Emoke Baráth, soprano. Il Pomo d’Oro / Francesco Corti.
Erato 0190295632212 (CD)
LA VENECIA OCULTA
Pocos lugares y momentos han sido tan decisivos en el devenir de la música occidental como la Venecia del siglo XVII. Será allí, durante las décadas centrales del siglo, donde la ópera se consolida como el gran espectáculo dramático (y comercial) al abrigo de los numerosos teatros que se construyen o readaptan. A la vez, se desarrolla la cantata da camera como género vocal destinado al público selecto de las academias musicales y la música instrumental se independiza, cobrando fuerza idiomática mediante las primeras sonatas (canzone da suonare) o sinfonías (preludios de las óperas). La seconda prattica, traída por Monteverdi a San Marcos, cristaliza en una tonalidad más firme y una monodia acompañada, que se articulará en arias cada vez más diferenciadas de los recitativos, dotadas de más carga afectiva y con unos requerimientos vocales que desembocan en un incipiente bel canto.
En este contexto se sitúa el nuevo registro de Erato, aventura en un Barroco muy poco conocido por el gran público, pero de una calidad y belleza abrumadoras. El eje central lo constituye Barbara Strozzi, cuyo cuatrocientos aniversario se cumple este año: hija ilegítima del intelectual Giulio Strozzi, compositora y cantante, consiguió editar ocho volúmenes de cantatas de las que están recogidas aquí los opus 1, 2, 6, 7 y 8. Destacan especialmente el Lamento lacrime mie y el Lamento sul Rodano severo. La rodean su maestro Cavalli, con su drama Statira, principessa di Persia y Antonio Cesti, también compositor de ópera del círculo veneciano, pero esta vez con una rara cantata, Speranza Ingannatrice.
La soprano húngara Emoke Baráth nos regala, a lo largo de recitativos y arias, una interpretación soberbia. Su voz, envolvente y densa en cualquier parte de su amplio registro, tiene el vibrato y la agilidad perfectas para abordar un repertorio de una gran dificultad técnica (no olvidemos que parte de éste fue compuesto por una experta cantatrice) y una gran exigencia expresiva. Los constantes cambios de metro, de tempo y de gradaciones dinámicas que la retórica impone, los realiza con una fluidez y facilidad sorprendentes, siempre muy bien acompañada por un Pomo d’Oro de suntuoso sonido en el continuo.
Por otro lado, la formación suiza, llevada esta vez por Francesco Corti, derrocha un virtuosismo casi imposible en las piezas instrumentales que, a modo de brillantes gemas, se hallan engastadas entre las partes vocales. Bajo el aparentemente ligero título de Voglio cantar (extraído de una de las cantatas de Strozzi), nos encontramos ante disco de una profundidad musical y dramática casi hirientes y que, por supuesto, no dejará indiferente a nadie.
Mercedes García Molina