduro y sabio en lides wagnerianas, que ensamblado a una orquesta de linaje ofrece todo un espectáculo sonoro. La otra gran gema es el proverbial Coro, tallado verano tras verano por el cincel de Eberhard Friedrich, aquí en una obra que parece escrita con tijeras de sastre para ellos. Los dos grandes momentos de la representación son de su propiedad. Imborrable el golpe de efecto de los marineros tirando de la enorme vela al final del Acto I y de nobiliaria estirpe el duelo de tripulaciones del Acto III, donde los muertos combaten vocalmente contra los vivos.

La noche de los muertos vivientes

El nuevo montaje renuncia a la exploración psicológica que propusiera el freudiano Kupfer en su mítica y vigente propuesta de 1978. No estamos ante una criatura fabricada por la mente de Senta. Ahora resulta ser un zombi vestido de Armani. Decía Felix Mottl que por donde se abriera la partitura te pegaba el viento en la cara. Lástima que esto no sea dogma de fe para el irresoluto y excesivo Jan Philipp Gloger, que expele una escena sin pulpa, circense y hasta ridícula, sin licuar nunca las leyes teatrales sobre las musicales (imposible oler el mar). Todo resulta gratuito y exhibicionista. Envoltorio de celofán diseñado para los espectadores del hoy más que del ayer, sin posibilidad para la relectura original ni la exploración profunda. Una vacía modernidad que ya atufa hoy a cadáver. La polémica de mesa camilla parece ser su única musa, además de cometer imperdonables torpezas, como otorgar un inmerecido protagonismo a un salerosillo Timonel (perpetuo en escena regalando gansadas).

Los decorados nos recuerdan el universo Matrix. Habitamos en una gigantesca red de datos semejante a un mercado financiero, donde todo está sometido al poder corruptor del dinero. Daland (que tanto recuerda a muchos de nuestros políticos) es el dueño de una fábrica de ventiladores. Las hilanderas son sus operarias. Mary es la encargada del almacén. Senta, la excluida hija del patrón, es una solitaria y gótica Elektra (se disfraza como esas aladas Victorias que adornaban las proas). Erik es el responsable de mantenimiento, cambiando su escopeta por una pistola de silicona.

En el antológico Die frist ist um (que nunca llega a inquietar), se utiliza el flashback cinematográfico para recordarnos como ha llegado el maldito hasta aquí (intento de felación incluida). En el postizo happy end se pretende rememorar lerdamente el inalcanzable Liebestod. Senta se apuñala abrazada al fétido amado, mientras el Timonel dispara fotos. Daland ya tiene un nuevo y rentable producto para su catálogo. Todos parecen salvados del temido ERE. Incomprensiblemente los fervorosos aplausos prevalecen sobre algunos abucheos de raza. Turistas disfrazados de wagnerianos que se tragan lo que les echen (los esmóquines no consiguen ocultar sus camisas hawaianas).

El kapellmeister y los de tierra

Thielemann regala una lectura épica y realista, de esas de clavar los pies en la tierra (es el Holandés mejor dirigido que existe en DVD). Ya en la rugiente y huracanada Obertura pone las cartas boca arriba (qué forma de estrujar los “tendones” de la cuerda). Energía arrolladora e impulsiva inventiva, en una dirección vivaz, excitante, vibrante y muy atmosférica (gélida paleta de colores). Estruendoso a veces, regala al oído descargas eléctricas de alto voltaje (todo lo opuesto a su reciente y fláccida Elektra). Incuestionable belleza plástica forjada a golpe de herrero (metales duros y secos). El sentimentalismo del berlinés se asemeja mucho al que poseía John Wayne en sus películas, de ahí los recortes en recitados poéticos y sensualidades de besuqueo. Dosifica bien la tensión, tomándose a raja tabla las indicaciones tales como: molto agitato, con brio, animato o maestoso. Zumo wagneriano concentrado repleto de nervio y furia, sin lugar para la meditación, el suspiro vacuo o la búsqueda de la belleza por la belleza. Thielemann en estado puro.

Del insípido casting destacar el Daland de Selig, voz de gran porte e hidalguía. Youn es un inexpresivo e inválido Holländer, sin matices ni acentos (nunca sobredimensiona el personaje). Esterilidad en el registro grave para un barítono al que le falta la negrura de carbón. Su aplanada voz (sin dramatismo ni desesperación) incluso se pierde en el dúo del Acto II, devorado por el volumen del “abismo místico” y los alaridos de la Merbeth, que afea una histérica Senta transformada en madura y gritona marimacho.

Javier Extremera

 

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