“El movimiento se demuestra andando” dice el sabio adagio. Cada nuevo papel de barítono que Plácido Domingo aborda es todo un acontecimiento. Resulta increíble que, a su edad, continúe paseando su voz por los escenarios como lo hace; bueno, su voz y su sabiduría musical y escénica. A cuántos “santones reputados” del mundillo operístico ha ido callando las bocas a lo largo de su infinita carrera, haciendo lo que pocos saben o han sabido hacer como él: cantar y actuar. Infatigable, en su empeño por saber y dar a conocer, aborda nuevos personajes imprimiendo su firma en ellos con su habitual tinta indeleble. Ya conocíamos su versión de Francesco Foscari con Pappano, pero creo que en esta que ahora nos toca comentar se supera a sí mismo, lo cual en alguien de su edad sólo se puede explicar si ha sido tocado por una varita mágica o, de forma más racional, atendiendo a su descomunal técnica vocal, apoyada, eso sí, en una materia prima de las que solo se da una vez en ciertas décadas.

Junto con él, cabe resaltar el perfecto Jacopo de Francesco Meli y la extraordinaria Lucrezia de Anna Pirozzi, además de un notable reparto sin fisuras. La escena de Hermanis es convencional y muy efectiva. Michele Mariotti se revela, una vez más, como uno de los grandes directores actuales de ópera italiana. 

Se me olvidaba, nos han cedido a la crítica un ejemplar BD (Blu-ray), algo inusual, y además 4K, Ultra HD, más raro aún. En fin, ya era hora; que cunda el ejemplo.

Rafael-Juan Poveda Jabonero