No es frecuente la publicación de registros de óperas como Attila, obra de los años de galeras de Verdi que contiene algún que otro momento de interés y un gran papel para bajo que recae aquí en el joven Ildar Abdrazakov. Por ello, cabe regocijarse, pues es además una versión recomendable que satisfará a los amigos del Verdi menos transitado y a los operófilos más recalcitrantes.

La puesta en escena de Arturo Gama, tradicional, no obstaculiza a los cantantes, posee indudable belleza plástica y está bien iluminada; el apartado musical está bastante logrado y el reparto está a la altura de un teatro de tanto prestigio como el Mariinsky: Ildar Abdrazakov compone un Attila convincente en lo vocal (ágil y brillante en el agudo) y en lo dramático, donde su presencia escénica se impone con rotundidad; Anna Markarova es una Odabella de volumen arrollador, gusto en el fraseo y considerable agilidad y Vladislav Sulimsky, un impresionante Ezio de clarísima dicción y noble instrumento.

Sí, Valery Gergiev no es un director propiamente verdiano, pero  la partitura no exige sutilezas a la batuta y el ruso tiene recursos más que suficientes para lograr una versión plausible. Y, en este caso, más que eso. Muy recomendable.

D.F.R.