(Études d’exécution transcendante, 5 Estudios de concierto, Estudios Paganini). Daniil Trifonov, piano.
DG, 4795529 (2 CDs)
El no va más
El reto de una grabación íntegra de todos los Estudios de Franz Liszt va más allá de la pura interpretación y su complejísima ejecución, quizá una de las más exigentes de todo el siglo XIX. Va más allá además porque exige que el oyente esté preparado para que uno tras otro, comience por el disco que comience, sean veintitrés los Estudios pianísticos que le esperan, con sus cascadas de notas, sus adornos y sus filigranas, ya que el Liszt de la nocturnidad sin alevosía aún estaba por llegar (aquel de las Armonías Poéticas y Religiosas y las sublimes piezas finales). Como bien me dijo alguien recientemente, “¿no te duele un poco la cabeza tras diez Liszt seguidos de estos?”
El caso es que Liszt, en su infinita sabiduría pianística, supo combinar los estados de ánimo, ofreciendo en su principal ciclo, los Études d’exécution transcendante, la furia con la meditación, siempre dentro de una importante tensión “muscular” sonora. Estos 12 Estudios tienen precedentes discográficos muy opuestos, por un lado, la sublime interpretación de Claudio Arrau, que leía entre líneas, matizando y expresando como solo él supo dar al húngaro; por otro, en la línea híper virtuosa, la de Vladimir Ovchinikov (Emi), una portentosa demostración de lo que ahora Trifonov ha sabido fundir, tomando lo mejor de cada uno.
Si se toma como medida otra reciente grabación de estos Doce Estudios de Alice Sara Ott para este mismo sello, parecen otras las obras que Trifonov interpreta, su aliento épico es mucho mayor y el detalle pianístico mucho más cuidado. Paysage, Mazeppa, Vision o Eroica se muestran como pocas veces se han podido escuchar, salvo que lo hayan hecho con un ramillete de Estudios que grabó Evgeny Kissin (RCA) junto a una colosal Fantasía en do mayor de Schumann, de los que jamás he vuelto a escuchar nada igual en este repertorio. Trifonov, de sonido más claro y pulsación menos colorida, teniendo una paleta (rusa) admirable y manteniendo un nivel “estratosférico”, no alcanza a crear toda la intensidad emocional en Chasse-neige, Wilde Jagd o Feux follets, a pesar de dejar boquiabierto a cualquiera por el despliegue de medios. Tras tanta condensación de notas hay un elemento expresivo y emocional que Kissin supo trazar con la fuerza de un dragón y la elegancia de un príncipe.
Circula por la red un recital muy reciente de Trifonov en el Carnegie Hall, donde hay un Schumann admirable, por un uso de un legato repleto de poesía, luciendo un rubato inteligente y expresivo. Para los Estudios de Concierto son necesarios esta condición de poeta, hay mucha elegancia y la estructura melódica debe mucho a Chopin, de hecho, en ellos Arrau, con su inexplicable naturalidad, firmó unas irrepetibles grabaciones. Trifonov busca más el elemento técnico (portentosos Waldesrauschen y Gnomenreigen), su legato no es tan fluido en Un sospiro, aunque musicalmente suene con gran belleza. Es en los Estudios Paganini donde encontramos la absoluta perfección y la sensación de que es el elemento natural del pianista, su control sonoro es apabullante y luce crescendi dignos del mejor ilusionista. La Campanella u Octave pueden pasar como ejemplos de lo que es el virtuosismo en su estado puro. Un no va más…
Gonzalo Pérez Chamorro