¿Te das cuenta de esos discos en que, tras escuchar dos compases iniciales, notas un impacto, que la boca se queda abierta y el cerebro afirma contento “este sí que sí”? Pues exactamente eso ocurre con el Torelli de Rosso Verona Baroque Ensemble, liderados por el magnífico Pietro Battistoni, a quien no tenía el gusto de conocer, pero que pasa automáticamente y por derecho propio a mi lista de músicos muy respetables.

Porque estamos ya un poco (bastante) aburridos de esas demostraciones de virtuosismo instrumental, técnicamente irreprochables pero carentes del más elemental discurso musical, justo lo contrario de lo que encontramos aquí, donde todo es puro equilibrio entre técnica y musicalidad, equilibrio en la presencia de los distintos planos, peso justo de cada integrante en cada momento y continuo consistente en su justa medida. Y mucha, muchísima esencia musical en fraseos delicadísimos con el peso también perfecto de cada articulación, un gusto infinito en la ornamentación, acierto pleno en tempi perfectamente elegidos y un sonido definitivamente natural, que deja fluir los tesoros encerrados en estos pentagramas. Oye, que les suenan bien hasta los silencios y no es una forma de hablar.

Battistoni y su banda nos proponen un italianismo intenso a la vez que moderado en calorías, con un perceptible aire afrancesado que le sienta divinamente y que hace al disco todo un descubrimiento imprescindible, con elevadas dosis de consumo recomendado. Que sí.

Álvaro de Dios