Música clásica desde 1929

Discos recomendados de Ritmo

En esta sección encontrará los 10 discos que la revista RITMO recomienda cada mes, clasificados por meses y por su orden de recomendación del 1 al 10. Se archivan los recomendados desde junio 2011, para ver anteriores ir a "Ritmo Histórico".
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Ritmo Noviembre 2021 - Núm. 955

THE COMPLETE WILHELM FURTWÄNGLER ON RECORD.

Solistas y orquestas. Obras de BACH, BEETHOVEN, BRAHMS, WAGNER, SCHUBERT, SCHUMANN. etc.
Wilhelm Furtwängler, director.
Warner Classics 0190295232405 (55 CD + libro de 158 págs.)



La crítica

Furtwängler, un extraño en el mundo

“El único director de orquesta cuyos gestos no tienen una mímica ridícula es Furtwängler. Sus gestos parten de lo más íntimo de su ser. A él se debe el mérito de haber hecho de la Orquesta Filarmónica de Berlín un conjunto muy superior al de Viena”. En estas tres frases se resume buena parte de la carrera musical de Wilhelm Furtwängler (Berlín, 1886 - Baden-Baden, 1954). La primera lo diferencia de directores como Toscanini, la otra gran estrella de la dirección orquestal de la época, expuesto a una teatralidad exuberante en el podio; la segunda, la más reflexiva, profundiza en el aspecto filosófico de su música; y en la tercera, se hace evidente la personalidad del profundo admirador que pronunció estas palabras: Adolf Hitler.

Políticamente hablando, Furtwängler fue una personalidad compleja. Por un lado, se nutrió de las dos mejores orquestas del mundo (Berlín y Viena), amparadas bajo el control nazi, y su relación con los altos mandos del III Reich (Goebbels impuso desde 1938 que cada 20 de abril, onomástica de Hitler, se interpretara la Novena de Beethoven, con la idea de que siempre fuera Furtwängler quien la dirigiera) propició un proceso de desnazificación muy duro por parte de los aliados, especialmente los estadounidenses, del que salió absuelto pero con daños morales irreparables. La sombra de la duda planeó sobre él en lo que le quedaba de vida, así como se ha alimentado tras su muerte (hay un buen film de 2001 que aborda este acontecimiento: Taking Sides, traducida al castellano como Requiem por un Imperio, de István Szabó, basada sobre la obra de teatro homónima de Ronald Harwood).

La colosal edición que presenta Warner Classics rinde tributo a este “extraño en el tiempo”, como lo define Daniel Barenboim. La discografía del director es muy extensa, y su catalogación obedecería al más paciente de los archiveros y melómanos, ya que hay fuentes de todo tipo y publicaciones oficiales y piratas. En resumen, lo reunido aquí es lo publicado en su día por Emi más varios registros de Deutsche Grammophon y Decca, que comienzan desde 1926 (Obertura de Der Freischütz y una Quinta de Beethoven), hasta llegar a la grabación completa y bien conocida de Die Walküre de 1954.

Los nuevos reprocesados han insuflado sangre nueva a estos registros (el penúltimo CD recupera tomas inéditas hasta hoy, como una Inacabada de Schubert con una honda herida abierta y una negrura sin precedentes), que en el caso de la ópera completa Fidelio, la calidad sonora ha mejorado ostensiblemente (el comienzo del Acto II es el más hermoso de cuantos se han grabado). Todas son grabaciones de las que se han vertido ríos de tinta en esta revista (Tristan, Pasión según San Mateo, Sinfonías de Beethoven, Brahms, etc.), por lo que sobra hablar de lo que ya conoce el lector, pero conviene quizás recordar que Furtwängler escapa a toda clasificación. “En una partitura, Furtwängler no calculaba el cómo, sino el dónde”, afirma de nuevo Barenboim, que asimiló como director lo que es imposible de enseñar.

En los momentos más tensos, cuando Alemania invadió Europa y estalló la guerra, Furtwängler radicalizó su manera de dirigir, no es que dirigiera según más el gusto de las derechas o las izquierdas, sencillamente traspasó el umbral que separa la música de la metafísica. Y en esta edición hay momentos exponenciales: Sinfonía Inacabada de Schubert, Novena de Beethoven (la de Bayreuth, tras la guerra, en 1951), oberturas de Glück y un sinfín de obras en las que la música se convierte en un nosequé más cerca de una transfiguración metafísica.

Y otro importantísimo aspecto que se debe recordar, el propio director era compositor, y bueno, pero quizá sobrepasado por su propio tiempo, y el conocimiento de este arte le permitió entender mucha música de su momento como nadie (sus enormes Hindemith o Richard Strauss), siendo reconocido por alguien tan lejano como Schoenberg, que desde la cómoda California exculpaba de toda involucración nazi a Furtwängler, quien se convirtió en una leyenda por los siglos de los siglos. 

Gonzalo Pérez Chamorro

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