La música de Henry Purcell no es conocida en nuestro país más allá de su ópera Dido y Eneas, la Música Fúnebre y algunas canciones y Anthems. Sin embargo, gracias a su trabajo, a finales del XVII la lengua inglesa se fijó en el repertorio musical siguiendo una normativa que, aunque no era muy estricta, permitió la correcta acentuación de las palabras y derivó en una aguda expresividad. En cuanto a su hermano Daniel, menos se conoce de su obra, aunque destaca el repertorio religioso, en la línea del anterior y siguiendo la escuela italiana. Quizás por ser ambos miembros del coro de la Capilla Real consideraron la voz el instrumento más apropiado para canalizar las palabras, utilizando frases largas con notas que surgen descarnadas en los márgenes de cada tesitura. La soprano Delia Agúndez ha sabido aprovechar todas estas cualidades en favor propio, con un disco de título intencionado, The Purcells, que redescubre lo mejor de esta familia a través de su voz. Las seis canciones de Henry se caracterizan por una lacerante emotividad, muy cercanas al bel canto italiano, conjugan recursos y efectos. De Daniel se incluyen cuatro Cantatas de estilo más sobrio. En ambas, la soprano combina a la perfección una intensa expresividad con el respeto por la ejecución formal y admirable pronunciación.

Esther Martín