Hay que ser realmente testarudo y perseverante para aguantar 25 años con un proyecto en este país, que no se caracteriza precisamente por sus apoyos a la cultura y por una clase económicamente privilegiada que en su conjunto da la espalda al mecenazgo. Pero Raúl Mallavibarrena no ha cejado en su empeño y Musica Ficta, junto con el sello Enchiriadis, siguen activos y dándonos alegrías como en este disco conmemorativo de su existencia. Y para ello nada mejor que una vuelta a los orígenes, un regreso a nuestro padre fundador de la polifonía hispana, a Tomás Luis de Victoria y su Officium Defunctorum, su última obra, de 1605 (año de la primera parte del Quijote), compuesto para las Exequias de la Emperatriz María de Austria, del que era su capellán privado.

Si en su primera grabación de 2002 era una obra escorada a su lado más tenebroso, casi antesala del reino de la muerte donde todo se solidifica y donde poca esperanza se advierte, esta versión es más luminosa con una resignación, contemplación y aceptación que muestra la madurez interpretativa de su director. La sonoridad no tiene aristas y la afinación, inmaculada, con una multiplicación de los armónicos en el perfecto empaste de las voces. Obviamente, de los ocho cantantes de esta formación actual es lógico pensar que muchos no participaron en aquella, pero Musica Ficta sigue siendo una referencia en este terreno de la polifonía del siglo XVII. 

Jerónimo Marín