DOS TESOROS RECUPERADOS         

Hace años el fenecido sello Pioneer publicó estas versiones de sendas óperas tomadas en la Royal Opera House del Covent Garden londinense en 1975 (Ballo) y 1980. Ahora las reedita Opus Arte con sonido algo mejorado (parecen haber modificado la ecualización subiendo un poco las frecuencias agudas) y dividiendo los DVD en muchos más tracks que anteriormente. Pero los subtítulos en inglés venían ya sobreimpresos, así que no pueden suprimirse. Pero, pese a estos inconvenientes, como se trata de versiones que podríamos calificar de tesoros, son muy a tener en cuenta, sobre todo Lucrezia, que apenas tiene competencia en DVD. 

Ballo de 1975

En este Ballo in maschera de 1975 Plácido Domingo estaba pletórico en lo vocal, aún más que en 1989 con Solti (DVD/Blu-ray Arthaus), si bien su caracterización de Gustavo III puede haber llegado con el tiempo aún algo más lejos en convicción y matices. En todo caso, no está de más dejar claro que Plácido ha sido el más sobresaliente Gustavo (o Riccardo) del que existe testimonio discográfico. Aunque un poco lírica para Amelia, Ricciarelli redondea aquí uno de sus mayores logros; el timbre es seductor (solo se resiente un poco en el registro agudo), espléndida la línea y creíble la interpretación.

También creo que esta es una de las mejores funciones operísticas que recuerdo de Cappuccilli, en todos los aspectos, lo que no es poco decir. Más que bien Bainbridge, aunque su voz tampoco es lo suficientemente dramática y grave para la muy exigente Ulrica. Y un verdadero lujo Reri Grist para Oscar. Incluso la mayoría de los papeles menores (los conjurados: Gwynne Howell y Paul Hudson, y Silvano: William Elvin) están muy bien escogidos. La dirección de Abbado (que entonces se hallaba en el momento áureo de su carrera) al mando de un coro y una orquesta en gran forma, es vibrante, vital, dramática, magistral. Hay que recurrir a Solti (tanto en su segunda grabación de audio como en el referido DVD) para hallar una labor aún más extraordinaria, apoyada además en una sensacional Filarmónica de Viena. La puesta en escena, rigurosamente tradicional, me parece intachable. Lástima que la calidad del sonido (monoaural) y de la imagen sean bastante limitadas, pues se trata de una interpretación globalmente extraordinaria, con el mejor reparto quizá reunido en una versión de vídeo.

Ángel Carrascosa Almazán